Gerard Moreno torpedea al Granada en Los Cármenes

Si Ole Gunnar Solskjaer, entrenador del Manchester United, toma de referencia este encuentro para evaluar al Granada, se estará frotando las manos, pero quien conoce a este equipo sabe de su capacidad para reponerse a la adversidad. Unai Emery, con cuentas pendientes del choque de la primera vuelta, superó a Diego Martínez, que quiso zanjar aquella refriega que tuvieron entonces con un saludo al comienzo que el vasco trató de evitar. Viejos camaradas, los amigos ya no lo parecen. Le hizo un desplante en la entrada, llegando al área técnica con el encuentro recién empezado, y ni se despidieron. Con la pizarra, se ensañó. Pareció pedirles un plus a los suyos y se lo brindaron.

El preparador del Villarreal agradeció hace unos días al seleccionador nacional, Luis Enrique, el tratamiento dispensado a su delantero estrella. Gerard Moreno viajó con la 'Roja' pero solo fue requerido en el tercer partido del combinado, en el que encima marcó. Preservado sin forzar, pues arrastraba unas molestias, llegó para rendir en plenitud frente al Granada. Está en esos momentos virtuosos en los que todo fluye para él, desde un control de artista a un caño oportuno, con una suerte de remates letales como escrute la portería, hacia la que siempre se orienta. No lleva 18 tantos de casualidad.

Ningún equipo reservó piezas pensando en la Europa League, aunque quien resultó eléctrico y constante fue el Villarreal. El Granada pareció un espectro, sin su intensidad natural, tarde en todas las citas. Dejar de bordear los límites a veces tiene efectos contraproducentes.

Gerard Moreno ya asomó su testa en los primeros compases, obligando a reaccionar a Rui Silva. La alineación rojiblanca parecía la mejor disponible, con los 'tres tenores' y esta vez Quini en el lateral zurdo y Víctor Díaz en la derecha. Ambos las pasaron canutas en las penetraciones de los amarillos, abundantes. Nadie encontró su sitio.

En un córner tempranero, apareció la tecnología. Pau Torres acudió a rematar, se subió a la chepa de Víctor Díaz y este golpeó el balón con la mano en la inercia del empujón, con el brazo estirado. Cuadra Fernández, pese a todo, indicó otro saque de esquina, pero Hernández Hernández le requirió por el auricular y el árbitro acabó contemplando la pantalla. Tercer penalti de VAR que se señalaba con los amarillos en la secuencia de esta temporada, dos en La Cerámica. Uno lo marcó Moi Gómez, el segundo se lo paró Rui a Alcácer y el tercero fue para Gerard Moreno. Abusivo. Insaciable.

Ya hizo diana la campaña pasada en el estadio nazarí, pero en esta ocasión no se iba a conformar con una solución tan elemental. Quería firmar uno de la categoría. La genialidad surgió en un saque de banda del Villarreal, en el que Bacca retrasó hacia Trigueros y este conectó con Moreno, que hizo magia. Se orientó el balón con la espuela y en un gesto elegante y veloz, dejando a Germán patidifuso, enchufó el esférico con sutileza de zurda, que cogió altura ante la salida frustrada de Rui. Quini pudo abortar el truco final, pero llegó forzado al despeje y lo que hizo fue alojarlo en la red con rotundidad.

Los rojiblancos tuvieron un leve atisbo de reacción en una llegada con chut de Soldado que alejó sobre la línea Mario Gaspar. Una raya en el agua, porque las llegadas las acaparaban los visitantes, manifestando su superioridad libra por libra. No veían forma de estirarse ni el método de cuestionar a un Villarreal que rozaba la perfección.

Todos parecían negados en el Granada, sometido Kenedy, anulado en sus amagues, sin capacidad para ensanchar el campo los centrocampistas, chato en general todo el conjunto. Los derroteros prosiguieron pesimistas en la segunda mitad, con Moreno imperial para un cabeceo picado que no concluyó en el arco porque el poste dictó clemencia.

El agujero negro seguía en la parte defensiva y engullía todo. Pedraza se coló sin preguntar y hubo un mal rechazo que no encajó Trigueros porque Rui reaccionó con la rapidez de un insecto. La deriva exigía una respuesta inmediata y Diego miró a Machís, que relevó a Víctor Díaz. Puertas pasó a ocuparse del lateral diestro. No hubo mejoría.

Aparecieron intentonas de agarrarse al encuentro, a balón parado y en una escapada de Soldado, invalidada por fuera de juego, pero era deambular sobre el alambre. Bacca se infiltró y erró en el mano a mano con Rui, pero le dio réplica Trigueros, al que el portugués sí le manoteó para detenerlo. Otro castigo desde los once metros que tampoco derramó Gerard Moreno. El 'hat trick' del mago catalán.

Con el duelo resuelto, Emery retiró al goleador, mientras que Diego Martínez comenzó a reparar en el United y orilló a su cuerpo de veteranos. Una recta final desconcertante, de idas y vueltas con zagas entre el relajo y el despiste. Capoue enganchó a uno de los ingresados, Jorge Molina. Todo estaba tan torcido que el del Alcoy mandó el chut desde el punto gordo a las nubes. Hay días para olvidar y este lo fue para el Granada, que dimitió sin remedio. Se concentraron todas las desgracias, faltó lo esencial y encima se toparon con un contrincante en estado de gracia, fulgurante. El jueves el granadinismo espera que todo sea distinto y que los suyos no parezcan bajo el influjo de la astenia primaveral.