Sigan soñando
La contracrónica ·
El Granada sabe lo que es volver del inframundo y en Mallorca lo hizo otra vez, reafirmado como un cazador que se hace el muerto mientras acecha; ha materializado su fantasía y jugará con opciones europeas la última jornadaPorque les dijeron que era imposible se empeñaron en pelearlo hasta el final. Porque nunca abandonaron el partido a partido jamás lo creyeron improbable. Porque ... no contaban con ellos cerraron la boca, declararon la guerra sobre el campo y lograron que otros terminasen hablando de sus gestas. Parece irreal, una fantasía que probablemente lo sea, que quizás no vuelva a producirse más, pero el Granada disputará la última jornada de Liga con opciones de clasificarse para jugar en Europa por primera vez en su historia.
Después de lo de anoche uno no sabe si pedirles que se froten los ojos, se pellizquen o se acuesten, si acaso no es esto lo más parecido a soñar despiertos. Parecía que anoche sí, que anoche se acababan las aspiraciones continentales de este equipo de obreros, más que nada porque no estaba en sus manos. Todo se jugó a la vez, con jornada unificada como en los días grandes, y la emoción fue 'in crescendo' conforme la radio vociferaba goles y en ciertos campos se hacía el silencio. No dependía de sí mismo el Granada pero precisamente por ello no podía permitirse fallar ante un Mallorca que se jugaba la permanencia; por eso a nadie extrañó que quien abriera el marcador fuese el 'Cucho'.
El partido superaba a los de Diego Martínez, que pagaban su titánico esfuerzo del lunes contra el Real Madrid, y la espalda de Víctor Díaz amenazaba con convertirse en una suerte de túnel del canal de la Mancha, pero no dejaba de flotar un 'déjà vu'. El Granada sabe lo que es volver del inframundo unas cuantas veces y en Mallorca lo hizo otra vez más, reafirmado como un cazador que se hace el muerto mientras acecha. El propio Víctor Díaz devolvió las tablas con un trallazo y, aupado por esa inercia, el equipo se empeñó en dar la vuelta al marcador antes del propio descanso. No lo consiguió entonces, pero sí un poco más tarde.
Entraron Domingos Duarte, Carlos Fernández y Ángel Montoro y aquel equipo de forajidos mutó en uno doctoral, quirúrgico. El cerebro valenciano, involucrado hasta ver la amarilla mientras calentaba durante el primer acto, tuvo como ante el Madrid un efecto inmediato en el partido. Un saque de esquina estudiado que salió defectuoso terminó en un envío tenso e idóneo para que el superclase sevillano la peinase hacia dentro. Celebraron los rojiblancos de blanco –porque la noche, como la Liga, era blanca– brindando todos con botellines de agua que el domingo, pase lo que pase, tendrán otros licores.
Apenas hubo más Mallorca en la isla quitando a Kubo, a quien persiguió hasta Soldado, resignados a marcharse a Segunda porque no podían hincarle el diente al cazador que se hacía el muerto. Y la radio, que había anunciado antes que al Athletic le echaban al portero, rugía que el Leganés marcaba en San Mamés. Y que el Atlético golpeaba en Getafe. Y que la Real y el Sevilla no se hacían ni cosquillas. Los planetas y las constelaciones se alineaban mientras el sueño del Granada tomaba forma. A base de competitividad pura se ha ganado lo que ya ha conseguido, disputar la última jornada con opciones de llevar su escudo un paso más allá, de paseo por Europa. Sigan soñando quienes ya soñaban, y crean los que no querían creer todavía.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión