El Granada consuela a su afición con una alegría
Los rojiblancos firman una victoria convincente ante el Alavés con dianas de Uzuni, de penalti, y de Lucas Boyé, en el mejor partido del argentino. Samu, pitado sin cesar hasta su sustitución
El Granada le brindó un consuelo a su afición con una pequeña alegría, la victoria ante el Alavés, la tercera de una campaña para el ... olvido por lo demás. En la tarde del temido regreso de Samu Omorodion, no hubo ni un desmarque del excanterano rojiblanco, siempre rastreado por los anfitriones, y sí un brío inusual en sus antiguos compañeros, que se vigorizaron con un gol tempranero y se mantuvieron con orden hasta agrandar su ventaja y gestionarla sin demasiados apuros. Volvió el delantero que se fugó, pero marcaron el que se quedó, el pichichi Uzuni, y el que le sustituyó, Lucas Boyé, de sequía desde septiembre.
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Puede que el Granada haya alcanzado este estado de calma cuando ya lo importante se da por sentenciado. Sin tanta presión clasificatoria, con el esfuerzo comprensivo del bueno de José Ramón Sandoval en el día a día, el equipo siguió el camino del encuentro ante el Valencia, pero sin desmoronarse. En parte, porque el resultado sí le fue propicio y porque, además, se encontró un Alavés con las chanclas puestas. Ver a un enemigo así, que tampoco tiene unos futbolistas excelsos aunque sí un proyecto más coherente y sólido, muestra la medida de lo estrepitoso que es perder la categoría en un ejercicio como el actual, en el que a poco que la escuadra hubiera mantenido cierto empaque podría haber sobrevivido entre los mejores.
Granada
Augusto Batalla; Bruno Méndez, Miguel Rubio, Ignasi Miquel, Carlos Neva; Sergio Ruiz, Gumbau (Hongla, m. 83), Pellistri, Józwiak (Gonzalo Villar, m. 64); Uzuni (José Callejón, m. 75) y Lucas Boyé (Matías Arezo, m. 83).
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Alavés
Sivera; Gorosabel, Tenaglia, Rafa Marín, Rubén Duarte; Guevara, Antonio Blanco (Benavídez, m. 64); Carlos Vicente (Rebbach, m. 46), Luis Rioja (Sola, m. 46), Panichelli (Giuliano Simeone, m. 71); y Samu (Kike García, m. 64).
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GOLES: 1-0, m. 9: Uzuni, de penalti; 2-0, m. 38: Lucas Boyé.
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ÁRBITRO: García Verdura (comité catalán). Amonestó a los locales Uzuni (m. 45), Gumbau (m. 45+2) y Miguel Rubio (m. 60); y al visitante Gorosabel (m. 20).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 31 de LaLiga EA Sports, disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes, ante 13.398 espectadores.
Sandoval ya ha encontrado su equipo, algo que llevó meses a Medina. Le gustó tanto la primera parte del último duelo que prácticamente repitió con los mismos autores. Solo desentonó Corbeanu y el canadiense fue el que salió de la foto para que entrara Józwiak. El delicado sistema nervioso del conjunto suele colapsarse al recibir un gol, pero quedaba por ver cómo reaccionaría ante una diana favorable. Lo cierto es que tuvo un efecto vitamínico.
Todo lo originó Lucas Boyé, que se resolvió como un pívot de fútbol sala en el área para estrellar el balón en el poste. Pellistri y Józwiak se abalanzaron por la pelota perdida y la golpearon a la vez, como los gemelos Derrick en 'Campeones', aunque sin catapulta. El chut combinado, con ambos chocando aparatosamente, dio en el brazo estirado de Gorosabel. García Verdura captó el gesto del lateral y cobró penalti para regocijo de Uzuni, especialista desde los once metros. Llegó a la decena de tantos.
Se exhibía un escenario ideal para los locales, que ratificaba el plan de inicio. Miguel Rubio se pegaba como una lapa a Samu y el Granada cedía un tanto la iniciativa, pero dominando los espacios y lanzando contragolpes. Pellistri reclamó un codazo en el borde del sector crítico rival y Batalla, para que lo revisaran, fingió molestias, algo que también forma parte de su repertorio escénico, aunque lo principal son sus buenas atajadas. El respetable, con razón, reclamó que se quede para sacar al equipo del pozo de Segunda.
Samu se le encaró por el teatro y la grada estalló contra él, aunque no le dejaron ni un segundo de asueto sin silbidos hasta que fue reemplazado. No hubo que lamentar gestos racistas y sí una censura que entraba dentro de la lógica por lo ocurrido.
Batalla se mantenía consistente en envíos laterales y alguno que le llegaba de rebote. Esas cargas del Alavés no surtían efecto y el Granada, de una falta, extrajo petróleo. Gumbau tiró y rechazó la zaga contraria, pero Sergio Ruiz, muy cerca, templó un centro que cabeceó Boyé rodeado de enemigos. Fue un éxtasis para el argentino después de tantos meses de sequía, con dedicatoria para Sandoval, quien pareció gritarle «te lo dije».
Pocas veces este curso se había dado una suerte de ventaja así para los rojiblancos. Pocas veces se habían topado con un adversario tan poco intenso también. Luis García Plaza intervino con su bisturí al descanso y remodeló desde las bandas, colando a Sola y Rebbach, pero los suyos no terminaron de aclimatarse a Los Cármenes. Asomó Panichelli con algunos lanzamientos, mientras que Józwiak dejó ver detalles de calidad, pero todavía a un ritmo algo desacompasado con lo que demanda España.
Batalla palmeaba como poco cada esférico que orbitaba a su alrededor. El Alavés seguía en las nubes. El Granada se iba enlenteciendo, aunque continuaba profundizando en busca del tercer gol, que no llegó. Salió Gonzalo Villar, sin los achaques de otras citas, y también José Callejón, fino en sus intervenciones. La tarde se había puesto para aflojarse el nudo de la corbata y gozar un poco de esos estímulos que reportan los triunfos. Se puso todo tan propicio que Sandoval indultó a Hongla y soltó a Arezo.
Al final, aunque el fútbol se invista de un halo de trascendencia, se trata de sensaciones así. Pasar el rato con amigos o familia. Tratar de pasarlo bien, aunque dependa más de los protagonistas de la historia. Y si el equipo gana en medio de esta distracción, miel sobre hojuelas. Es lo mejor que puede quedar para los aficionados de aquí a final de temporada. Es lo mínimo que se merecen los seguidores de este Granada achicharrado. Honra y dignidad.
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