Otros jugadores, mismo gafe
Aitor Karanka refresca su equipo con cuatro novedades en su alineación titular pero el martirio de Ipurua continúa bajo la sempiterna lluvia de Eibar en un partido que se jugó a lo que quisieron los armeros en todo momento
Nadie sabe ni quién ni cuándo, porque el primer precedente data de 1987, pero alguien debió maldecir al Granada en Ipurua que desde entonces es ... incapaz de ganar allí. Pasa el tiempo y pasa la gente, jugadores y presidentes –como cantan los hinchas– e incluso etapas en categorías distintas, ahora en Segunda división, y los rojiblancos siguen encogiéndose cuando visitan Eibar ya no como quien va al dentista sino como la mascota que vuelve al veterinario y no sabe qué le van a hacer. Aitor Karanka introdujo cuatro novedades en su alineación titular respecto a la derrota en Andorra, pero ni por esas ni tras el tirón de orejas del entrenador tras el encuentro allí hubo manera de revertir una segunda derrota consecutiva que parecía escrita. La misma historia de siempre.
Erick Cabaco suplió en la zaga al lesionado Ignasi Miquel, fuera de la convocatoria, y a su lado Jonathan Silva relevó a Quini tras haberle ido comiendo minutos en las rectas finales de los encuentros anteriores. En la medular, Petrovic sentó a Sergio Ruiz por una cuestión de brío y en ataque, Jorge Molina se hizo con la referencia para recuperar sus labores de boya. Nada terminó de salir bien del todo. Sin cambios al descanso ya en desventaja, Karanka no movió el banquillo hasta la hora y porque le obligó la lesión de Jonathan Silva–tras no dar una con el balón en los pies, muy impreciso en sus envíos para el buen golpeo que posee– y pocos minutos después cayeron de seguido dos goles armeros más.
Cabaco salió retratado en la foto del tercero. No pareció digerir bien el tanto de Tejero, de nuevo en una acción desde la esquina que Aketxe botó en corto mientras él y Rubio protegían el área junto al resto de sus compañeros, y regaló un pase sencillo tras el saque de centro que ya lo alteró todo hasta que Stoichkov firmó la sentencia. De nada valió un primer esfuerzo del uruguayo al corte dentro del área, ya al límite de su físico y con las medias bajadas, sin llegar a alejar la pelota del todo. Consciente de su error, escondió el rostro bajo la camiseta con rabia, como si quisiera comérsela mientras deseaba que la tierra se lo tragase.
Las emociones tomaban a Cabaco, pasional en sus virtudes y en sus defectos pero demasiado nervioso para el líder que se espera que pueda terminar siendo. En el primer tiempo sí mantuvo la calma durante la pugna que protagonizó con Blanco Leschuk. El delantero argentino fue sustituido al descanso pero pudo y quizás debió haber sido expulsado antes tras varios impactos en rostros granadinistas. A los veinte minutos le plantó un codazo al uruguayo pero este, tras dolerse, no solo no trató de vengarse sino que le dio la mano, como en pugnas posteriores, frustrado por el corpachón del armero en una acción en la que terminó llevándoselo al suelo. Sus demonios fueron traicionándole conforme el físico se le agotaba, burlado en el cuarto por una finta de Bautista.
Tanto el Eibar como el Granada son dos equipos que prefieren que todo ocurra lejos de sus áreas y en Ipurua solo sucedieron cosas en la de André Ferreira. Lo vio siempre todo demasiado lejos Jorge Molina, que apenas inquietó a Yoel al anticiparse al portero en un centro de Antonio Puertas al corazón del área cuando la distancia era aún mínima. También acabó frustrado Njegos Petrovic, tras mucho correr y mucho chocar como a él le gusta. Parecía que el serbio iba a disfrutar incluso en Ipurua con sus virtudes de 'box to box', pero sus mejores minutos fueron un espejismo, como los de su equipo. No ha nacido aún una versión del Granada que gane en Eibar.
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