Insua reclama galones
El central rompe más de dos meses de inactividad por su vuelta a Gijón para reencontrarse con el Sporting y cuaja una actuación excepcional, secando a su excompañero Otero pese a que este sí aprovechara un emparejamiento con Oscar
Cuando nadie parecía contar ya con él, Fran Escribá desempolvó a Pablo Insua de su fondo de armario quizás aferrado a su motivación por volver ... a Gijón. Pareció como si el central llevase más de dos meses conservado en formol para su reencuentro con el Sporting en concreto. Resignado al ostracismo desde que Guille Abascal le degradase de la titularidad a la cuarta opción en la zaga, Insua vino a reivindicarse en El Molinón como el defensa experto en su oficio que ya comandó desde atrás a un candidato al ascenso la temporada pasada.
Emplazado por la urgencia, Escribá apostó por un sistema con tres centrales quizás por primera vez en toda su carrera por muy irrenunciable que le pareciera jugar con cuatro, aunque sí reivindicara su flexibilidad en todo lo demás. En realidad, vino a hacer algo parecido a lo que hacía Abascal cuando también le faltaba Martin Hongla, solo que el valenciano contó además con Sergio Ruiz como aliado pese a que su rodilla derecha pareciera la de una momia con tanta venda.
Insua quedó incrustado entre Oscar Naasei y Miguel Rubio a modo de libre y no acusó la inactividad ni tan siquiera en cuanto a su capacidad de mando, creciendo como si el primer trimestre de competición no hubiera existido. Pronto quedó emparejado con su excompañero Juan Otero, que debió haberlo sido también de habitación por la facilidad con la que adivinó sus desmarques y la confianza con la que le atizó con cualquier parte del cuerpo, pectorales incluidos y también sin balón de por medio al sacarle de su zona, con carta blanca por parte del árbitro que ya le perdonó una primera tarjeta amarilla al poco de pasar del cuarto de hora.
El acierto de Insua en sus primeras porfías aéreas y al espacio le fueron dando confianza también con la pelota en los pies, más solvente que Miguel Rubio al punto de amenazar su titularidad en adelante. Trató de jugar con verticalidad hacia Lucas Boyé y Shon Weissman, no siempre con éxito. Bajo el dominio del Sporting, no obstante, blindó su pasillo con la inestimable colaboración de otro 'ex' como Diego Mariño por detrás bajo palos –con algún pito de la 'Mareona' cuando jugó con el reloj– y de Sergio Ruiz por delante, erigido en el ancla o más bien cepo del equipo para salvar el culo a los tres centrales en alguna ocasión incluso.
Sufría el Granada tras el descanso, achicando agua Insua, cuando otro futbolista que también reaparecía mucho tiempo después aprovechó la oportunidad. Escribá resolvió el 'casting' para sustituir a Myrto Uzuni renunciando a los extremos para no tener que elegir entre Reinier y Shon Weissman, y bien que se lo agradecieron. El brasileño vio al israelí por el rabillo del ojo y le cedió una bola de cabeza para que este la mandase a guardar. Sin embargo, bastó que Insua soltase a Otero en un solo lance al lanzarse a ras de suelo por otra orilla para que el colombiano le comiera la tostada al joven Oscar para empatar.
Y sin embargo, cosas del fútbol, iba a ser Siren Diao quien volviera a ponerse la capa de superhéroe sin Uzuni al igual que en el derbi contra el Córdoba. Todo vino del enésimo despeje de Insua, todos bien orientados como para ser algo más que eso, sin quitársela de encima por quitársela, y Boyé lo convirtió en oro para que el joven ariete volviera a extraer petróleo de su zurda no sin la ayuda de la cantada de Rubén Yáñez.
Insua siguió poderoso en el cuerpo a cuerpo también con Caicedo, al que no conocía de nada, e incluso tiró la línea del fuera de juego que anuló un segundo empate del Sporting. Si se comprometió con el Granada en mayo aun pudiendo ascender allí fue por algo.
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