El 'cemento' de Diego Martínez que siempre quiso regresar

El cántabro se hizo un fijo en sus alineaciones, como fiel escudero de un Ángel Montoro que explotó su mejor versión creativa gracias al trabajo defensivo de San Emeterio. Aunque siempre destacó en la recuperación y en hacer las cosas con suma sencillez, para la posteridad queda que fue el autor del gol rojiblanco en Mallorca que significó un empate suficiente para consumar el ascenso matemático a Primera. Lo celebró en la isla con los demás, a la que acudió su hermano gemelo Borja, futbolista que también formó parte de la fiesta hasta altas horas de la noche.

El Granada tenía una opción de compra por dos millones, pero se tenían que dar dos supuestos más, aparte del pago en sí. Uno, el salto a la máxima categoría del equipo, que se consiguió. El otro, el descenso del Valladolid. Sin embargo, los pucelanos se salvaron y la cláusula pasó a ser de 12 'kilos', inaccesible para los nazaríes. Intentaron negociar una rebaja, pero no hubo manera.

San Emeterio se resignó, pese a que su deseo era retornar. En la segunda temporada en el José Zorrilla, las cosas le fueron mal. Su equipo terminó bajando y tuvo que conformarse con arrancar en la 'división de plata' en la actual campaña. Curiosamente, no era uno de los preferidos de Pacheta, el nuevo entrenador blanquivioleta. Fue entonces cuando llegó el mercado de invierno y el aterrizaje de Sergio González en el Cádiz, quien le había dirigido en el Valladolid. San Emeterio se volvió a marchar al sur, esta vez en Primera división, y, desde entonces, se ha hecho con un puesto en el conjunto amarillo. El 'cemento' vuelve solidificarse.