Lo que duró Tsitaishvili
El extremo georgiano protagoniza varias carreras y acciones de calidad que no consigue transformar en los goles que a su equipo le hicieron falta, cayendo exhausto a la hora de juego a falta de ganar algo más de carrete con los partidos
Nueva temporada y mismos disgustos para la afición del Granada, pero si hubo un futbolista rojiblanco que se salvó de la quema en Los Cármenes ... por la inauguración de la campaña en Segunda división ese fue Giorgi Tsitaishvili. Con muchos kilómetros en sus piernas de alambre, el extremo georgiano cedido por el Dinamo de Kiev protagonizó varias incursiones por la banda derecha aunque no terminaran en los goles que su equipo necesitó y en los que no pudo colaborar antes de caer rendido hacia la hora de partido a falta de ganar más carrete.
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Tsitaishvili volaba y sus compañeros le buscaban al espacio, gustándose luego con taconcitos y pisadas como si ya fuera por el salón de su casa. Mucha clase no exenta de sacrificio, ya que tampoco le importaba echarse al barro para auxiliar a Ricard Sánchez. 'Jorge' no tardó en sacarle brillo a su pie izquierdo, con magníficos centros combados y un trallazo precioso al larguero de fuera hacia dentro. Su enésima huida enfebrecida hacia la portería de Raúl Lizoain se quedó en un envío hacia Myrto Uzuni al que no llegó el albanés y que habría supuesto la sentencia al seguir al gol de Miguel Rubio antes de la remontada manchega. El tanto de Morci, además, colándose el autor a su espalda tras peinar su compañero Higinio un saque de banda. Aun así, el veterano Jaume Costa ya no volvió a salir tras el descanso.
Estuvo especialmente activo Weissman desde el principio, tanto para desmarcarse por todo el frente del ataque e incluso a las bandas como para trabajar sin balón en la presión y hacia atrás. Volvía a ser titular en Los Cármenes quince meses después, tras su cesión a la Salernitana italiana, con ánimo por estrenarse en casa al haberse quedado seco en sus ocho partidos anteriores en el Zaidín. Sin embargo, el israelí no consiguió aprovechar ninguno de los centros que entre Carlos Neva y Tsitaishvili le brindaron pese a revolcarse incluso desde el suelo en uno de ellos. Tampoco el georgiano atinó en un escorzo en plancha a la vuelta del descanso que ni salió por línea de fondo.
Lo de Tsitaishvili desde luego era los pies, más concretamente el izquierdo y casi que solo ese, y un latigazo suyo desde la frontal después de una conducción en la que dejó con el molde a dos defensas del Albacete forzó una formidable estirada de Lizoain. La entrada de Theo Corbeanu por Kamil Józwiak a la hora –surrealista la escena en la que uno no sabía si salir y el otro, si entrar– mandó al georgiano a la banda izquierda, fiándolo todo Guille Abascal por tanto a los centros al área que esperaban Uzuni y Weissman. Y ahí siguió Tsitaishvili sirviendo bolas, rematando Corbeanu la primera.
No duraron mucho más ni el georgiano ni el israelí, sustituidos por Lucas Boyé y Pablo Sáenz. El futbolista procedente del Recreativo empezó a justificar su promoción al primer equipo con un fantástico centro con su zurda en la primera pelota que tocó que Miguel Rubio mandó a las redes, anulando sin embargo el VAR su doblete por un fuera de juego previo de Manu Trigueros. Y ni Corbeanu encontraba a Boyé ni el propio canadiense precisaba sus remates con Sáenz poniendo centros altos y rasos sin cesar también.
Tuvo que ser Manu Trigueros, que no dejó de repartir juego indistintamente con un pie u otro desde que salió más allá del infortunio en el gol anulado, quien dejase solo a Uzuni ante Lizoain en uno de esos balones al espacio que algunos futbolistas siguen poniendo aunque vayan a por los 40 años. El albanés superó en su carrera a Ros pero luego, ya en el área, se le hizo de noche con un remate sencillo de blocar cansado ya como estaba. El propio Trigueros y Corbeanu lo intentaron ya e el descuento, pero no hubo manera.
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