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Muchos aficionados del Granada se preguntan de quién es el mérito para que un talento como Bryan Zaragoza fichara por el conjunto rojiblanco. La respuesta ... encuentra algunos nombres, pero más que haber un meritorio individual se trata de un descubrimiento en equipo. Un ciclo que llevó años. IDEAL recoge el testimonio de algunas personas clave en esta evolución.
En el inicio, aparecen Raúl Barroso, actual entrenador del juvenil de División de Honor, por entonces en el de Liga Nacional; y Rafa Salguero, jefe de ojeadores de jóvenes talentos, partícipe también en la captación de Raúl Torrente o Samu Omorodion, «aunque también he fallado con muchos otros», asume con modestia. Barroso veía mucho al Conejito, el equipo malagueño de Bryan Zaragoza, porque su juvenil, por calendario, se enfrentaba a sus rivales dos jornadas después. «Le había visto en el trofeo 'El reto de vivir mejor', que organiza el CD 26 de febrero. '¿Quién es ese pequeñajo?', pensé entonces», recuerda Barroso.
Salguero incorpora: «Me llamó también Miguel González, del Conejito. Bryan había salido rebotado del Tiro Pichón y Miguel me dijo que tenía que verlo rápido. La verdad es que el primer partido que le observé no estuvo bien. Le di otra oportunidad en uno contra el Málaga B y la rompió. Este tipo de retos, como le pasó con el Barça, le motivan», certifica este motrileño de 56 años: «Nadie daba el paso con él. Pienso que había prejuicios por su estatura y carencias tácticas. Me fijaba en su capacidad desequilibrante y en cómo definía, no soy más listo que los demás. Simplemente, apostamos».
Pasado enero, le convencieron para ir a una captación. Un partido con otros posibles fichajes contra un rival. Se celebró en la ciudad deportiva Diputación, contra el Málaga City. «Me llamaron porque era el que más lo conocía», apunta Barroso. «Tenía una mirada distinta, de confianza, nada cohibido... Pero perdimos 5-0», cuenta el técnico. Bryan, al final, le dijo que quería «jugar con los suyos», probar con su juvenil. «Le llevamos a entrenar a Alfacar y fue un avión. Mis futbolistas me decían, 'míster, a este ya le habremos fichado, ¿no?'», alarga Barroso.
A Luis Fradua, responsable de la cantera, le recordó «a Butragueño». «Se paraba en el área y arrancaba como él», subraya, explicando el protocolo que se sigue en estos casos. «No siempre es fácil que un club nos deje hacer una evaluación así. Es un proceso complejo, en el que no solo es relevante adivinar el talento. Sabíamos que Bryan tenía regate y gol, pero no estaba completo. Al Granada no vienen por ser los que más dinero damos. Por eso nos esmeramos en darles todo lo demás, en equipo. El cariño para que se sienta cómodo. Por otro, herramientas para que sea mejor. Educar sin limitar», apunta Fradua.
Tampoco fue fácil cerrar este fichaje. Bryan probó en el Valladolid y el Betis. «Cuando los segundos se enteraron que nos lo quedábamos, quisieron ofrecerle el doble de sueldo, pero había ya un compromiso con su agente», expresa Salguero. Entonces era Pedro Meseguer. «Es murciano y conocido mío», añade Fran Sánchez, el director deportivo de aquella época. «Nos habló de su desparpajo y con los informes de Salguero tuvimos bastante claro el fichaje», abunda el alicantino, con el que se configuró aquel 'staff' del que salieron grandes promesas sobre el verde.
A Bryan le costó ganarse a Rubén Torrecilla, el que fue su primer entrenador en la casa. «Le fui dando minutos, pero con él buscaba la formación personal y futbolística», aclara Torrecilla. «Cuando encontró la estabilidad que queríamos, lo jugó todo», remacha el actual técnico del Hércules. «Bryan es buena persona, diferencial y se divierte y divierte a los aficionados», profundiza.
El fútbol a estos niveles paró con la covid, y el contrato de Bryan expiraba. «Hubo que tratar su renovación y la de Adri Butzke mientras formábamos el nuevo filial», pondera David Peláez, entonces secretario técnico del Recreativo, con quien inició la pretemporada. David Tenorio estaba al mando. «No quiero ser oportunista; a nivel ofensivo podía marcar diferencias y tenía algo especial, pero mi caballo de batalla con él fue hacerle entender que en la élite hacía falta incorporar cosas a nivel defensivo», esgrime Tenorio.
Peláez gestionó su préstamo a El Ejido. «También se fueron el propio Butzke y Christian Gutiérrez, hoy todos en el fútbol profesional», destaca. «Bryan tuvo altibajos en Almería. Le costó la adaptación. Queríamos que ganara en madurez. Le fuimos tutelando. Fran (Sánchez) nos pidió esto», incide Peláez. Roberto Cuerva, compañero de fatigas en su parcela, aún en el club, sigue la misma línea. «Su éxito refrenda el trabajo que hay detrás, mucha gente echando horas, viajando, hasta conseguir que salga alguien así», aporta.
La siguiente temporada se produjo el cambio en la dirección deportiva, con Pep Boada, devoto de los canteranos. Fue quien emprendió su segunda renovación, hasta 2024. «Teníamos claro que era un chico de la línea de sucesión. Contaba con un desequilibrio innato. Ahora tiene el temple», señala Boada. Joan Torres, quien enlazaba los distintos equipos con él, se fijó en un detalle: «Mi impresión es que llegaba cansado al área, que le faltaba un punto de físico, pero he visto que esto lo han resuelto. Siempre estuve encima de él para que supiera que tenía que estar preparado. Se le veía un techo alto».
Robert Moreno fue quien le hizo debutar en Copa del Rey, contra el Laguna. «Con Bryan me formé mi propio criterio. La única duda era si sería capaz de hacer aquello en una categoría con más nivel», se preguntaba, fascinado por «su descaro e insistencia». «Al final, me dijo que estaba muy agradecido por el debut, por él y su familia, casi emocionado. Ha tenido que picar mucha piedra», concluye.
A pesar de ello, Bryan siguió en el filial, primero con Torrecilla y luego con Milla, el actual inquilino: «El Granada ha gestionado bien su evolución, con todos sus técnicos». «Cuando llegué al Recreativo, no estábamos bien y se echó al equipo a la espalda. Nunca olvidaré que en mi debut, 2-0 con el Socuéllamos, hizo ambos goles», agradece Milla.
En el verano de 2022, tras el descenso, subió al primer equipo con Nico Rodríguez en la dirección deportiva –con quien cerró su tercera renovación, en abril, hasta 2027– y Aitor Karanka como preparador. Debutó en Segunda en el campo del Eibar. Aunque no ha respondido a la llamada de IDEAL, Karanka sí dejó sus impresiones en As: «Es un chico que escucha, que cualquier cosa que le dices la intenta llevar a cabo».
De todos aprendió, pero Rafa Salguero se queda con un comentario que le hizo Bryan tras el ascenso: «Me dijo que fue Paco López y su cuerpo técnico quienes le habían enseñado a entender el fútbol». Entre ellos, su segundo y hermano, Toni López. «Nuestro método es el mismo que con el resto. Analizamos sus características como jugador y personales y la relación con sus compañeros. A partir de ahí, puntos fuertes y áreas de mejora, y trabajamos en el futbolista que puede llegar a ser», manifiesta. «Bryan ha pasado de ser un jugador que solo buscaba el uno contra uno en banda a poder actuar en zonas intermedias y enfocarse más en el equipo. Le acompañamos en ese camino, alineando al jugador con la persona, hasta conseguir que se sientan el jugador que aún no ve pero que es», termina Toni López, orgulloso.
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