La gran aventura
la contracrónica ·
El viaje del Granada por Europa acaba en Old Trafford bajo unos focos imponentes y cámaras de todo el mundo; una incursión tan maravillosa que cuesta asumir que pueda ser irrepetibleDel patatal del Niko Dovana en Durrës del Teuta albanés al monumental Old Trafford del Manchester United, que parece casi que más preparado para ... una serie de Amazon Prime que para un partido de fútbol. Ahí, bajo unos focos imponentes y cámaras de todo el mundo a falta de aficionados, acabó la primera aventura del Granada por Europa. Una incursión maravillosa que se salda con un sabor tan agradable que cuesta asumir que pueda ser irrepetible, aunque quizás sea la mejor fórmula para disfrutar de lo que nos sucede. Los de Diego Martínez prometieron que intentarían la remontada y bien que lo intentaron. Solo faltó el gol, que habría dejado una fotografía icónica para un capítulo de por sí dorado.
Se había reseñado en la previa que la gran victoria de este equipo era que permitía creer en la remontada hasta con un 0-2 adverso de la ida en el Zaidín; sin embargo, lo verdaderamente meritorio fue que durante los primeros instantes del partido incluso pareció que podía ocurrir. Duró poco, cinco minutos, lo que tardó Cavani en mandar un primer balón a la red. Dejó el ánimo en espejismo. Pero es que ahí estaba, el Granada jugando en el mismísimo Old Trafford. Algo impensable, del FIFA. Como si en cualquier momento fuese a irrumpir Manolo Lama diciendo: «Queríamos tener esta tarde a un gran comentarista, pero habrá que conformarse con Paco González». Pero no era un videojuego sino la vida real. El viaje del Granada en Europa acabó ayer pero deja un reguero de lecciones de vida, empezando por el respeto a todos y el miedo a ninguno.
Porque fue a Albania en septiembre, salió con todo ante lo desconocido y resolvió en los primeros diez minutos, con una primera ejecución de Roberto Soldado. Se midió luego al Locomotive Tbilisi georgiano y, sin agobiarse por las tablas al descanso, dio otro paso adelante. Se lo jugó todo en Malmö, donde le miraron por encima del hombro y quisieron asustarle con la 'furia escandinava', y volvió triunfante. El Granada se clasificó con todas las de la ley para la Europa League y cogió el desafío por los cuernos, mirándolo a los ojos.
Se estrenó en la competición en el hogar de un ganador de la Copa de Europa como el PSV Eindhoven y, aunque encajó al filo del descanso un gol de todo un campeón del mundo como Mario Götze tras perder a Gonalons, fue capaz de darle la vuelta en la segunda mitad. Pactó sendos empates sin goles ante el PAOK griego y pasó por encima del Omonia, aunque el viaje a Nicosia le salió caro. Concedió su primera derrota y el liderato de su grupo en Los Cármenes contra el PSV, como si prefiriese el camino más difícil.
El Granada no se amedrentó contra el Nápoles. Se impuso con solvencia en el Zaidín con doce jugadores de campo disponibles y en la vuelta, en la casa de Maradona, supo sufrir hasta plantarse en cuartos. Allí le esperó el Molde noruego, al que tampoco subestimó. La ruta hacia Old Trafford se trazó desde la ilusión y la confianza, aliado con la agonía que caracteriza a su escudo. Ese que ha llevado hasta alturas jamás vistas. Anoche, hasta los mismos ojos de Sir Alex Ferguson. Allí, en su pradera, buscó un gol como un poseso. Lo persiguió Yangel y lo rozó Germán. Habría sido la guinda. La celebración que mejor habría representado a cada granadinista en su casa. A Old Trafford entraron por una esquina, pero salieron por la puerta grande.
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