Un colofón por todo lo alto
Los cabezazos de Bernardo y Aguirre sellan el triunfo rojiblanco en la celebración del ascenso en el campo, que trajo la vuelta de Rico
Rafael Lamelas
GRANADA
Domingo, 9 de junio 2019, 01:55
Para algunos quizás fue un adiós, para otros un hasta pronto y para todos un hasta siempre. El Granada puso el colofón a sus ... actos festivos del ascenso con un partido de fútbol, como no podía ser de otra manera. Ganó y oreó su fondo de armario para abrochar esta temporada inolvidable. Repescó una prenda de lujo, Fran Rico, que tuvo la habilidad de no cometer un solo error durante su presencia, dos años y cuatro meses después de la última vez que actuó en un encuentro con público y rigor. El Alcorcón opuso escasa resistencia, con el bañador ya puesto. El ritmo del encuentro, plomizo, propició el reingreso plácido del genio de Portonovo en la competición. Ha vencido por esta vez a su puñetera rodilla en un pulso insufrible para cualquier otro. Ahora tendrá que someterla hasta la rendición.
Granada CF
Aarón; Adri Castellano, Bernardo, Alberto Martín, Álex Martínez; Fran Rico (Neva, m.55), Azeez, Nico Aguirre, José González (Fede San Emeterio, m.76); Pozo y Ojeda (Adrián Ramos, m.40).
2
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1
AD Alcorcón
Raúl Lizoain; Laure, David Fernández, Elgezabal, Bellvís; Boateng, Mayoral (Losada, m.76), Nono (Arribas, m.75), Borja Galán, Relu y Sandaza (Pereira, m.71).
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goles 1-0, m.7: Bernardo; 2-0, m.14: Nico Aguirre; 2-1, m.56: Borja Galán.
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árbitro Iglesias Villanueva (colegio gallego). Amonestó al visitante Elgezabal.
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INCIDENCIAS Partido de liga disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 15.162 espectadores (cifra oficial).
Él ha puesto mucho de su parte en esta particular batalla, sobre la camilla y el verde. El de la ciudad deportiva y, ayer, el de Los Cármenes. No ha perdido el tacto ni el toque de primeras, tal vez dentro de unos meses de Primera. Sigue manejando una precisa catapulta y guarda un mapa en la cabeza. Su presencia acrecentó el interés sobre un duelo cuya sustancia estuvo en recordar lo conseguido por parte de un público entregado. Ojalá que el hasta nunca a la Segunda división.
Pasarán los años y probablemente el hincha rojiblanca rememore este curso con orgullo y nostalgia, como ocurrió en su día con aquella versión fabulosa dirigida por Fabri González. Era otra época, de fulgor tras llegar al fútbol profesional, virgen de chascos cercanos, pues el equipo venía con la inercia del ascenso de Segunda B a Segunda y cualquier cosa se daba por buena, no digamos aquel éxito en Elche tras aquellas trepidantes eliminatorias. Ahora ha sido todo distinto.
Recuperarse de un descenso requiere una dura terapia de choque. Un año baldío dejó ir muchas ilusiones por el sumidero. Podían ocurrir dos cosas: encallarse en la categoría de plata y mimetizarse hasta deambular por ella como tantos otros o resurgir desde lo inesperado, con menos dinero y aparentes retales.
El artífice del éxito
Diego Martínez fue el artífice de una revolución silenciosa para la que convocó a muchos futbolistas que habían probado el fracaso, pero que no habían perdido el hambre. Necesitaban, simplemente, un guía. Alguien que les enseñara a dar un pasito y otro y otro, hasta llegar a la cima sin percatarse. Alejó la presión del supuesto aspirante, la ansiedad del obligado a la escalada y la visión de la tabla clasificatoria, que siempre da vértigo en un campeonato tan largo. Ocultó las carencias de todos y potenció las habilidades de la mayoría, porque todos juntos fueron más que la suma de sus partes.
Pocas veces coinciden tantas cosas buenas en el tiempo tras unos pasajes de rechazo y decepción. Una plantilla que se ha ganado el corazón de los seguidores con trabajo y constancia. Nadie apostaba por ella en verano. El éxito es mayúsculo y se ha saboreado con deleite. Casi tan difícil como subir a la azotea es recobrar el orgullo de pertenencia de la afición.
