Uzuni sigue siendo el rey de la Liga

El Granada resulta fiable como un Roll Royce en su estadio y su empeño será dejar de parecer un utilitario de tercera mano cuando lo abandona. Con Uzuni, también gafado a domicilio, recuperó la rotundidad en velocidad, el colmillo en el área. Con un cuarto de hora devorando en el bufé del Andorra fue suficiente. Mientras Paco López prueba a otros efectivos y escala mejor la zona de recuperación, los rojiblancos no pierden el paso clasificatorio, obligados ya a algún saqueo cuando se marchan de viaje.

El equipo salió en tromba nada más sacar para contraponer la fórmula explosiva ante un Andorra que se preveía acaparador del balón. Todos los rojiblancos participaban con intensidad. Bryan, por fin titular y en la izquierda, acudía en la ayuda de Jonathan Silva, banda inédita, y todos andaban buscando acciones frenéticas con las que plantarse ante Marc Vidal. El Andorra, conjunto de autor, de un Eder Sarabia en un palco por sanción, salían como en fútbol sala y trataban de llegar trenzando hasta Raúl. Cordero Vega, testigo y juez, consentía demasiados contactos y a pique que estuvo de costarle caro a los locales en una falta eludida a Melendo con la que Bakis terminó marcando, pero en fuera de juego.

Se activó Bryan y la expectación creció en el ambiente. Tras una escapada con pase a Petrovic que el serbio no llegó a concluir, llegó otra al contragolpe que hicieron letal los dos socios del ataque. El malagueño exploró por dentro y vio a Callejón, que intuyó que Uzuni ya volaba por lo profundo. Le dio un pase con bisturí con el que el albanés encontró su hábitat preferido. Carrera, recorte y tiro ajustado al palo, por abajo inapelable.

La textura del Andorra se hizo gelatinosa ante un robo de Callejón a Alende, con nueva conexión con su compañero preferido en vanguardia para que alcanzara las 14 dianas globales, por si alguien le quería discutir el pichichi de la categoría.

Desde entonces, el Granada se echó una siesta. El partido giró hacia lo previsible. Un Andorra que secuestró la pelota y unos rojiblancos contemplativos, pertrechados a la espera de alguna carrera con la que desgarrar más los ropajes del contrario. Lo cierto es que perdonó Héctor Hevel ante Raúl Fernández, pero después ya no tuvo tantos problemas el meta bilbaíno, a pesar de que su horizonte se poblaba de enemigos.

Uzuni se atiborró del esférico en una jugada con Callejón muy cerca, que le reprochó que no tuviera la gentileza de devolver algún cariño tras lo del primer cuarto de hora. El motrileño pareció lastimarse la rodilla en un mal giro antes del descanso, pero volvió como si nada de la pausa.

El Andorra siguió igual, reiterando el pulso entre su carrilero Bundu, una aparición interesante, frente a un nervioso Silva, que no siempre supo cómo detenerlo, carente de ritmo por la inactividad.

El público se impacientaba un poco. La ventaja era considerable, pero ver a los suyos tan poco constantes con el balón avivó algún silbido. No le preocupaba mucho al conjunto en sí ni al entrenador, a la espera de más fallos del contrincantes. En uno de salida del Andorra, Uzuni pescó la bola y quiso que Melendo se estrenara, pero al menudo centrocampista se le hizo de noche y chutó al muñeco con todo para cantar bingo.

Los visitantes siguieron a lo suyo, de lado a lado con lo redondo y alguna irrupción a reseñar que convirtió la inquietud del respetable en algunos reproches. Tentó la suerte el portero Marc Vidal en una salida con los pies y se agigantó el enmascarado Raúl cuando le exigieron coletazos de dragón. Bajó rasante en un tiro y voló ante un soplido de Iván Gil. El vasco quería su novena hoja sin tachones.

Paco López recurrió a Sergio Ruiz, Perea y Puertas para cuestionar la gobernanza enemiga. Lo logró, pero más porque Melendo se ofreció por el pasillo central para iluminar el ataque. La tuvo clarísima Jonathan Silva en un servicio inmaculado que escupió Vidal en su salida.

Fue uno de los últimos servicios del genio catalán, guardado en la despensa por el técnico valenciano para dar entrada a Jorge Molina en el último cuarto de hora. El alcoyano se quedó reclamando el pase a Perea en otro hurto ante la defensa andorrana que desaprovechó el albaceteño, enredado al intentar driblar. Luego encabezó una carrera juvenil con caño incluido que despertó a la grada, coreando su nombre. Estímulo ahora que llegó Diédhiou y se espera algo más de competencia incluso.

López quiso retirar a Callejón para su reposo y el aplauso, pero los jugadores le pararon la sustitución porque era Silva el que no podía seguir. Quini se fue a ese sector y el motrileño aguantó hasta el final sobre el verde para saborear, con el resto, otra victoria más del Granada en casa, que pudo ser más holgada si Puertas llega a estar más preciso en varios enganches.

La pirotecnia inicial estalló en la cara de un Andorra que lleva lo de la posesión hasta el extremo, pero que tiene grietas atrás y filos romos. Los rojiblancos navegan confiados como anfitriones y cuentan con Uzuni, que demostró ante el club del que es dueño Gerard Piqué que sigue siendo el verdadero Rey de la Liga. Clara-mente.