El Córdoba frena a un Granada que no dejó de creer hasta el final

Roger Lamesa colocó sobre el tapete a sus mejores cartas, el teórico 'once' de gala en el que la única duda es, por el alto nivel de todas las mediocentros, la compañera de Pamela. En esta ocasión, el técnico apostó por una Alicia que leyó a las mil maravillas el partido y fue, junto con su compañera uruguaya, las únicas que entendieron el ritmo que precisaba el equipo rojiblanco para superar las líneas califas. Porque el inicio, además, fue de dominio visitante. El Córdoba saltó con muchísima intensidad, precisa en el pase y con dos referencias acertadas en cada acción, haciendo sufrir a Carol y a Nerea cuando abandonaban el centro y caían a la cal.

La primera gran ocasión fue para las verdiblancas, hoy de un elegante verde botella. En la derecha supieron encontrar la conexión dos hermanas, Claudia y Andrea Blanco, que avanzaron hasta que la primera puso un centro medido a la cabeza de Ruano. La delantera, de muy buenos movimientos y potente en el salto, cabeceó algo desviado. El Granada, superado en los primeros 15 minutos, fue serenándose algo cuando el balón llegaba a Alicia, que rompía líneas y ponía buenos balones en la estrategia. Fue ahí donde el cuadro rojiblanco buscó la respuesta al buen inicio rival, pero nadie acertó a rematar los envíos de Alicia.

Los mejores minutos del primer tiempo llegaron gracias a las botas de una futbolista que debe explotar esta campaña. Raquel empezó a penetrar por la zurda, haciendo daño en cada indecisión cordobesista. Fue la única que logró romper el muro verde, mientras que Lauri y Laura Pérez pecaban de impaciencia, precipitadas en el pase. La '10' portentosa en el la presión, buscó buenos centros, pero a Mascaró la vigilaban asifxiantemente. Hubo una jugada que pudo cambiar el curso del partido, un clarísimo penalti sobre Marta Carrasco en una falta que volaba hacia su cabeza.

De ese penalti que no quisieron ver en el trío arbitral, al golazo del Córdoba. Una jugada que resume las mejores cualidades de Ruano. Balón en largo que, con algo de indecisión en defensa, llegó a us botas, aguantó el cuerpeo con Postigo y domó el bote para, con clase, ponerla cruzada ante la salida de Pi. Un jarro de agua fría que no hizo sino aumentar la impaciencia con balón de las de Lamesa, que pedía calma y una concatenación de pases que solo llegada si Pamela y Alicia imponían su jerarquía en la medular. De hecho, de ellas dos nació la mejor ocasión. Un cambio de orientación de la uruguaya acabó en Alicia, quesuperó líneas con su conducción hasta encontrar a Carol bien acostada, sin marca, en la banda. Su centro era milimétrico, pero el ímpetu de Mascaró llegó medio segundo tarde al envío.

Al segundo tiempo, el Granada salió muy cambiado. Con un 3-5-2, al meter Lamesa a Cristina Moreno por Carol, poner carrileras con Nerea y Raquel, y centrar a Laura Pérez. También quitó a Alicia, seguramente cansada tras la Copa, para meter a Noe Salas. La presión se adelantó y la vigilancia a Ruano y Paula aumentó la intensidad al doblar la marca sobre ellas. También empezaron a conectar con mayor fluidez, si bien el orden del Córdoba se mantuvo ante el camaleónico cambio nazarí. Raquel, aunque más retrasada en el campo, logró poner la primera buena bola al corazón del área, pero Noe remató muy forzada de cabeza y Arrate atrapó.

El Granada se hizo por completo con el mando del partido gracias a la recuperación en campo contrario y a otra modificación táctica de Lamesa que ayudaría a aguantar más el balón. Inés entró a fajarse en el centro y Pamela pasó a jugar de líbero. Nerea fue la viva imagen de las ganas con las que salió el equipo rojiblanco al segundo tiempo, mordiendo en cada jugada, alargando el esfuerzo sin límite y siendo siempre vertical. En una de las jugadas encontró a Laura desmarcada. La '7' se giró y preparaba el disparo cuando una rival le derribó con una peligrosa entrada. Raquel asumió el lanzamiento y la estrelló con violencia en el travesaño.

La '10' siguió siendo el mejor argumento para empatar cuando puso una falta en la zona del córner muy tensa al segundo palo, el arrastre hizo el resto para dejar sola a Mascaró, que disparó sin oposición. La defensa cordobesa, un mar de piernas, logró desviar el esférico, pasando por encima del larguero. El Córdoba dio dos pasos para atrás, dejando de ser por completo el equipo dinámico y propositivo de la primera mitad. Las ocasiones rojiblancas no dejaban de llegar, pero faltaba concretar el último pase o sorprender con un disparo lejano. Todo se redujo a un balón parado defendido bien por las cordobesas, que obligaron al Granada a rematar lejos sacando fuera su línea. Ni siquiera se pudo esperar el milagro, aunque este se apareciese en un remate de cabeza a la desesperada de María Pi, que subió en una falta a favor ya en el descuento. La portera remató en el área chica, pero salió lamiendo el poste.

Al final el Córdoba pudo saborear tres puntos que le colocan como lo que ya era antes de pisar Granada, un serio candidato al ascenso con una plantilla obcecada en su objetivo de seguir creciendo, devorando retos. En esta ocasión, logró frenar a un equipo al que no le bastó ser camaleónico tácticamente ni luchar. Sí que es el camino, sí que dejó el escudo levantado, brilloso a pesar del barro con el que se manchó la camiseta en cada caída. Siempre supieron levantarse, y ahora será igual. Visita el Castellón de nuevo Granada la próxima semana, queriendo vengar su eliminación en Copa. Y el Granada, quitarse el sabor de boca de esta derrota en casa.