Diego Martínez tiene firmada la renovación en caso de ascenso

Pepe Mel, que llega como rival a Los Cármenes, fue uno de los nombres que sonó para dirigir este proyecto, si bien todo quedó en una conversación entre el preparador madrileño y David Belenguer, hombre fuerte del grupo Hope –que controla el Granada– y que fue dirigido por Mel como futbolista. Los subrayados para comandar a los rojiblancos eran otros. El mismo día del encuentro de Mel con Belenguer se celebró el de Francisco Rodríguez con la cúpula de Hope, que hizo una escapada desde Lugo. Al almeriense le sedujo en lo deportivo la proposición, pero la primera oferta económica le pareció irrisoria y rompió las negociaciones. Diego Martínez era el otro míster al que Hope había hecho seguimiento y al final fue el que cuajó. Su manera de trabajar y la forma de interiorizar la filosofía que se quería en el Granada hicieron que los mandos de la empresa del presidente John Jiang acabaran seducidos por este vigués que puede estirar su estancia en su segunda casa; que es la de su pareja y donde empezó.

El grupo Hope acaba de adoptar a un nuevo club. Se trata del Suzhou Dongwu, de la Segunda división china, que desde ya será gestionado por los ejecutivos de la corporación, aunque no hay régimen de propiedad por parte de Jiang, como sí ocurre en Granda, Chongqing Lifan y Parma, en este último con un conflicto abierto con el grupo italiano que le arrebató unilateralmente parte de su accionariado. El quinto de estos 'hermanos' es el Tondela, que preside el propio Belenguer.

Raúl Martín Presa, presidente del Rayo, recuperó esta semana –durante la presentación del regreso de Paco Jémez– su particular teoría de la conspiración para justificar el último descenso de su equipo a Segunda. Sembró la sospecha sobre el comportamiento de un «defensa nuestro» en el partido contra el Granada de aquel año, que concluyó con un 2-2. Los dardos, parece, apuntan a Manuel Iturra, exnazarí que se marchó al Udinese, quien lo cedió al cuadro de la franja. Presa tira la piedra y esconde la mano, pues si vio algo raro entonces, debió denunciarlo a LaLiga. Todo, en el fondo, forma parte de su guerra con Quique Pina, este siempre con la aureola de episodios 'mágicos' en los finales ligueros. Sin embargo, el murciano –cuentan– ve influencias de la capital en aquel caso del maletín con Las Palmas con el que quisieron mancharlo y que quedó archivado. El tipo de marras –que llegó a autolesionarse– hablaba de un tal «Raúl» en uno de los audios intervenidos por la Policía. A saber quién será.