Uzuni desenfunda bajo la tormenta

Fue un partido muy propio de la categoría, disputado en cada parcela, con actividad en las áreas, aunque se impusieran los de los guantes a los que trataban de anotar. Supo el Granada reponerse a las bajas y a las incidencias, que arrancaron pronto con la lesión de Rochina, justo el día que Paco López le daba el báculo en el centro del campo. Su paisano no sale del bucle de desgracias. En cuanto asoma a la titularidad, algo le sucede. Esta vez fue un mal giro de rodilla que le dejó KO, con lo que Bodiger salió a concurso ante su exequipo. El francés se tuvo que integrar a toda prisa y estuvo razonablemente bien hasta que se fundió e incurrió en unas faltas innecesarias que le costaron la expulsión.

El Granada sostuvo el fluctuante 4-4-2 de su entrenador, en el que los centrales eran novedad, Cabaco e Ignasi Miquel, y aparecía Soro como mediapunta, acompañando a Uzuni en vanguardia. El central uruguayo por fin firmó una actuación a la altura, expeditivo y concentrado, sin complicarse la vida en los momentos crudos. Así sí puede cuestionar la titularidad de Miguel Rubio.

Pese a tanta variante, el equipo se asentó bien ante un buen rival que iba modulando entre la zaga de tres y cuatro, con Mikel Rico ofreciendo un magisterio del oficio de pivote, despedido entre aplausos por ambas hinchadas, que ofrecieron un festival de ánimo desde la grada.

Comenzó el Granada a llegar a ráfagas, primero en largo y luego en corto. Petrovic se llevó un pelotazo en la cara, pero se recuperó. Los cartageneros llegaron con un zafarrancho de antiguos rojiblancos. Aparte de Rico, ejemplar, estaba el más reciente, Aarón bajo palos, que se reivindicó en el lugar en el que quiso triunfar con una estiradas prodigiosas y un correcto juego de pies que siempre le caracterizó. Evitó el gol en una volea de José Callejón y también en un tiro en carrera de Ricard Sánchez. Dominó el área tanto en salidas como en saltos, hasta que Uzuni se citó con él desde el punto gordo.

Las llegadas rojiblancas prosiguieron, pero con falta de maldad. Uzuni sesteaba, sin encontrar pradera libre, y eso era malo para los rojiblancos, que notaron el despertar del Cartagena en el tramo final del primer acto, con un chut de Franchu como aviso que desbarató Raúl. Los visitantes también perdieron a un centrocampista, Musto, pero no notaron su ausencia y siguieron atentos a algún balón huidizo para ir al espacio.

En el epílogo del tiempo inicial, Petrovic enroscó un remate con la testa con el que Aarón volvió a mostrar sus facultades. Había sobresaltos, choques y discusiones. Mucho barullo y ritmo en un encuentro pasado por agua, muy británico, como si más que comer mazapanes todos se hubieran vitaminado.

Tanto ímpetu se iba a acusar tras el descanso. Resentidos ambos equipos, el Cartagena cedió metros y al Granada le costaba descoser las líneas del rival, con abuso del envío largo. Sí hubo varias faltas en la linde del área que ni Callejón ni Uzuni convirtieron en amenaza para Aarón. La quietud se tenía que romper de alguna forma y cuando parecía que sería a través de alguna sustitución, llegó una acción que lo desequilibró todo. Un balón hacia Uzuni que devolvió en pared para Soro y en el que Calero le empujó por detrás justo al ir a tirar. Más aparatoso que violento, el caso es que el árbitro no dudó y cobró penalti. Uzuni tuvo su duelo individual con Aarón y ajusto perfecto para marcar el gol desde los once metros.

Con el deber cumplido de provocar algo que quebrara la resistencia rival, Soro se marchó y volvió Puertas, alojado en la punta, pero obligado a correr hacia atrás como todos. Se reactivó el Cartagena con acciones peligrosas consecuencia del balón parado, tremenda la del refresco Ortuño, con parada acrobática de Raúl.

Estaban con fuego en las botas los visitantes y todo se complicó sobremanera con la expulsión de Bodiger, torpe en un corte cuando ya tenía amarilla. Esto envalentonó al Cartagena, con Sangalli exigiendo otra pirueta de Raúl bajo palos. Paco López acopló rápido a Sergio Ruiz y Quini para contener la tormenta, pero lo que iba a llegar era un escarmiento censor a Alcalá por una entrada brusca sobre Petrovic, que entró en cólera. Diez contra diez llegó el alargue, con el Granada buscando la sentencia, aunque los forasteros reclamaron una mano extendida de Quini que en La Cerámica sí fue penalti.

Aarón no dejó que Uzuni sumara el doblete en el añadido. Sí completó el albanés una docena de tantos para recordar, en este arranque de 2023, quién es el pichichi, toda su remesa en Los Cármenes.