El Granada disfruta de un viaje de placer a Canarias y Butzke se exhibe

Nada enturbió al conjunto de Robert Moreno, que manejó su alineación y cambios mirando de reojo lo que le aguarda el viernes con el Alavés. Pudo dar carrete a quien lo necesitaba y descanso a quien acumula más minutos. No agotó a los que opositan a la titularidad con los vitorianos. Quedan algunas dudas que se resolverán en estos días, pero la mera disposición de efectivos hacen intuir gran parte de su 'once'.

El encuentro careció de suspense. Solo repitió el canterano Torrente en la zaga. La Copa se brindaba como un banco de pruebas para explotar el fondo de armario y chequear con fuego real a otros cachorros. Pocas pegas le pudo poner el técnico catalán.

El Laguna fue lo que parecía, un conjunto humilde que afrontó el duelo con entusiasmo, sin encerronas, tratando de practicar un fútbol alegre. Agoney y Alexis se dejaron ver en los primeros compases, bien perseguidos por Pepe, que protagonizó pugnas bastante aguerridas. Su solvencia ya quedó acreditada con Diego Martínez. Ante las bajas atrás, quizás entre de lleno en la dinámica de los 'mayores' de nuevo.

Puertas, con el brazalete de capitán, se llevó un pisotón de Aymán tras una finta y Pizarro Gómez dictaminó penalti, una sentencia para los locales. Bacca tuvo el santo de cara, tras haber marrado un remate sencillo nada más comenzar. Ajustó el tiro, pero Alonso lo rozó hasta hacer rebotar el balón en el poste. Le regresó al cafetero como imantado, que solo tuvo que colocarlo al lado contrario al que se había tirado el portero.

Desde entonces, todo marchó sobre ruedas para los rojiblancos, con Santiago Arias y Carlos Neva convertidos en puñales por la banda. Especialmente reivindicativo se quiso mostrar el colombiano, sumido en el ostracismo desde que Quini le comió la tostada. Corroboró que en la fase ofensiva tiene recursos e ideas. En los retrocesos, poco exigido, no tuvo que apurar el límite.

Los canarios trataron de aturdir desde lejos a Aarón, pero el valenciano respondió sin inquietarse. Neva trasteó en el área contraria, pero Alonso se creció. También blocó un tiro de Bacca. Respondía bajo palos hasta que apareció un cóndor sobrevolando su área. Neva metió un centro exquisito que encontró a Butzke, imperial en el salto y majestuoso con un cabeceo a la escuadra. Se le debió cruzar media vida por la cabeza en pocos segundos durante la celebración. El sueño cumplido. Debut y gol con el Granada. Con su Granada. El club de su vida. Alegría impresionante del niño que quiso ser futbolista con ese escudo. Alguna lágrima de emoción.

El 0-2 le quitó levadura al Laguna, blando como un bizcocho en las acciones defensivas. Puertas irrumpió en un córner para ampliar la ventaja, sin obstáculo para frenarlo. A instantes del descanso cayó el cuarto, en una oleada mal remachada que trató de concluir Arias con un misil teledirigido desde fuera del área. El impacto dio en el travesaño y se la encontró Butzke, que solucionó sin aspavientos.

La única preocupación estaba en evitar posibles lesiones inesperadas. Aymán se excedió con Milla, por fortuna ileso, y luego Noe Dávila pateó por detrás a Butzke, que sí se quedó magullado, aunque casi anota en la siguiente llegada, ya en la segunda mitad. En ella ingresó Abram en la retaguardia y Bryan Zaragoza por Puertas.

Arias estuvo a punto de conectar con su compatriota Bacca y Milla probó de zurda, en una intentona en la que Puyi le dio otro trallazo, pero la manita la iba a cerrar Butzke, ante la generosidad de Bacca. El granadino, en versión zen, sacó la mirilla láser para que la pelota huyera de las manoplas de Alonso. Seguía renqueante, pero era su tarde de gloria.

Robert Moreno retiró a Milla para que los tinerfeños aplaudieran al que fuera ídolo y, de paso, ahorrarse lamentos ante alguna patada de los anfitriones. La rueda de cambios se agilizó para ambas escuadras. Hubo salida también para Butzke, que seguía aún molesto, para tapar atrás con Escudero y que se soltara Jorge Molina, que estableció el sexto tras una subida eléctrica de Soro.

El intrépido Bryan, extremo afilado del filial, intentó agitar por la izquierda, aunque lo que se llevó fue una amarilla en un lance por exceso de ímpetu. En medio de la ilusión de la chavalería, el 'abuelo' Molina cerró el expediente con un frentazo solitario tras otro envío de Bacca.

Bryan intentó cimbrear más el árbol, pero ya no daba más frutos. Lo descubrió Bacca, que se encontró el larguero y luego no fue capaz de embocar para el octavo. Ya era suficiente castigo para un contrincante noble, que tampoco es que repartiera demasiada estopa al final. Arrancar en un campazo como el Heliodoro alivió la incertidumbre para el Granada. En las ratoneras, que pueden retornar en la siguiente eliminatoria, se complica más la supervivencia.