Derrota injusta tras un duro lastre
Un voleón a los 13 segundos adelanta al Sporting contra un Granada que manda después pero sin gol
Los partidos duran 90 minutos pero se pueden arruinar en 13 segundos. Fue lo que tardó el Granada en ir a remolque en El ... Molinón, sin consumar su reacción, pese a que monopolizó la pelota. Pocas veces se le saca tanto jugo a un voleón pelado por varias cabezas como hizo el Sporting, alguna del enemigo, para aumentar el desconcierto. Sin el factor sorpresa del debut, el técnico local, José Alberto López, mandó cargar sin previo aviso para pillar a los visitantes ajustándose aún el traje. Los pilló abotonándose. Cualquier debate estilístico quedó censurado en tres parpadeos. De un melonazo de Babin a la astucia de Durdjevic sin solución de continuidad. Lo que siguió fue una dictadura nazarí basada en la tenencia del balón pero sin abrasar a Mariño. Fútbol de parabrisas, maneras de señor feudal, pero con tiros de perdigón, sencillos de esquivar o repeler en la cota de malla del portero asturiano.
Real Sporting
Mariño; Geraldes, Peybernes, Babin, Molinero; Cofie, Nacho Méndez (Cristian, m.68), Álvaro Traver, Aitor García (Ivi, m.65); Djurdjevic (Pablo Pérez, m.78) y Álex Alegría.
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Granada CF
Rui Silva; Víctor Díaz, Germán, Martínez, Quini; Fede San Emeterio (Pozo, m.87), Montoro, Puertas, Dani Ojeda (Vadillo, m.53), Fede Vico (Rodri, m.74); y Adrián Ramos.
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GOLES 1-0, m.1: Djurdjevic.
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ÁRBITRO Sagués Oscoz (colegio vasco). Amonestó a los locales Djurdjevic, Molinero, Cofie y Traver, así como a los visitantes Montoro, Fede Vico y Adrián Ramos.
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INCIDENCIAS Partido de Liga disputado en el estadio El Molinón-Enrique Castro 'Quini' ante 20.052 espectadores (cifra oficial).
Todo se ajustó al guion previsto, de ahí lo impactante. Si algo se podía esperar en el arranque es una intentona directa, pues es la apuesta de los sportinguistas desde que embisten con dos puntas en el frente. Ambos equipos calcaron la alineación de la jornada interior y pronto cada uno exhibió sus fortalezas. El Sporting lo hizo a toda prisa, tras sacar de centro.
Resonó en los prolegómenos la banda sonora de Piratas del Caribe, una melodía que han adoptado los asturianos en este intento de reacción, como una travesía de los corsarios buscando tesoros escondidos. Lo cierto es que los acordes van más allá y les identifican hasta personificarles, porque actúan al abordaje. Los locales pusieron el balón en liza, lo atrasaron hasta Babin y los bucaneros tomaron el barco rival de inmediato, con fuego de cañones a estribor. El central exnazarí mandó una ráfaga al meollo, Alegría saltó como un pívot junto a Ojeda y el canario, sin querer, prolongó el esférico hasta Traver. Este prefirió que el artefacto siguiera su vuelo sin posarlo. Apareció Djurdjevic, un intrépido filibustero, para meterse en el cuarto de Rui Silva y saquearlo, descerrajando un tiro de arcabuz.
Todo había sucedido es un mero desliz, sin tiempo de acomodo para la singladura. El Granada estaba advertido. Sólo tres equipos le habían mellado en un primer tiempo en toda la temporada. Fueron Las Palmas, Córdoba y Sporting, que repitió pero de manera fulgurante. El sabotaje prosiguió durante escasos minutos más, porque el cuerpo le pedía algo de calma a los nazaríes tras la escaramuza. Frenaron el ímpetu local con una coreografía de toque que poco a poco fue acorralando al Sporting, guarecido y sólo pendiente de Djurdjevic pusiera otra carga en algún momento.