Este ha sido un Granada implacable, victorioso en lugares hostiles, fiable en casa, jamás rendido por más de un gol, con apenas 28 balones en su red. Un vestuario sano y una columna vertebral casi intacta sobre la que construir el futuro. La que sirva, como poco, para transmitir estos decentes valores. Cambiarán caras, vendrán fichajes, pero la filosofía tendría que mantenerse. Austeridad sin renunciar a nada.
Con diez rostros nuevos con respecto a Mallorca, Diego Martínez quiso agradecer el esfuerzo diario de todos aquellos futbolistas que han contado poco, aunque casi todos han tenido su papel a lo largo del ejercicio, en algunas jornadas incluso relevante. Lo complicado para el preparador gallego fue respetar las posiciones naturales de cada uno con tanta variante.
Aarón se estrenó en Liga. Ramón Azeez improvisó de lateral derecho. Álex Martínez también dejó atrás su particular calvario de siete meses sin actuar por aquel talón de Aquiles que dijo basta en La Rosaleda. Alberto Martín secundó, en la zaga, al único que repetía de Son Moix, Bernardo Cruz. Fran Rico ocupó el eje, a lo Busquets, con un escolta duro en Nico Aguirre y otro más fino en José Antonio. A Adri Castellano le dio libertad total para sus arabescos adelantado al extremo. Pozo sí salió del costado como suele. Dani Ojeda retornó a la juventud como ariete.
El Granada puso el encuentro cuesta bajo muy pronto. Sin presión del contrario, tocó meloso hasta que Pozo provocó un córner encarando a Laure. Álex Martínez se fue al banderín y Bernardo se elevó poderoso en el punto de penalti para cabecear el balón e incrustarlo en la meta. El cordobés tal vez no sea un central de época, pero pocas veces desentona.
Los rojiblancos se fueron ajustando sobre la marcha, aunque no todas las piezas encajaron a la perfección con tanta falta de kilómetros. Nono encaró a Aarón en un despiste general y el portero se lío un poco, aunque al final Alberto Martín expulsó el esférico.
Fran Rico empezó a ofrecerse, con ese fútbol sencillo y delicado que siempre le caracterizó. Dani Ojeda salió del área y cayó al ala derecha, donde es más eficaz, templando un centro para Nico Aguirre, que voló como los helicópteros de la exhibición previa. Un 2-0 al cuarto de hora eliminó cualquier incertidumbre.
A partir de ahí, todos se soltaron, en busca de las mejores sensaciones. El magisterio de Rico se consolidó y tuvo una ocasión de tocar el cielo con un lanzamiento de falta desde la frontal que se envenenó al dar en la barrera, aunque Raúl Lizoain hizo un fantástico rectificado, al igual que en la intentona seguida de Aguirre.
El percance de Ojeda
Lo peor vino con la lesión de clavícula de Ojeda, que precipitó la entrada de Adrián Ramos. Fue el preámbulo de una segunda parte para el aplauso y la ola, sin ocasiones locales. La gente aplaudió a rabiar a Rico cuando fue sustituido. En cuanto abandonó el campo, se produjo una falla en el sistema por la que circuló el alfarero Mayoral. Aarón despidió su tiro pero no pudo con el remache de Borja Galán. El Alcorcón tendría un palo después, cuando la rueda de cambios empezaba al alterar posiciones. Castellano acabó en la derecha, Azeez en el centro y Neva por un flanco.
El público seguía a lo suyo, de jolgorio, y Diego dejó un tramo para que Fede San Emeterio saltara y la parroquia deseara su continuidad. No será nada fácil, como tampoco lo era tener fe en este proyecto en julio, cuando aterrizó aquel tipo que había estudiado INEF en la UGR con varios propósitos, todos cumplidos hoy. Los que comunicó en su presentación, como volver a ilusionar, y el que estaba en su mente y tanto tardó en pronunciar: el ascenso. Granada, ahora sí, es de Primera.
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