Eternos

No hicieron los de Diego Martínez –con una convocatoria con los once que quedaban disponibles de la primera plantilla para ser titulares y dos más en el banquillo, incluido al portero suplente, acompañados de integrantes del filial–, un gran fútbol ante el Molde. Pero les dio para una buena renta, emocionando una vez más la capacidad de sacrificio de unos jugadores desgastados por el tren de partidos y el esfuerzo emocional de tener que competir a tope desde septiembre.

Hubo fortuna en el rival del sorteo de octavos, de nivel parejo al Granada, quizá con menor calidad individual, a excepción de ese jugador de seda que es Eikrem, el metrónomo del centro del campo noruego. La fisicidad del equipo nórdico y su compromiso como colectivo quedaron patentes a lo largo del encuentro, y también su falta de pegada y bisoñez en algunos lances, como el de la expulsión de Ellingsen.

Por el contrario, la veteranía de tres piezas del Granada, con 105 años reunidos entre Molina, Soldado y Gonalons, resultó clave para llevarse el primer envite. Los dos primeros golearon y el tercero impartió una clase de posicionamiento, salida de balón y corte en el momento justo, hasta para hacer una falta al borde del área –no cobrada por el árbitro polaco, perteneciente a esa casta de jueces caseros tan propios de la UEFA–, cuando el rival podía echar al traste lo conseguido. Eternos jugadores que están dejando una huella imborrable en el sentimiento de los aficionados rojiblancos.