Halloween tardío
Al Granada le sale todo mal en La Romareda, de un primer gol en contra a los 35 segundos que anula un plan muy específico a las lesiones y las expulsiones de Józwiak y Rubén Sánchez tras el gol de Uzuni que daba fe por el empate
Todo lo que podía salirle mal al Granada en Zaragoza le salió peor, bajo la versión más macabra de la ley de Murphy. Los rojiblancos ... acabaron desesperados en el Halloween tardío que acogió La Romareda para ellos, con un 'scape room' que se cebó con cualquier conato de esperanza por puntuar de principio a fin. De las lesiones a los goles y de estos a las expulsiones, el Granada acabó en la ciudad del cierzo más troceado que las víctimas de la película Saw.
El plan que Fran Escribá ideó por su vuelta a La Romareda se desmoronó a los 35 segundos, que fue lo que tardó Iván Azón en desmoralizar a Miguel Rubio e Ignasi Miquel, que le hicieron internacional. Todo un circo de los horrores que incluso obligó por momentos a retrasar a Ricard y a Tsitaishvili para auxiliarles. Anulada la salida de balón desde atrás por la vulnerabilidad de ambos centrales, acrecentada la del zurdo por la tarjeta amarilla que vio a los siete minutos, ni el trivote intervenía ni Myrto Uzuni aguantaba balón alguno como solitaria referencia arriba.
Al Granada le costó un riñón dar tres pases seguidos durante la primera media hora, que fue lo que tardó en entrar en el partido. No fue hasta entonces, de hecho, cuando los responsables de la retransmisión se dieron cuenta de que jugaba Sergio Ruiz y no Gonzalo Villar, en el banquillo por precaución tras sufrir unas molestias durante el calentamiento. Todo parecía salirle del revés a los rojiblancos, ya que su reacción durante el primer acto acabó interrumpida de golpe a los cinco minutos.
Sergio Ruiz, que ya pareció intuir que no debía estar jugando al mandar a las nubes desde dentro del área la primera combinación con sentido de su equipo, recibió un botazo de Marc Aguado sobre la rodilla derecha que le asustó tanto como a sus compañeros, aunque luego pareciera solo un golpe. El zaragocista, encima, le miró con desdén, como si se hubiera caído solo. Hasta entonces era Trigueros –que sufría con errores impropios– quien acumulaba todas las papeletas para quedarse sentado tras la pausa, pero Escribá tuvo que anticipar su corrección con el cántabro, recuperando el 4-4-2 con Lucas Boyé.
Todo lo que el Granada parecía haber mejorado tras la pausa se fue también al traste ya pasada la hora por otra vergüenza atrás, esta vez tras sentar Adrián Liso a Ricard sobre la línea de fondo. El lateral fue sustituido al momento por Rubén Sánchez, a quien ya debía dolerle el golpe que arrastraba como para que Escribá insistiera con el catalán como titular tras los 90 minutos de la Copa del Rey. Tampoco pareció molestarle tanto en su primera arrancada, tan revolucionado que tropezó y, tras levantarse, vio tarjeta amarilla por pisar a un rival en la pugna.
El Granada boqueaba tras el segundo gol del Zaragoza, atacando con poca fe ya en la remontada, cuando Uzuni acertó a la escuadra de Poussin en su primer disparo del partido. Sin embargo, ni celebrarlo siquiera pudieron los rojiblancos al provocar el portero la torpe expulsión de Kamil Józwiak al quitárselo de encima mientras corría con el balón hacia el centro del campo. Una reacción poco inteligente que acabó, no obstante, sin castigo para la acción antideportiva del guardameta. Siguió una segunda amarilla para Rubén Sánchez, que se quiso vengar por su cuenta tras burlarle Ais Reig una dura falta previa.
El árbitro conservaba la guadaña del disfraz en el bolsillo de las tarjetas para el Halloween futbolístico que padeció el Granada en La Romareda. El auténtico horror, no obstante, continuaba a unos kilómetros en la Comunidad Valenciana.
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