Un fantasma menos
LA CONTRACRÓNICA ·
Diego Martínez y Soldado comparecieron juntos en rueda de prensa tras caer en Old Trafford, sonrientes como si aún guardasen otro as bajo la manga;quién sabe si otra clasificación europea, o a lo mejor era solo ganarle al EibarHasta aquí la pesadilla. El Eibar se hizo al fin terrenal ante el Granada después de un lustro intratable y el Granada consiguió derrotarle, algo ... que no conseguía desde la primera vez que se cruzaron en 1986 y entonces en Segunda B. Aunque durante varios minutos de la segunda mitad se temió por el empate, la bestia negra del equipo rojiblanco acabó en gatito. A los de Mendilibar se les quedó la cara que refleja la clasificación, colistas y a pique de Segunda. Ganar al Eibar era el último reto pendiente de Diego Martínez, tras el ascenso a Primera y la clasificación europea, en orden ascendente de dificultad. Ya puede tomar la decisión que estime a final de temporada más tranquilo. Lo del Eibar no podía quedarse así.
Como ya hiciera en la primera vuelta bajo un clima habitual del norte, el entrenador del Granada planteó un partido a lo que el Eibar quiso, como si pretendiera bailar al mismo son conocedor de que su rival siempre juega a lo mismo. Sin embargo, no fue precisamente un baile lo que se vio en Los Cármenes, nada más lejos de la realidad. Demasiados millones en juego para semejante bodrio, pensarían por momentos los supremacistas iluminados de la Superliga. El Granada ganó a golpe de rock and roll, con cuatro mazazos contundentes sin aviso previo. El primer gol de Roberto Soldado fue un clásico inglés, con pelotazo arriba de Rui Silva, adornado con la calidad mediterránea de Antonio Puertas, que encontró a su socio entre defensas como dejó solo a Adrián Ramos en Albacete. El almeriense exhibió calidad donde otros solo veían choques.
Pero quien decantó la balanza con un doblete fue Roberto Soldado, para quien el éxito del equipo es también una cuestión personal porque le va su futuro en ello. Su continuidad en Granada depende de la permanencia en Primera por contrato y se ha propuesto que llegue cuanto antes. Es felicísimo y se le nota. Si el rostro es el reflejo del alma, el suyo está más cerca del de un juvenil que acaba de debutar que del de un veterano que se está despidiendo. Al firmar le tentó vivir en La Herradura y el otro día se dejó ver por el Torreón de Albolote como antes por Sierra Nevada, cada día más enamorado de la provincia. Si no fuera porque su madre le espera en Valencia a su retirada, quizás se quedaba toda la vida tras colgar las botas.
A Soldado no le pesa ninguno de los 35 años que ya tiene porque ni siquiera es el más veterano de la plantilla, un honor que cede encantado a Jorge Molina, que ayer se plantó en los 39. Qué lejos le quedan los días grises de Turquía, cuando pensó en dejarlo para siempre. Todavía le queda chispa hasta para vengar a sus compañeros, como hizo anoche cuando Recio propinó un manotazo a Yangel Herrera y el delantero le arreó tres patadas para recordarle luego a él y al árbitro de dónde venía la rencilla. Soldado ha dado en Granada, además, con un entrenador que ve el fútbol de la misma forma que él, dos apasionados que repudian a los pusilánimes. Testarudos como ellos solos, comparecieron juntos en rueda de prensa tras caer en Old Trafford, sonrientes como si aún guardasen otro as bajo la manga. Quién sabe si otra clasificación europea. O a lo mejor era solo ganarle al Eibar.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión