El Granada, de la vulgaridad a una gran remontada
Los rojiblancos vencen en El Plantío tras una lamentable primera parte a lomos de Jorge Molina en la segunda mitad, con doblete propio y asistencia a Uzuni
El Granada de Weissman, Diédhiou y el pichichi Uzuni se encomendó al más veterano de sus delanteros para pasar de una profunda vulgaridad a una ... gran remontada, la primera de los rojiblancos lejos de Los Cármenes, la segunda en el global del curso. Jorge Molina, el Matusalén del gol, todavía tiene cosas que decir en los terrenos de juego y su presencia agitó a sus compañeros, a merced de un buen Burgos al que le arrollaron los acontecimientos cuando creía que tenía el partido bajo control. Tiene tanto y tan bueno el conjunto nazarí en el banquillo que cualquiera puede revolucionar un encuentro, pero ante la profusión de fichajes en ataque en el mercado invernal no quedaba mucha fe en que Molina volviera a tener mucha importancia en los planes de Paco López. Sin embargo, el técnico le ha empezado a dar carrete últimamente, en alternancia con Famara como revulsivo, y el alcoyano se lo agradeció con una reacción de altura, justo cuando peor pintaban las cosas.
Molina es así, un tipo que ha prolongado su carrera hasta límites difíciles de explicar en base a una genética privilegiada y un cuidado extremo de su cuerpo. Pese a que muchos pensarían que ya lo ha vivido todo en el fútbol, lo agradable y lo doloroso, a él todavía le queda un asunto que resolver, que para su lamento empezó con un penalti fallado y que solo le dejará conforme cuando vea la camiseta de rayas horizontales de nuevo en Primera. Esa fijación, sea jugando mucho o poco, está dispuesta a cumplirla y en El Plantío se expresó como si tuviera, mínimo, una década menos de la que indica su DNI.
Burgos
Caro; Areso (Mourad, m. 87), Córdoba, Goldar, Matos (Fran García, m. 87); Eigezabal, Atienza (Valcarce, m. 73), Curro, Gaspar Campos; Mumo (Raúl Navarro, m. 67); y Bermejo (Artola, m. 73).
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Granada
Raúl Fernández; Antonio Puertas (Bryan Zaragoza, m. 59), Cabaco, Víctor Díaz, Raúl Torrente (Miki Bosch, m. 5), Jonathan Silva; Sergio Ruiz, Pol Lozano (Bodiger, m. 78); José Callejón (Perea, m. 78), Uzuni y Weissman (Jorge Molina, m. 59).
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GOLES: 1-0, m. 8: Gaspar Campos; 1-1, m. 69: Jorge Molina; 1-2, M. 83: Uzuni; 1-3, m. 98: Jorge Molina.
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ÁRBITRO: Gorostegui Fernández-Ortega (comité vasco). Expulsó al local Mourad (m. 94) y al entrenador de porteros del Granada, Nico Bosch, ambos por roja directa. Amonestó a los locales Elgezabal (m. 61) y Córdoba (m. 97); y a los visitantes Antonio Puertas (m. 68; en el banquillo), Jonathan Silva (m. 75) y Weissman (m. 85; en el banquillo).
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INCIDENCIAS: Partido correspondiente a la jornada 30 de LaLiga SmartBank, disputado en el estadio El Plantío ante 9.014 espectadores.
El Granada pasó de la pesadilla al sueño. Nada más quitarle el precinto al partido, comenzaron los padecimientos. Salió el Burgos con furia y, en una arremetida, Areso chocó con Torrente y se quedó maltrecho. El miedo sobrecogió a cada aficionado rojiblanco, con el recuerdo de que el canterano había estado un año parado por una lesión de rodilla. Aquella tragedia fue en su articulación derecha y esta vez era la izquierda, pero el chico, tras intentar retornar, tuvo que marcharse entre lágrimas y con el consuelo de sus compañeros, pendiente del diagnóstico. Se le vio en el banquillo con la pierna doblada y hielo. Quizás no sea tan grave como lo sucedido en la otra.
En cualquier caso, la lesión del murciano trastocó a unos rojiblancos de ensayo, armados con tres centrales y carrileros, un par de pivotes más estáticos y dos extremos escoltando a Weissman. Paco López, por persistir en el plan, incluyó al único central hábil en el banquillo, el recreativista Miki Bosch, que entró sin apenas calentamiento. El Burgos, todo ímpetu, percutió por ese sector y Gaspar Campos sacó un zurdazo desde la frontal que experimentó una comba imposible como para que Raúl la atajara.
