El Barça de Setién: Una pronta declaración de intenciones supeditada siempre a Messi
El equipo azulgrana dio su mayor cifra de pases desde que se marchara Pep Guardiola, pero no lo tradujo en el festín de goles de aquellos tiempos
Fran Rodríguez
GRANADA
Lunes, 20 de enero 2020, 01:38
Si el aficionado culé quería volver a recordar al equipo que enamoraba bajo los hilos de Pep Guardiola, quizá Setién demostrara anoche que sí puede, ... con el paso del tiempo, asemejarse en juego. Que repita sus éxitos es otra historia, poco probable además. Pero el 'soci' se fue aplaudiendo un 1-0. Primero, porque entendió que el nuevo Barça de Setién enseñó tres de sus pilares más cruyffistas sobre el verde;segundo, porque lo hacía ante un Granada al que se empieza a tener en cuenta por su solidaridad eterna y su fiera competitividad.
Los pilares que presentó el equipo del cántabro que paseaba por vacas fue bajar el balón al pasto, nunca mejor dicho. El Barcelona apenas tiró el balón en largo pues, habiendo o no espacios, la nueva consigna es tocarla cerca, muy cerca. Así se llegó a una cifra que no se veía desde que Guardiola abandonara el Camp Nou. Los azulgranas tuvieron el balón el 82% del tiempo para dar más de mil pases (1.004). Bueno, uno más, el de Messi a la red. El segundo pilar fundamental del Barça 'todocampeón' no ha sido otro que la presión. Y con Setién, y la energía de Griezmann y Ansu Fati respaldando a la 'Pulga', atosigar al contrario en su más temprana fase de creación parece de nuevo retomada. Apenas replegó el Barcelona, que no dejó a Germán, Duarte, Rui y Gonalons, ese rombo de pase seguro, encontrar la forma de salir jugando. A esta presión le acompaña una línea defensiva que volvió a plantarse en el centro del campo con garantías, sin las sangrías de ocasiones que sufrieron los catalanes con el 'Txingurri' Valverde al mando. Y es que una cosa lleva a la otra, la presión evita que un jugador de, en este caso, el Granada cuente con el tiempo y la precisión necesaria para traspasar varias líneas de una tacada. Y si lo hacía con un balón al cielo, Pique y Umtiti se imponían.
El tercer pilar, y quizá el más significativo para el aficionado culé, fue el protagonismo de la cantera. Ansu Fati, por la lesión de Suárez, fue titular y aportó descaro desde su perfil natural y desborde desde el de su pierna menos hábil. Pero la declaración de intenciones ocurrió cuando, ante un Granada que se defendía bien, Setién dejó calentando a Arthur Melo y sacó a Riqui Puig.
El menudo culé está tocado por la varita, maneja los tiempos y cuenta con registros típicos de La Masía. Ese giro de cuello antes de recibir tan propio del que pudo ser su técnico, Xavi, y el regate en corto de su mejor socio, Iniesta. Aún lejos de la sombra alargada de los mejores exponentes del 'ADN Barça', a Puig se le vio suelto sobre el césped, cómplice con Leo Messi. La historia es cíclica y los socios culés, siempre que fracasan los fichajes, buscan en su cantera algo con que endulzarse.
Pero algo que no cambia. Guardiola, Tito, Martino, Luis Enrique, Valverde y Setién. Todos supeditados a que el '10' hiciera su parte. El Barça es siempre, más que un club, una intención supeditada a Messi.
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