El Granada, obligado a reparar su imagen con mucha prisa
El equipo necesita una victoria contra el Mallorca mañana si no quiere que se vuelva a activar la alarma tras el fiasco en Mancha Real
Rafael Lamelas
GRANADA
Sábado, 18 de diciembre 2021, 00:07
Como en nada es fácil alcanzar el consenso, y menos en fútbol, ayer surgió un debate inacabado al hilo de si la eliminación del Granada ... en Copa del Rey frente al Mancha Real suponía la peor derrota de la historia del club rojiblanco. Para la estadística, se convertía en un hito negativo en toda regla, sin precedentes, al perder un partido concluyente ante un rival de tres categorías por debajo: un Primera frente a un 'Cuarta' (Segunda RFEF). Quienes pretendieron quitarle hierro a la debacle, contraargumentaron. Para algunos, el palo resultó más duro en aquellos encuentros pasados que frustraron ascensos o posibilidades de promoción, como aquel con el Quintanar, en Tercera, o el famoso 25J frente al Murcia en Los Cármenes, que privó de volver a Segunda, por hablar de acontecimientos no tan lejanos en décadas. Fueron los que fastidiaron toda una temporada y dejaron un dolor agudo y sostenido. Otros preferirían olvidar goleadas escandalosas, aunque las infligieran rivales de Primera de los llamados 'grandes', con un potencial superior. Aun con ello, no se puede cuestionar la anomalía de lo sucedido en Mancha Real. El sonrojo de un fiasco ante el contraste evidente entre ambos equipos, con unos daños colaterales aún por conocer.
A la postre, caer en el torneo nacional del KO ya forma parte de la 'costumbre': el Granada solo llegó a la final una vez, en 1959, y tres veces a semifinales. La última, en 2020, en un curso en el que el equipo pasó dificultades para eliminar a L'Hospitalet, de Tercera (lo que hoy sería la Segunda RFEF) por 2-3, resolviendo en la prórroga tras ir 2-0 al descanso; Tamaraceite, de la misma categoría, aguantando un tempranero 0-1; Badalona (Segunda B) por 1-3, necesitando otro tiempo extra; y Badajoz (Segunda B) por 2-3, en la tercera media hora de más.
El actual formato, a partido único en el terreno del conjunto de inferior nivel, ha alimentado muchas sorpresas de un tiempo a esta parte, sobre todo en casos en los que al Primera se le reducen las dimensiones y se le cambia a la superficie sintética, como le pasó en esos tres primeros duelos coperos a aquel Granada y como le sucedió al actual en tierras jienenses. A esto se agarran ciertos aficionados; son duelo en el alambre en el que no es tan descabellado precipitarse al vacío. Se han caído escuadras importantes y el Granada que se acabó ganando la etiqueta 'euro' estuvo a punto de hundirse.
Pero estar cerca no significa que acontezca. La única certeza es que a los anteriores rojiblancos no les pasó y luego llegaron a cotas insospechadas y que a los actuales solo les queda sobrevivir en la Liga, anclados en el sector bajo durante todo lo que se lleva de campaña. No en descenso, pero sí próximos a la quema. En algunos momentos, con los mismos puntos.
Si el ambiente andaba caldeado contra Robert Moreno en varios partidos en casa, aminorado por el triunfo con el Alavés, las miradas vuelven a contemplar al técnico catalán, pese a que por ahora maneje una renta apreciable respecto al antepenúltimo en la tabla, de tres puntos. No es el único bajo el foco porque el shock copero dejó en entredicho la profundidad de banquillo y el papel de varios futbolistas con un caché considerable que están aportando poco o nada. Eso apunta a la dirección deportiva también. Salvo Maximiano, un poco Rochina y algo Escudero, las incorporaciones no han supuesto salto alguno y se añora a sus predecesores. Unos por inadaptación, otros por bajo rendimiento. El reparto de culpabilidades también afecta a la dirección general y a la propiedad. Tantos cambios, unos forzosos y otros no, han debilitado el proyecto, de la mano de un plan de austeridad que a criterio de Patricia Rodríguez, o de sus 'jefes', quizás fuera necesario, pero que ha limitado mucho el margen de maniobra.
De Robert Moreno se ha dicho de todo. El comentario más reciente, antes del patinazo en Mancha Real, es que cultivaba una flor por esos tantos postreros que habían dejado puntos para los rojiblancos con Osasuna, Getafe, Alavés o Cádiz. Ahora, ha vuelto a la picota, mientras intenta pasar página. Aislar al grupo del ruido para ganar al Mallorca. La previsión es obvia; no será raro que aumenten los decibelios de la pitada cuando se le mencione por megafonía. Robert es responsable, pero también lo son los futbolistas que no dieron la talla este pasado jueves en aspectos que nada tienen que ver con la táctica y sí con la intensidad.
Moreno no quiso hablar de fracaso y fue empático con ciertos aficionados que se acercaron al bus a afear a la mayoría de jugadores que no les fueran a saludar tras el desastre. Sacó su lado diplomático y hasta acabó aplaudido. Es una persona que gana en la distancia corta, aunque sus gestos de autoconfianza y ciertos derrapes dialécticos le hayan generado una imagen distorsionada, aunque algo siempre hay de lo que se percibe. Quizás, intenta proteger a su gente desde la moderación, que a veces ayuda, pero otras toca calificar las cosas por su nombre. Y pedir perdón, aunque suene populista, nunca está de más. No basta con decir que se lo dejaron todo. No es suficiente ni real. Toca reparar la imagen a toda prisa.
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