Boyé ofrece poco consuelo
La reaparición del delantero argentino casi dos meses después como revulsivo no basta para que los rojiblancos dejen de echar de menos a Uzuni, inofensivos sin él, al acumular Weissman ya diez titularidades sin marcar en Los Cármenes
Tampoco la reaparición de Lucas Boyé casi dos meses después ayudó a paliar la ausencia del rebelde Myrto Uzuni, sin consuelo. El Granada volvió a ... quedarse a cero sin el albanés, dependiente hasta lo extremo de sus goles, evidenciando cuánto les urge arreglarse a las dos partes implicadas en este conflicto que tiene al equipo como a la principal víctima. Fran Escribá terminó tirando del canterano granadino Samu Cortés, con el que trató de asociarse el propio Boyé ya en el descuento, pero nadie supo darle a los rojiblancos contra el Burgos eso tan inexplicable con lo que Uzuni disimula lo inofensivos que realmente son.
La ausencia de Uzuni deparó una nueva oportunidad para Weissman de inicio en Los Cármenes, y ya son diez sin marcar, demasiado pronto aún como para que Boyé actuara de inicio. El israelí volvió a poner todo su empeño por aprovecharlo, corriendo con tanta ansiedad como el albanés sin balón. Desesperado en los primeros minutos por el dominio inicial del Burgos, el delantero pedía a sus compañeros que salieran de su propio campo al sentirse aislado y solo Giorgi Tsitaishvili fue capaz de tirar del Granada hacia arriba, más activo que nunca.
Weissman se relamió ante un rechace inesperado de Cantero a disparo de Tsitaishvili precisamente, pero el israelí parece llegar siempre tarde a todo. Tanto al georgiano como a Pablo Sáenz les costaba horrores encontrarle en el área, también a Rubén Sánchez con sus esfuerzos como lateral a pie cambiado por la izquierda. En una de las pocas ocasiones en las que llegó a conectar un centro con la cabeza pidió mano de un futbolista del Burgos, sediento en su desierto personal. Fuera del área hacía lo que podía, descargando de espaldas, topándose para colmo con un 'tapón' de un rival que no mereció amonestación a juicio de la árbitra del partido.
No estaba Weissman como para desperdiciar ninguna bola cerca de la portería y aún así cedió una a Ricard al poco de reanudarse el juego en la segunda parte que el lateral mandó demasiado alto. Al israelí le faltaba encima la compañía de Reinier, cada vez más atrás ante los problemas del Granada para superar al Burgos desde la elaboración. Nada nuevo, aunque otras veces pasara desapercibido precisamente por el olfato y las agallas de Uzuni. No son solo goles lo que Weissman puede envidiarle, pese a cobrar más.
Una hora tardó Fran Escribá en darle entrada a Boyé, que apoyó a Weissman tras desplazar a Reinier a la banda izquierda. Acababa de ingresar el argentino cuando peinó un nuevo centro de Tsitaishvili a balón parado que se fue fuera por poco tras anticiparse a la salida del portero del Burgos, celebrándolo como gol más de medio Los Cármenes por un efecto óptico. Tampoco encontró puerta un remate suyo con la izquierda a envío de Ricard, poco después de recordar su tendencia a buscar la pelota lejos del área al bombear él mismo una pelota que nadie conectó.
Hasta el también reaparecido Miguel Rubio terminó acercándose más al gol que el propio Weissman, con un remate con el pie a escasos metros de las redes que lamió el poste. Escribá le perdió la fe para la recta final a Reinier, un futbolista del que ya no se sabe cuál es su posición fetén tras pasar por casi todas, y siguió fiándolo todo a la hiperactividad de Tsitaishvili, que aguantó más minutos que nunca. La frustración de Weissman le llevó hasta probar lo que habría sido 'el brazo de Dios', más por distraer que por otra cosa en tiempos de VAR. Le pasó de largo un delicioso pase de Sergio Ruiz que casi aprovecha el georgiano con Samu Cortés ya en banda. Por echar de menos, se echó de menos hasta a Diao.
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