Gil Dias satisface en su segunda titularidad como rojiblanco
El portugués actuó como carrilero izquierdo y participó en los dos tantos nazaríes, aunque sufrió en la vigilancia defensiva a Aleix Vidal
Chema Ruiz España
Granada
Jueves, 2 de julio 2020, 01:28
Diego Martínez abrió el armario, empujado a rotar por el cansancio de sus hombres, y encontró al fondo una prenda portuguesa casi sin estrenar, aún ... con la etiqueta colgada. Decidió lucirla en Mendizorroza, para dar un respiro a Carlos Neva en un sistema con tres centrales, una prueba que en otras ocasiones no había dado buen resultado. O quizás le faltó algo de tiempo para surtir efecto. Gil Dias regresó al 'once', seguramente favorecido por la particular situación de Vadillo, tres meses después de su única titularidad con el Granada hasta ayer. El luso, condenado a jugar los minutos de la basura, parecía ganarse el título de 'bluf' de la temporada, avalado por Jorge Mendes y su paso por clubes importantes de Europa a su llegada, pero ante el Alavés desempolvó los patines y rodó con soltura en el carril izquierdo.
El portugués satisfizo y sorprendió a más de un hincha. Acostado en el flanco izquierdo, a la altura de los mediocentros frente a un muro de tres centrales, jugó con criterio, imprimió profundidad al ataque rojiblanco y participó en los dos goles. Sufrió, eso sí, en la vigilancia de su par, un Aleix Vidal que, sin balón, desajustó su posición con frecuencia y propició la corrección de Martínez. La vocación ofensiva es evidente en el granadinista y no puede disfrazarse, pero ni siquiera estas lagunas empañaron su notable actuación.
Desde el comienzo anduvo mejor con el balón en los pies, desplegando una calma inusitada en un plantel vertiginoso como el nazarí, que reculando. Preciso en el pase, marró alguna conducción y cedió a Aleix Vidal demasiado terreno en el área, a la salida de un córner, pero se repuso.
Las dudas comenzaban a brotar, pero al ecuador del primer tiempo se deshizo con aparente facilidad de la presión de Ximo Navarro para combinar con Puertas, en una acción que cambió el signo del choque y la inercia de su partido. Ganó en confianza, aun con sus dificultades en la marca, ansioso por correr hacia el ataque. Con el impulso previo al intermedio, inició el segundo acto. Condujo por su carril en una triangulación para que Machís, por delante, sirviera el gol a Soldado. Cambiaron a sus rivales en el costado, a los que ya se adelantaba sin sudar, y se permitió algún lujo. Terminó en el extremo contrario, ofreciendo finalmente su sitio a Mario Rodríguez para que debutase en la élite.
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