El león vuelve a reinar en la isla
Germán Sánchez, natural de San Fernando y con su hermano en el cuerpo técnico del rival, regresa al once del Granada ante el Cádiz un día después de cumplir 35 años. Sobresale como el más destacado de los nazaríes a nivel defensivo
Antonio Sánchez
Granada
Martes, 14 de diciembre 2021, 01:06
La isla sobre la que se posa San Fernando, la localidad metropolitana de Cádiz en la que nació Germán Sánchez, se conoce como la isla ... de León. Un león dio a otro león, el que lleva el seis rojiblanco y que ayer dirigió a la defensa con la exigencia propia de un líder. Germán, uno de los jugadores que ha crecido en los campos de topos de la Segunda B, sabía perfectamente lo que exigía el duelo en el Nuevo Mirandilla. No habían pasado ni cinco minutos del partido cuando ya había mandado fuera del campo tres balones colgados con maldad al área nazarí e indicó al Cádiz que iban a tener que pasar por encima de él para llegar a Maximiano.
El isleño cumplió anteayer 35 años. Ayer, pisó el césped de Cádiz para celebrarlo. Cada partido en el campo gaditano es especial para él. Maduró en el club amarillo, es considerado un canterano allí aunque se criara en el equipo de su pueblo y su hermano es el delegado del club de la capital de la bahía. Y, sin embargo, lleva la eterna lucha nazarí impregnada en el pecho como un león que le permite ser el líder nazarí, ayer refrendado también con el brazalete de capitán. La marcha de Diego Martínez, uno de sus valedores, ponía en duda su continuidad como central dentro de las alineaciones rojiblancas, pero ahí sigue sin que los años le pesen.
Su participación en Cádiz era previsible, una vez recuperado de las molestias físicas que le obligaron a retirarse antes de tiempo en San Mamés. Por eso el 'Choco' Lozano lo buscó en la primera parte, en un intento de confirmar si estaba apto para la batalla. Mediada la primera mitad hizo que chocara contra Maximiano, pero esta vez no ocurrió como en Bilbao y se levantó del golpe. Despejó sin éxito en el gol gaditano, en el que no intervino después de que la pelota quedara en la frontal y Puertas no pudiera enviarla más lejos del área. El gol gaditano calentó el partido y no dudó en liderar al Granada como exigía la situación. La tensa relación con Lozano se enconó aún más, con la intención de que el ariete local terminara de perder los papeles. La grada de Nuevo Mirandilla se dio cuenta y pitó al que en su día fue un cachorro y hoy es un gran felino vestido de rojiblanco. Durante toda la primera mitad estuvo al quite en casi todas las acciones divididas que le llegaron y el Cádiz entendió que a través de él no iban a llegar las grietas.
El diseño del partido no cambió tras el receso. El Cádiz seguía a lo suyo, con un fútbol más vertical que práctico en el que Germán estaba siempre en medio. Dispararon los locales desde la frontal, pero ahí se encontraba él, con las manos atrás para evitar el penalti, un paso por delante de Maximiano para que no se tuviera que esforzar más de la cuenta.
Su poderío defensivo fue por alto y por bajo. No dejó que le sobrepasaran por velocidad, pero también lastró gran parte de los ocho saques de esquina que botó el equipo de Cervera, tan acostumbrado a sacar petróleo de la nada. Germán Sánchez convirtió esa nada en más nada y colaboró para que solo tres de los trece intentos de remate de los locales fueran a la portería. Cerca del final llegó el primer córner a favor de los rojiblancos. Ahí estaba el león, con los rizos preparados para ahuecar la pelota. La defensa gaditana le cogió la marca, pero obvió al resto. El empate llegó y Germán Sánchez no se escondió. Se marchó a la esquina a celebrar con rabia el punto que tanto había costado amarrar. Gritó, rugió, respiró y miró desafiante al que le buscaba. Sintió que había reinado en el caos de la isla.
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