En ocho minutos, dos accidentes para los nazaríes, que ni siquiera encontraron paz en una revisión por supuesto fuera de juego previo de Areso. En la imagen mostrada en TV, parecía que su hombro estaba unos centímetros adelantado, pero en la sala VOR debieron usar otra escala.
Todo siguió fatal para un Granada inoperante en ese primer acto. Pelotazos largos sin ton ni son. Las caídas del balón y las divisiones iban siempre a favor de los locales, que hasta se permitieron el lujo de gestionar situaciones de control ante unos rojiblancos solubles en el centro del campo. El técnico quiso darle un espaldarazo a Sergio Ruiz, pero al cántabro le costaba cogerle el ritmo al encuentro. Pol Lozano tampoco ayudó. Arriba, filos romos, apenas un cabezazo de Weissman fuera antes de la pausa, sin profundidad por las bandas y con muchos problemas en el repliegue. De un córner favorable, una contra enemiga que interceptó de milagro Miki Bosch.
Los parches de inicio por las bajas cedían y la intensidad burgalesa prevalecía en cada parcela, pero el técnico valenciano decidió insistir con los mismos futbolistas que llegaron al entreacto. Un voto de confianza. Nada más reanudarse el asunto, en el saque, el Granada regaló el balón y el Burgos asomó de nuevo ante Raúl, aunque sin fuego. Preludio de que todo seguiría parecido.
Los rojiblancos siguieron achicados, sin la iniciativa, conteniendo, con Miki Bosch siendo el más fresco atrás y un remate de Bermejo que pasó silbando ante el arco de Raúl. Curro se filtraba ante Puertas, muy flojo en los deberes de contención.
López por fin reaccionó con Bryan Zaragoza y Jorge Molina, más una recomposición. Cabaco al lateral diestro y dibujo 4-4-2, más natural, aunque con la rectificación también asomaron más espacios atrás, incluso forzando a Raúl a una salida alocada ante Curro de la que se repuso, aunque hubo fuera de juego previo. Estas lagunas llevaron a otro giro, con Víctor Díaz en el exterior de la zaga y Cabaco de nuevo por dentro, todo más coherente. Pero lo peor seguía en el frente, donde nadie producía frente a Caro, airoso, hasta que los locales sufrieron su primer despiste de la tarde, incluido el portero. Jonathan Silva la sirvió en largo, su mejor cualidad, Sergio Ruiz rompió desde atrás y la colgó al área, con Churripi saliendo a por uvas. Molina, letal, remachó la acción.
El gol le dio a beber el elixir de la eterna juventud al alcoyano, brebaje que almacena. Estuvo omnipresente en los desmarques de aproximación y fue una jaqueca para sus perseguidores. El Burgos, con piel dura, lo siguió intentando. Un equipo con mimbres modestos pero muy bien entrelazados, con todo merecimiento en el sector de privilegio. El Granada, pusilánime en el primer tiempo y bastante ramplón tras las charla del descanso, alteró su distribución y se encomendó a la vieja pólvora de Molina, que no está mojada.
En la segunda aparición, Caro casi se come una peinada poco ortodoxa del venerable, pero lo que propició blocando fue un avance relámpago de los suyos con su saque que Artola, refresco local, derramó. En plena inestabilidad, una respuesta categórica de los rojiblancos.
Silva, a medias entre el despeje y el envío largo, acompasó un esférico hacia Molina, que cabalgó por la derecha como si fuera un interior y centró con precisión quirúrgica para que Uzuni embistiera y llegara a las 18 dianas en Liga.
De una visita aparentemente desastrosa a una ventaja fulminante, el rumbo sin solución de continuidad del Granada, de locos. Matos falló en una llegada y el Burgos, enloquecido, lamentó la expulsión de Mourad por una tacada a Cabaco en el alargue, aunque al árbitro se lo tuvieron que chivar los de la sala VOR.
En ese desquicie, el Granada olió la sangre. Perea, otro retornado, interceptó una salida rival y vio a Jorge Molina, destructivo ante el arco, como en sus mejores tiempos. Una actuación impecable de este cuarentón eterno.
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