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El Granada cubrió el expediente con el Racing de Ferrol. Hizo lo indispensable ante un equipo con sello de descenso y evitó que se cargara ... el ambiente más de la cuenta en una grada despoblada por la lluvia. Dos defensas, que hace no tanto jugaban poco o nada, adelantaron a los rojiblancos ante un contrincante con ganas, pero sin ninguna solidez atrás. Funcionó la estrategia en el tanto de Manu Lama e hizo un culebreo tremendo Rubén Sánchez para ampliar la ventaja. En la segunda mitad, Giorgi Tsitaishvili apuntilló en una llegada rápida y lo demás consistió en dejar pasar los minutos sin sobresaltos y dispensar el trámite de las sustituciones, con algún susto postrero sin influencia en el marcador. Lo gordo viene en las dos próximas semanas, pero al menos la zona noble ya no se contempla desde alta mar. El encuentro, en cualquier caso, no tuvo demasiado efecto terapéutico, pero supera una página necesaria del cuaderno de bitácora.
No hubo sorpresas en la alineación, titulares los dos centrales del primer equipo aptos, Rubio y Lama, recuperados Neva y Reinier para la causa, naturales para el lateral izquierdo y la mediapunta. La fibra del respetable estaba sensible y la directiva se llevó su censura.
Granada
Diego Mariño; Rubén Sánchez, Miguel Rubio, Manu Lama (Oscar Naasei, m. 84), Carlos Neva; Martin Hongla (Gonzalo Villar, m. 72), Sergio Ruiz, Tsitaishvili (Ricard Sánchez, m. 84), Rebbach (Rodelas, m. 72); Reinier (Manu Trigueros, m. 77) y Lucas Boyé.
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Racing de Ferrol
Yoel; Aitor Buñuel, Naldo, David Castro (Puric, m. 64), Insúa; Álvaro Sanz (Manzanara, m. 81), Gelardo, Dorrio (Chiki, m. 77), Raúl Blanco (Naim, m. 77); Heber (Álvaro Giménez, . 64) y Jauregui.
GOLES: 1-0, m. 32: Manu Lama; 2-0, m. 36: Rubén Sánchez; 3-0, m. 58: Tsitaishivili.
ÁRBITRO: Salvador Lax Franco (comité murciano). Amonestó al local Martin Hongla (m. 18); y al visitante David Castro (m. 45+3).
INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 30 de LaLiga Hypermotion, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 6.143 espectadores. Se guardó un minuto de silencio en memoria de Nico Hidalgo, exfutbolista del Granada.
Los equipos depauperados pero aún con un hálito de vida, como sucede con el Racing de Ferrol, muestran desparpajo cuando visitan campos en los que se asumen víctimas. En los primeros compases, se mantuvo firme y tuvo el balón con cierto criterio, pero atrás no había cortina que disimulara los desconchados. Naldo a punto estuvo de meterse un balón en propia puerta al ir a interceptar un centro. En el sector rojiblanco, la lluvia incesante prodigó algunos pases forzosos que elevaron el nerviosismo ambiental.
Neva intentó evolucionar por la izquierda. Aunque sus primeros centros salieron en catapulta, mejoró la precisión de las roscas. En una pasada, Tsitaishvili se orientó para chutar ante Yoel, que respondió con acierto.
Había demasiados enredos y le costó enchufarse a Reinier. Todo salía de arreones individuales, fuera por los extremos o por dentro. Rubio intentó una acrobacia en una acción de laboratorio en la que casi se lesiona. Finalmente aguantó el tirón. Boyé fue el primero en comprometer a Yoel, con uno de esos chuts de furia tan suyos, que el meta escupió a córner. El equipo tenía las líneas adelantadas y Rubén Sánchez se iba con valentía al ataque y a hostigar la salida rival. El primer gol sin embargo, iba a llegar desde el banderín.
Avisó primero Miguel Rubio en una peinada que abortó Yoel con reflejos agudos, pero la siguiente elaboración sería más refinada. Hubo un arrastre al primer palo de varios posibles rematadores y el movimiento limpió el poste trasero, por el que entró Manu Lama con la escoba. Con el pie a la red, para regocijo del madrileño, que hace poco calentaba banquillo y ahora es indiscutible y suma dos dianas.
Adelantarse era un principio de todo para el Granada, que percibió su superioridad manifiesta. Neva mejoró sus envíos, pero en la otra vera iba a aparecer un esquiador bajando por la pista del Río. Rubén Sánchez salió disparado desde el centro del campo y sorteó obstáculos con suficiencia para patear con una potencia descomunal.
Los zagueros cumplían el trabajo de los delanteros y hasta recibían los golpes de los de arriba, como le pasó a Lama en una ceja con un rival. Necesitó ayuda para cerrar la herida de guerra.
Boyé malogró una incursión tras el descanso en la que con un contoneo venció a Naldo, pero Yoel se le hizo ciclópeo al llegar a su jardín. Necesita muchas pedradas para dar en el ojo. Al Racing de Ferrol apenas le quedaba el orgullo, aunque estando el Granada sobre el tapete, en cualquier momento alguien podía dispararse en el pie. Alguno manejó el revólver sin mucho cuidado. Dorrio perdonó un cabeceo en medio de un nubarrón mental de los rojiblancos, con torpezas incomprensibles. Todo se calmó cuando Tsitaishvili acompañó a Boyé en un contragolpe para marcharse a Georgia en unos días con las tareas completadas. Los hados ya no mandan sus tiros a palos.
Lama continuó cortando como si fuera Loïc, aunque en una casi se complica con un penalti, que no fue por un previo fuera de juego. Escribá, pasada la hora de encuentro, reparó en los suplentes y apostó por Rodelas y Gonzalo Villar. Rebbach ya iba corto de mecha y a Hongla se le podía pelar el cable en cualquier momento con amarilla en la riñonera, demasiado amigo de las trifulcas, aunque sea un salvavidas cuando está entonado.
Mariño no se fue sin una buena parada a Dorrio, a mano cambiada. Reinier fue reemplazado como actuó, de manera discreta, con algún silbido tras otra actuación anodina, insustancial en ataque y vaporosa en las recuperaciones.
Manu Trigueros pasó a acompañar a Boyé, que esta vez no iba a necesitar homenajes postreros. Los tres puntos le brindan más gloria que cualquier cosa. Tras la vaquilla gallega, un toro en Cádiz y otro en casa que vendrá de Oviedo.
Para el final, Escribá le abrió la puerta a Oscar y Ricard, recibidos con pitos, con más motivos para el lateral por lo de Huesca que por la inmadurez del central. El caso es que el catalán, de extremo, se inventó una maniobra que casi le lleva a celebrar su retorno.
La puerta a cero se mantuvo, aunque Rubio casi deja vendido a un Mariño que sostuvo la concentración. Buena noticia que el portero no haya notado su suplencia. En el Nuevo Mirandilla llegará una verdadera prueba de estrés.
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