Dani Benítez ya es jugador del Arenas

El que fuera extremo del Granada dejó Andorra el martes por la mañana y, tras doce horas de viaje en coche, llegó a la ciudad de La Alhambra con la intención de iniciar en una nueva vida en un Arenas con el que firmará como jugador hasta final de temporada, aunque relata a IDEAL que su vida «ahora va enfocada a ayudar a los niños con las experiencias buenas y malas que he tenido; quiero ayudarlos a que crezcan no solo a nivel deportivo, sino a nivel personal».

Es por eso que afirma que ha rechazado ofertas de Segunda y de Tercera RFEF para firmar por un Arenas de Armilla en el que el club granadino y él pueden ayudarse mutuamente. Dani Benítez valoró «otros aspectos al margen de lo deportivo» cuando tomó la decisión de dejar el Sant Juliá de la Primera división de Andorra, aunque, sobre el césped, «creo que todavía tengo bastantes años por delante para poder jugar».

«En principio quería terminar el año en Andorra, porque queríamos luchar por entrar en puestos europeos –cuenta sobre su decisión de cambiar su experiencia en el país pirenaico por este reto–, pero creo que llegan momentos en la vida en los que uno tiene que decidir cosas y yo aquí en Granada tengo familia, a mi hija, y tomé la decisión de volver. Surgió el proyecto del Arenas y, aunque me llamaron clubes de lo que antes era Segunda B y Tercera, esta decisión no es un tema de dinero. El Arenas es un equipo de División de Honor que me ofrece entrar en el club, trabajar con los niños y ayudarlos a que crezcan, que es lo que yo quiero».

La vida de este extremo que aspiraba a lo máximo en el mundo del fútbol dio un vuelco en 2014 cuando dio positivo en cocaína siendo jugador del Granada, club al que dejó de pertenecer en los días posteriores a ese acto de irresponsabilidad. Desde entonces, Dani Benítez ha intentado aprender de sus errores y no abandonar un deporte que tan feliz lo había hecho hasta ese momento.

«Más que aprendizaje, en los últimos clubes en los que he estado he logrado quedarme tranquilo conmigo mismo porque es evidente que me equivoqué, pero en estos años me he demostrado que soy jugador de fútbol. En Alcorcón tuve la mala suerte de que me rompí el tobillo y en cinco meses allí no pude jugar ningún partido, pero en Ferrol busqué volver a la elite, me salió la posibilidad de irme a Chipre y allí –con el AEL Limassol–, ganamos la Copa de Chipre. Luego volví a casa –al Poblense– y ascendimos a Segunda B, que eso es algo que a mí me llenó. Con el Sant Juliá me contrataron para jugar la previa europea, un mes o mes y medio, que luego se convirtió en más porque llegué a un acuerdo con el club y me sentía bien. Creo que habré jugado unos 10 partidos de Liga en los que he marcado dos goles y he repartido cinco o seis asistencias», relata sobre su vida en los últimos tiempos. Una vida lejos de Granada, a la que ha echado de menos. «Cuando salió la noticia de que podía venir al Arenas recibí 700 y pico mensajes de whatsapp y a mí me sorprende y me enorgullece que después de tantos años la gente se siga acordando de mí», dice sobre su vínculo con la afición de un Granada del que «veo todos sus partidos» y del que opina que su peor partido de este año «fue el último que jugó ante Osasuna».