Uzuni salva una tarde amuermada
Un gol del albanés permite al Granada sacar adelante un partido áspero ante el Burgos, en el que no tuvo el fuelle de otras tardes
Rafael Lamelas
GRANADA
Domingo, 11 de diciembre 2022, 20:46
Uzuni, iluminado como suele como anfitrión, salvó con su gol una tarde amuermada que el Burgos convirtió en peliaguda. Un rival adulto, granítico, que compitió ... en Los Cármenes ante un Granada sin la energía de otras tardes, al que se le atragantaron algunas fases del encuentro. Los visitantes levantaron un muro desde el comienzo pero luego se tuvieron que abrir ante el peso del marcador y destaparon que también pueden proponer otras cosas, aunque ninguna les valiera para superar a Raúl Fernández, que colecciona otra puerta a cero.
Los rojiblancos ya están de nuevo en la locomotora, intratables cuando juegan al arropo de su público. Brota la magia y aparece la inspiración, aunque esta vez solo diera para una victoria escasa. Lo cierto es que el Granada generó otras situaciones para haber anotado algún tanto más, pero le faltó algo de tino. No cabe duda de que la producción ofensiva se ha multiplicado desde que arrancó la era de Paco López, que intervino para consolidar el triunfo con sus sustituciones.
Granada
Raúl Fernández; Ricard Sánchez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Víctor Meseguer (Víctor Díaz, m 46), Petrovic, Melendo (Quini, m. 77), José Callejón (Soro, m. 77); Uzuni y Jorge Molina (Perea, m. 57).
1
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0
Burgos
Caro; Areso (Borja González, m. 84), Córdoba, Grego, Fran García; Atienza (Saúl Berjón, m. 79), Navarro, Mumo; Artola (Valcarce, m. 67), Bermejo (Mourad, m. 67) y Juan Hernández (Curro Sánchez, m. 46).
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GOL: 1-0, m. 41: Uzuni.
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ÁRBITRO: Gorostegui Fernández-Ortega (comité vasco). Expulsó a Bermejo (m. 88; ya sustituido) por protestar. Amonestó a los locales Uzuni (m. 5), Ignasi Miquel (m. 28), Víctor Díaz (m. 64), Miguel Rubio (m. 88), Raúl Fermández (m. 95) y Soro (m. 95); y a los visitantes Navarro (m. 5), Curro Sánchez (m. 78), Mumo (m. 80).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 20 de LaLiga Santander, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 12.113 espectadores.
Tiene el Burgos una bien ganada fama de equipo áspero, de pocas concesiones. Es justa. Su guardameta, 'Churripi' Caro, se pasó 1.293 minutos sin encajar gol en la vigente temporada, trece partidos invicto que ejemplifican la solidez del sistema defensivo de los castellanos. Los resultados les han catapultado a la confortable parte alta de la clasificación, donde nadie le esperaba, un plus de confianza en todo lo que ejecutan, sabedores de que tienen red en caso de equívoco. Eso le hace muy peligroso para los que sí están apresados por objetivos ambiciosos.
Su patrón era claro; desesperar a un Granada que repitió alineación con respecto a La Rosaleda y los mismos diez futbolistas de campo que en el último encuentro en casa. Paco López, en poco tiempo y gracias a no sufrir bajas inesperadas, ha diseñado una estructura versátil en la que Melendo y Callejón gozan de libertad de acción y Uzuni olisquea arriba al lado del siempre inteligente Molina. El mecano se le puede fastidiar al valenciano si lo de Meseguer, que se lesionó, tiene cierta gravedad.
Uzuni salió encorajinado de Málaga tras sus múltiples fiascos en el área contraria. La kriptonita que le cuelan en la maleta la soltó lejos de Los Cármenes, donde se pone la capa de superhéroe y vuela. Si el jueves marró en situaciones insólitas, en su verde querido procedió con precisión láser, con las coordenadas claras.
Antes de su diana, el albanés fue amonestado en una decisión extrañísima del árbitro, que le concedió una falta a favor pero también la amarilla por bracear para protegerse ante Navarro en una carrera. Las marcas eran pegajosas por parte de los visitantes, que se pronunciaban al galope en los birles, mientras que se atrincheraban en las posesiones rojiblancas.
Está Callejón más suelto sin las obligaciones de actuar de referencia. Encuentra zonas por las que emboscar y oportunidades de tiro que antes no. Caro redujo su margen en dos chuts y Petrovic también quiso catar, desde lejos, el tacto del arquero del rival, al que le gustó recrearse en los saques mientras la cosa fue con el 0-0. También tiene buen pie y de sus saques rápidos intentaron sacar jugo sus compañeros, más incisivos si veían hueco.
Los locales construían, con varios remates sin éxito, y el Burgos especulaba sin renunciar a contragolpear, buscando los errores del Granada. Meseguer se lastimó y esto precipitaría su relevo al descanso por Víctor Díaz. Pero antes llegaría la secuencia del gol. La pelota llegó hasta el carril de Callejón, que acaparó atención y encontró a Uzuni con el tobillo mejor enroscado, delicado para poner el interior. Caro se quedó de piedra y el balón adquirió un efecto endemoniado para que Uzuni clavara su undécima flecha.
El Burgos dejó la especulación tras el receso, obligado a buscar el empate. El Granada, con el capitán en la sala de máquinas, ajustó con Melendo y Petrovic, mandando a Callejón a la derecha y a Uzuni a la izquierda. Los visitantes amenazaron con un tiro de Grego e Ignasi lo intentó con la testa en una falta al área. El Burgos ingería su propia medicina ante un Granada sin prisas y arropado, quizás con calma de más. Paco López dejó de ariete a Uzuni cuando incluyó a Perea. La situación seguía enquistada.
El público se fue amuermando ante la deriva del encuentro. Todo el mundo quería más, pero el espectáculo se enredó. El Burgos aleteaba y el Granada se hacía el longuis, actitud algo pasiva con riesgo. Raúl no tenía que emplearse en exceso, aunque el partido tampoco se precintaba. Perea trató de dar mesura con su calidad incuestionable, hipotenso sobre el alambre, y Paco López apostó por Quini y Soro, que casi cobra una falta directa desde un costado. Ricard ensayó desde entonces como extremo diestro.
El Burgos quemaba cartuchos, envalentonado, y el protagonismo ofensivo rojiblanco seguía en los pies de Uzuni, ya con los párpados entornados. Soro se durmió en una de las aproximaciones, pero no en la siguiente, que condujo hasta el albanés. Este chutó con las botas que lució en la Costa del Sol, las torcidas.
La grada apretó en la prolongación para no tener más lamentos, soñando con otro jolgorio que no llegó. La tarde no había sido de muchas palmas, sino de digestión pesada, de celebrar las pugnas, pero los puntos valen igual para dormir en los pisos altos del rascacielos de Segunda.
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