Con cualquier otro marcador, El Molinón increparía a los suyos de lo lindo, porque el encuentro tornó en monólogo de los huéspedes. El Granada empezó a lanzar salvas, primero de fogueo, luego con bastante pólvora, aunque Mariño tuvo reflejos de ardilla en las más humeantes. Antonio Puertas, con su don de la irrupción, fue quien empezó a orientar los envíos desde los costados, mientras el resto apretaba las líneas y robaba con frecuencia la bola. Sólo Djurdjevic tendió a escaparse, pero en una de ellas chocó cara con cara con Montoro, que no hay manera de que escape un día sin amarilla pese a no ser un tipo violento. El delantero serbio casi retrata a Rui en un intento de hostigarle, con un despeje del portugués a su cuerpo que no cogió puerta de chiripa.
El mando del Granada se extendió hasta el descanso, aunque le siguió faltando esgrima en los últimos metros. Puertas sacó el florete sin tocar a Mariño. Probó con un cabezazo templado por Montoro que ajustó abajo pero el cancerbero se lanzó como una liebre. Percutió Dani Ojeda con la zurda y Mariño rememoró al mejor Ablanedo, atento hasta cuando Puertas acudió al rechazo. La frustración del almeriense aumentó con otro giro de cuello hacia el esférico que escupió el larguero. El Sporting siguió renegando de la bola, pero el Granada no la embocó.
Adrián Ramos recuperó ritmo competitivo, pero continuó desatinado. Más ligero de piernas que otras veces, sus chuts carecieron de vehemencia a veces y de dirección en otras. El panorama no mejoró en la segunda mitad, ni siquiera cuando se le sumó Rodri. Ambos están obsesionados con una mala racha que no terminan de levantar.
Los locales quisieron retomar el encuentro tras el descanso con la maza en la mano. Enfilaron por el costado con Aitor García dando vida con centros que parecían crochets de izquierda. Djurdjevic, infatigable, buscó las costuras de la zaga nazarí. En un enredo se quedó mano a mano con Rui, pero intentó la vaselina y este hizo un tapón para invalidar su momento de gloria.
Perdonó el Sporting y el Granada retomó el dictado, aunque con más precipitación que en el primer acto. Vadillo saltó en busca de la inspiración perdida y aunque fue el más osado en el regate, no consiguió tampoco apuntar mejor que sus compañeros, tampoco a balón parado.
A falta de mesura, el duelo se metió en un callejón oscuro en el que volaban los navajazos. Tan pronto corrían uno en busca de desangrar al contrario como salían en estampida los otros por el espacio libre. Riesgo máximo en contragolpes alternos sin que nada perturbara el marcador. Vadillo trataba de probarse el frac pero no le llegó ni para colocarse la pajarita. Puertas sí afiló su aguijón, aunque Mariño se convirtió en su coco, dispuesto a amargarle la velada y aparecerse más tarde en sueños, como Freddy Krueger. El árbitro no vio sus garras en un despeje que era córner y que convirtió en saque de meta.
La rueda de cambios seguía sin sobresaltar los acontecimientos. El Granada no halló ningún atajo, y lo intentó con denuedo, y el Sporting no le mató en varias 'contras' que inflamaron a la parroquia gijonesa. Se entró en una fase de ansiedad menos fluida, en la que los nazaríes siguieron sin cobrar una simple recompensa. La noche se podía haber alargado y ahí seguirían, marrando llegadas, golpeando con mansedumbre, errando en la toma de decisiones definitiva. Rodri tampoco encontró la llave y Pozo acumuló fallos a la hora de lanzarse en un tiempo mínimo. Montoro la tuvo en medio de un tumulto, ya en la prolongación, pero ni por esas salieron del agujero negro. Los piratas del Cantábrico les cogieron en un renuncio. Intentaron responderles de mil maneras pero sin completar la frase con el vigor que correspondía. Sin gol, la isla paradisíaca se convierte en un paraje inhóspito. Y el cofre queda vacío.
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