'Cooling break'
La contracrónica ·
Al Granada no le bastaría con un par de pausas adicionales por partido para refrescarse, si acaso unos minutos en una cámara hipóxica o una sesión de crioterapia; el único consuelo de sus jugadores es que ya espera IbizaQuizás lo que habría que preguntarse no es por qué ha dejado de ganar el Granada sino cómo siguen en pie sus futbolistas, aunque vayan ... cayendo uno tras otro. En Mendizorroza se sumaron 57 partidos en la temporada desde aquel de Albania y se harán 58 el sábado contra el Getafe. Más que conjuntos que aspiran a ganarlo todo. De locos. En Vitoria no hacía calor, pero los rojiblancos bien habrían agradecido un 'cooling break' como los que sí volvieron esta jornada en aquellas regiones en las que el mercurio ya amenaza. Ni el fresco del norte ni las rotaciones aliviaron a un equipo que hace semanas que arrastra el alma como puede y con toda la dignidad que le cabe, que es mucha. Demasiado.
Con todo, y después de haberse visto dos goles abajo en una paupérrima primera parte, el Granada fue capaz de empatar a un equipo que se jugaba la vida. Todo lo que ocurrió antes del descanso fue nefasto. Hubo cinco cambios respecto al equipo que perdió con el Real Madrid en Los Cármenes y todos obligados, bajo riesgo de romperse los sustituidos si eran de la partida como le sucedió a Maxime Gonalons, a quien le habría costado ejecutar su opción de compra obligatoria el curso pasado al requerirle durante 45 minutos como mínimo en 25 partidos. Van cuatro veces ya que pide el cambio antes del descanso esta temporada, pero ya no volverá a calzarse las botas. Estuvo 'dormilons' en los dos primeros goles, quizás temiendo ya lo que podía sucederle.
Las circunstancias devolvieron a la titularidad a Adrián Marín allí donde acabó como cuarto lateral izquierdo de la plantilla. En media temporada no disputó más que noventa minutos en Mendizorroza, pero entre cinco partidos y en ocasiones ya con el añadido dado. No ha jugado mucho más en el Granada, que le fichó como último recurso para contentar a Diego Martínez sin conseguirlo. Le puso como extremo e intentó sacar brillo a su zurda como en el Camp Nou, pero acabó sustituido en el intermedio como en su debut frente al Levante. Él confiaba en que aquella asistencia a Jorge Molina podía cambiar su suerte, pero no fue así. Su titularidad y posterior sustitución en Vitoria pareció un guiño a la dirección deportiva alavesista.
Tampoco volvió de la pausa Nehuén Pérez –otro para el que no era su primera vez–, a quien Diego Martínez sacrificó por Germán y eso que el gaditano ya solo las ve de lejos, como en el gol de Joselu. El argentino apunta a capitán del equipo olímpico de su país en verano, que así estarán de centrales en la patria de Passarella, Perfumo, Ruggeri o Ayala. No pudo hacer demasiado Alberto Soro, que no se lo pasó tan bien como contra el Real Madrid.
El partido en Mendizorroza calibró el éxito del otro fichaje invernal del club, Domingos Quina, que ni ayer entró hasta que no quedaron cinco minutos. El empleo que de él ha hecho Diego Martínez explica bien las diferencias entre el fútbol real y el de los 'highlights', pues ni con dos golazos se hizo un sitio. Hubo comentaristas ajenos al Granada que, en la mejor campaña en la historia del equipo, llegaron a eclipsarse ante la que pensaron como a la nueva revelación del campeonato.
Al Granada no le bastaría con un par de 'cooling breaks' por partido, si acaso unos minutos en una cámara hipóxica o una sesión de crioterapia. El único consuelo de sus jugadores es que ya espera Ibiza, aunque habrá que ver cómo guardan la distancia de seguridad entre futbolistas de todo el mundo tras una temporada tan extenuante.
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