Montoro, solucionador de problemas
El parón está sirviendo para que el Granada recupere la mejor versión de un futbolista indispensable
Desde que llegó Diego Martínez al Granada, Ángel Montoro se ha convertido en el gran solucionador de problemas del equipo en el centro del campo ... . Si su influencia ya era visible en el primer curso como rojiblanco –el que arrancó con y acabó con una profunda decepción general–, su liderazgo se hizo abrumador bajo el dictado del entrenador gallego, que le dio galones y armó un modelo de juego en el que el pivote valenciano se sintió siempre complementado, sacando todos sus recursos a la luz.
Este peso en los esquemas rojiblancos se recalca en los números. El día que se hizo la rotura en el rector anterior del muslo derecho, al arrancar el choque ante el Real Madrid en el Santiago Bernabéu, el Granada acabó sucumbiendo por 4-2. A partir de ahí, el cuadro supo reponerse a esta baja con un esfuerzo colectivo mayúsculo. Gonalons se enclavó en su teórica posición en la medular, aunque lo normal en sus intervenciones es que el francés se ocupase del eje bajo y fuera Yangel Herrera quien se soltara por los espacios que habitualmente pisa Montoro. El galo siguió en la demarcación hasta la cita con la Real Sociedad, de la que se quedó apartado por una afección vírica. Tuvo que ser alineado Yan Eteki en el puesto de tapón. Retornó en Valencia.
En los dos primeros partidos con Montoro en la enfermería, el Granada salió adelante con sendos triunfos por 1-0 frente a Osasuna y Betis, ambos en casa. En los dos se dio una circunstancia curiosa: los locales tuvieron menos posesión que el contrario –44/56% con los navarros y 36/64% con los sevillanos–. Los rojillos tuvieron más remates y tiros a puerta, algo que no ocurrió con los béticos, con llegadas similares pero ningún tiro entre palos.
Al Granada le fue peor en las siguientes citas, las que abrieron la actual secuencia de tres derrotas. Eteki y Gonalons formaron en la sala de máquinas con el Getafe en un día aciago (3-1). Los rojiblancos tuvieron más la pelota (43/57%), con registros ofensivos similares a los azulones, que tuvieron la venia de anotar en una jugada con saque de esquina y en una falta directa para sentenciar el entuerto.
Con la Real, el Granada volvió a contar con menos balón en Los Cármenes (38/62%) y disparó menos al arco (tres veces por cinco de los donostiarras). Sin Gonalons, las progresiones en ataque fueron más atropelladas, pues es el único que se puede acercar a los estupendos desplazamientos largos con precisión que sí sabe hacer Montoro. En Mestalla, el valenciano, ya con el alta médica, esperó a la segunda parte para aparecer, pero se le vio aún sin las mejores sensaciones físicas para un partido que estaba en plena aceleración. Tampoco el francés andaba igual que antes de parar.
Estos días, con la tranquilidad de saber que no se compite hasta el día 23, Montoro siguió con su puesta a punto, sabedor de que los suyos le requieren a pleno rendimiento para activar las acciones ofensivas. Los extremos agradecen sus pases prolongados, que les suelen dejar en mano a mano con sus respectivos laterales, facilitando los aterrizajes por el área contraria. Su restablecimiento tampoco es incompatible con que aparezca junto a Gonalons, porque ambos actúan de manera escalonada. Diego Martínez no ha podido elegir a los dos juntos en su mejor versión. El galo tuvo su particular pretemporada con el torneo iniciado, por lo que no sirve de referencia completa los ochos minutos que coincidieron frente al Barcelona o la hora en la que sí compartieron más funciones en el José Zorrilla ante el Valladolid. Ahora sí se le abre al gallego una variante sólida si así lo estima. De hecho, han hecho dúo en gran parte de la semana por las ausencias.
Que esté Montoro en el campo no siempre ha significado triunfo en esta campaña, pero casi. Cuatro victorias (Espanyol, Celta, Barcelona y Leganés), un empate (Valladolid) y una sola derrota (Sevilla), si bien estuvo unos minutos en el Bernabéu hasta su lesión (el equipo ya perdía 1-0) y en el tramo final en Valencia (vio cómo el Granada encajó sus dos tantos en contra).
En su primera campaña, aún sin el preparador vigués, Montoro se perdió once partidos y fue suplente en dos más. De ellos, el Granada ganó seis encuentros, empató dos y perdió cinco. Fue un ejercicio accidentado para él pues, aparte de cumplir dos ciclos de amarillas, sufrió algunas lesiones leves y recibió una expulsión por roja directa ante el Sevilla Atlético, que le supuso un castigo de dos jornadas.
Ya en la actual etapa con Diego Martínez, aunque todavía en Segunda, Montoro pasó a capitán general, casi siempre con Fede San Emeterio como pareja. Padeció algún que otro problema físico y cumplió penitencia a consecuencia de las 16 amonestaciones que recibió durante la competición. En total, no estuvo disponible en seis duelos, estando un séptimo en el banquillo por andar renqueante de un malestar muscular. El Granada perdió dos de esos compromisos, empató tres y sólo salió triunfal en dos. Ambos fueron en el tramo final del campeonato. Uno ante el Nástic de Tarragona (2-0) y otro en la última jornada, ya con el ascenso decidido. Un 2-1 ante el Alcorcón con los menos habituales en la alineación nazarí.
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