Morir con las botas puestas

Así lo hicieron en San Mamés ante el reciente campeón de la Copa del Rey, con unos primeros minutos impropios de un equipo descendido virtualmente. Adelantándose en el marcador abrieron las esperanzas de concatenar ante otro equipo vasco una segunda victoria tras la conseguida en la jornada anterior ante el Alavés, pero los locales reaccionaron pronto empatando el partido, en una jugada donde las líneas del VAR en situaciones límites siempre son anchas para los equipos históricos y muy delgadas para los de abajo.

El equipo lleva tres encuentros posicionándose mejor y practicando un fútbol más acorde con la categoría en la que actualmente se milita. Muchos jugadores parecen mucho mejores que antes de la llegada del madrileño al banquillo. Significativo lo del polaco Józwiak, que cuajó una enorme actuación ante el Athletic y demostró un gran potencial físico, un apreciable buen sentido del juego ofensivo y compromiso en defensa. O lo de Gumbau, mucho más entonado ahora, acompañando a un incansable Sergio Ruiz, el mejor de los jugadores de campo de la plantilla rojiblanca en este curso. O lo del tándem Ignasi Miquel y Miguel Rubio en el centro de la defensa, que demuestran que lo traído en invierno para suplirlos no ha mejorado sus prestaciones. Frente a estas sensaciones de mejora hay piezas del plantel que no aportan lo necesario ni como revulsivos ni como soluciones de última instancia, lo que lastra las posibilidades de alcanzar victorias.

Ante un equipo superior en plantilla, el Granada supo posicionarse bien en tareas defensivas, sin encerrarse en exceso en su área, reduciendo las ocasiones claras del rival, lógicas en un duelo ante un equipo que aspira a competición europea. Es llamativo que las mejores actuaciones como visitante de esta temporada las haya realizado el Granada ante el Barça y el Athletic, en dos campos siempre complicadas para cualquier equipo de Primera.

El Granada de los tres últimos encuentros es el equipo que responde, cuando menos, al mínimo exigible para Primera. Lástima que este cambio de rumbo haya llegado tan tarde, que se haya desperdiciado todo el periodo tras la rescisión de Paco López, cuando la desventaja con el puesto último de salvación era aún recuperable.