El Granada deja de fluir y se condena ante el Eibar
El equipo sucumbe frente a los armeros tras reaccionar al gol inicial y muestra debilidad atrás y falta de resolución arriba
Rafael Lamelas
GRANADA
Lunes, 29 de junio 2020, 01:20
El Granada no fluye como antes y lo evidenció ante el Eibar, único contrincante en la actual Primera división al que no ha ganado nunca. ... Sin esa mística que suscita Los Cármenes con su público extasiado ni la fiebre competitiva que exhibían los rojiblancos antes del parón, hay muchas costuras que están sobresaliendo. No son fáciles de ocultar. Hay un cansancio físico pero también mental, quizás peor. El equipo ha estado tantos meses a un nivel tan alto, creciendo sin cesar y sin errores no forzados, que cualquier deriva, si es que la hubiera ahora, le afectará poco en la clasificación.
Granada
Aarón; Víctor Díaz, Jesús Vallejo, Germán Sánchez, Carlos Neva (Gil Dias, m. 73);Yan Eteki (Roberto Soldado, m. 46), Yangel Herrera, Antonio Puertas (Antoñín, m. 82), Darwin Machís; Fede Vico; y Carlos Fernández.
1
-
2
Eibar
Dmitrovic; Rober Correa, Burgos, Bigas, Rafa Soares (Cote, m. 65); Sergio Álvarez, Diop, De Blasis, Inui (Cristóforo, m. 65); Orellana (Charles, m. 75); y Kike García (Expósito, m. 87).
-
GOLES 0-1, m. 16: De Blasis; 1-1, m. 47: Roberto Soldado; 1-2, m. 69: Kike García.
-
ÁRBITRO Del Cerro Grande (comité madrileño): Amonestó al local Germán.
-
INCIDENCIAS Partido correspondiente a la jornada 32 de LaLiga Santander, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes a puerta cerrada para el público.
Sí queda claro que algunos efectivos de su plantilla no han llegado en plenitud a esta reanudación, muy visible en Germán, que últimamente sale a menudo en las fotos de los desalojos. Se acusa todo esto pese a que la bolsa de puntos no ha sido tan mala en esta vuelta y que la despensa tenía suficientes existencias para sobrevivir ante este calendario que atosiga. Están faltando algunas piezas maestras, claves en la maquinaria de construcción, y algunas se han desengrasado tras mantenerse en un estatus de infalibilidad. No era fácil conservar esa mezcla de eficacia y solidez.
El guion no discrepó de lo sucedido al principio con el Villarreal. De fallar una ocasión clara de gol, esta vez en las botas de Machís, se pasó a una respuesta enemiga letal en otro inesperado error en cadena en defensa. Una de esas pifias vulgares tan ajenas a este conjunto en el pasado 'preCovid' y que parecen un mal de muchos. Pero, al contrario que con los castellonenses, el Granada sí tuvo un amago de reacción. Además, de forma rápida, tras el descanso, con Soldado convirtiendo en oro el primer balón que cabeceó.
Cuando la escuadra parecía más en armonía, disipada la adversidad del resultado en contra, irrumpió un 'ex' que ya había dejado rastro de su enorme categoría en el primer tiempo. Orellana es un tipo singular e inclasificable, genial cuando quiere proclamar su calidad sobre el césped, aunque algo extraño en su comportamiento fuera para el que no le sabe comprender o no se esfuerza en ello. Dicen que se despide ya del Eibar, allí donde le han dejado su espacio y le han perdonado sus veleidades. Lo hizo por la puerta grande, reivindicado en un campo que no le amó como su fútbol merecía, el menos querido de los héroes del anterior ascenso. El que con más rabia actúa cuando se topa de nuevo con este escudo.
Con el 1-2 en el neón, el partido se puso muy cuesta arriba y se percibieron las serias limitaciones del banquillo local. Diego Martínez sólo hizo tres sustituciones. A Soldado se le unieron Gil Dias y Antoñín, prácticamente inadvertidos. No tenía más leña que echar a la caldera. Germán tuvo que concluir de 'nueve' otra vez. Aun así, hubo ocasiones para algo más, pero Dmitrovic sacó su envergadura a relucir. Los puntos se fueron para el País Vasco. Puede que también su salvación. La del Granada se coció hace semanas. Sólo se ha aplazado unos días su consagración.
El entrenador gallego se afana en buscar futbolistas que se le reivindiquen, pensando en el hoy y en el mañana. La salvada de Vallejo tras el penalti rechazado por Rui Silva en Butarque tuvo recompensa con una nueva titularidad. Eteki fue devuelto a la media, sin lucimiento. Bajo palos, por la ausencia por lesión de Rui, Aarón portó el negro tradicional de los porteros, siendo transgresor con guantes y botas amarillas, desafiando el gafe. Lo cierto es que el valenciano estuvo flojo en una suerte que domina, la del juego de pies, y muy acertado en algunas paradas. Poco pudo hacer en los tantos, vendido en todos ellos.
La formación se completó con Fede Vico en la mediapunta, otro al que Diego Martínez quiere darle ritmo. Pero el cordobés no termina de lucir pese a un buen intento de disparo con 1-1, en dura comparación con su homólogo en el otro bando, Orellana, que estaba en todas partes, culebreando sin cesar y con pases afilados.
Se aposentó el Granada con cierta agudeza, con pases diagonales que abrían líneas o lanzaban ataques al espacio, como uno en el que Víctor Díaz halló a Puertas y este se midió con Rafa Soares, poniendo un centro raso impecable, ideal para empujar el balón. Machís se tiró con todo, en porfía con Rober Correa, pero el chut experimentó una imprevisible parábola que superó el arco y dejó al venezolano confuso. El lateral había rebañado el esférico justo antes del tiro, provocando la trayectoria errónea.
Pinchó en hueso Machís y la inquietud no tardó en anidar en el otro sector. Primero fue Inui quien casi empotra a Aarón con un centro que le obligó a rectificar para no meterse con la pelota dentro de la portería. El caos estaba por acontecer. Un envío largo, peleado por Vallejo con Kike García, del que el delantero salió en ventaja, aunque el balón viajaba hacia donde estaba Yangel Herrera, con Germán justo al lado. El uno por el otro, la casa sin barrer, y el punta observó la escapatoria por la que esquiaba su compañero De Blasis, con Neva sin ponerle los grilletes. Aarón se quedó a media salida ante su carrera y metió la cuchara para rebasarle por alto.
El Eibar se gustó, con Orellana taconeando después para que el argentino volviera a probar la pericia de Aarón, que reaccionó. Con Soldado, el asunto varió tras el descanso. Eteki se quedó en la caseta tras aportar poco.
Desatados, los rojiblancos insistieron en pos de la remontada completa, pero Orellana no había dicho su última palabra. Puso un regalo a Kike García que este derramó. El siguiente sí fue para dentro, en otra falta de detección clamorosa en las filas locales.
Las sacudidas se repitieron, con el Granada encabritado en ataque. No pudo Carlos Fernández, más frustrado que otros días, ni tampoco Soldado. El equipo caminaba sobre el alambre, tan cerca de la gloria como de caer, pero al final se quedó sin nada. Lo peor no es perder, sino que cada vez cueste más reconocer a este conjunto que se labró un nombre siendo una roca y que ahora se agrieta. Se fracturó el centro del campo y lo demás está viniendo por contagio. No es que haya relajación, pero sí agotamiento. Jugadores que han abandonado el virtuosismo en el que parecían instalados. Todo pesa. Se hace largo el cierre.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión