Antonio Puertas abre el cielo en un derbi bravo
El Granada celebra su cumpleaños por todo lo alto con un triunfo contra el Málaga en un partido intenso
Rafael Lamelas
GRANADA
Domingo, 7 de abril 2019, 01:00
El firmamento permanecía encapotado y el fondo que atacaba estaba lleno de camisetas azules. Antonio Puertas sentía la lluvia sobre la piel, observaba el apoyo ... al enemigo y debió pensar que estaba fuera de casa, allí donde suele salir a descorchar el champán y el Granada, dicen, se siente cómodo. Pero esta vez no lo había tenido que enfriar en el banquillo. Tampoco estaba en un campo ajeno. Se encontraba en Los Cármenes, era titular por fin tras muchas semanas sin gozar de ello y acababa de marcar en la portería de la zona norte del estadio, desbordada por la afición del Málaga. Masiva, bulliciosa, pero decepcionada a la primera de cambio, a los cinco minutos.
Granada CF
Rui Silva; Víctor Díaz, Germán, Martínez, Quini; Fede San Emeterio, Montoro (Azeez, m.67), Fede Vico, Dani Ojeda (Vadillo, m.62), Puertas; y Adrián Ramos (Rodri, m.76).
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Málaga CF
Munir; Iván Rodríguez (Cifuentes, m.58), Luis Hernández, Pau, Ricca; N'Diaye, Keidi Baré (Mula, m.46), Iván Alejo (Seleznov, m.46), Ontiveros, Adrián; y Blanco Leschuk.
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goles 1-0, m.5: Puertas
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ÁRBITRO Trujillo Suárez (colegio canario). Expulsó por doble amarilla al visitante N´Diaye (m.46). También amonestó a los locales Fede San Emeterio, Montoro y Quini así como a los visitantes Ricca, Iván Alejo y Luis Hernández.
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INCIDENCIAS Partido de Liga disputado en el estadio Nuevo Los Cármenes ante 15.211 espectadores (cifra oficial). Desde el club rojiblanco mostraron su desacuerdo ante este dato extraído del recuento en los tornos, pues todas las entradas estaban vendidas y el aforo del estadio es 19.336 espectadores.
Puertas abrió el cielo por un momento en un derbi bravo. Aquellos que otorgan doctorados de competitividad. No le faltó tensión ni intensidad a la cita, aunque le sobró la lluvia para la fiesta completa en la grada. Los rojiblancos tienen el oficio remarcado en su hoja de servicio e hicieron gala de él hasta el último minuto, en un triunfo coral de los que cotizan alto en Segunda y hace enorgullecer a su hinchada, que ve más cerca algo precioso, que dignificará a esta plantilla formada por gente que se esfuerza como haría cualquier seguidor, por encima de momentos de brillantez. Puertas consolidó su pichichi y la marea boquerona se quedó sin olas ante el empaque local.
El Granada nunca estuvo más de tres jornadas sin ganar en este ejercicio y no iba a romper esa secuencia benévola ahora, en la recta definitiva. Lo hizo ante un rival directo, adoctrinado bajo similares rigores tácticos, pero con la presión del dinero, que obliga a responder siempre. No es casualidad que ninguno de los tres descendidos el curso pasado, entre ellos los rojiblancos, llegara a ascender; esta campaña está pasando algo similar. El Málaga tiene un ramillete de futbolistas que impresiona en varias posiciones, pero no está para florituras. Si encima permite que un equipo como el de Diego Martínez se adelante, la reacción se complica. Una escuadra que sólo ha cedido un par de empates y ninguna derrota tras situaciones de ventaja en el marcador delata que su piel es robusta y que cuando muerde se vuelve implacable.
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Diego salió con gran parte de su equipo de gala, a falta de ver qué pasará en el lateral izquierdo cuando Álex Martínez coja la forma, pero sorprendió con la suplencia de Álvaro Vadillo. No porque no hubiera hecho méritos en Soria, sino porque había salido de inicio en todos los encuentros de Liga y su desparpajo parecía propicio para un partido tan cerrado como se presuponía. Pero el gallego quería abrir hueco a Puertas, en vena goleadora, y reservó al gaditano para descerrajar al contrario en la segunda mitad. El resto de cambios, los previstos. Germán atrás y Montoro en la media, recibido por un agresivo comité de bienvenida que se está haciendo habitual, a patada limpia. La primera, y alguna otra más, se la soltó Keidi Bare, un albanés que actuó de sicario para mellar al valenciano. Se olvidó de la pelota y lo acusó el Málaga, lleno de grietas por dentro, muy solo N'Diaye, el único que reclamó responsabilidad hasta que se enajenó tras el descanso y soltó un plantillazo a destiempo a San Emeterio cuando ya tenía una amarilla en el bolsillo.
Montoro se levantó de la zancadilla temprana y activó rápido el esférico. La mecha terminó de arder cuando llegó hasta Ojeda y este vio a Fede Vico abierto a la izquierda. El cordobés se perfiló igual que en Los Pajaritos, enroscando un centro como una peonza descontrolada. Botó en el primer palo, allí donde no llegó Adrián Ramos por unos palmos, pero siguió su camino hasta que se cruzó con Puertas, con el brillo en los ojos del cazador furtivo. Cabeceó hacia la diana. Un brindis por el cumpleaños del casi nonagenario escudo que defiende.
Keidi Bare siguió repartiendo estopa y el Granada siguió al ritmo del acordeón. Se desplegó por fuera con constante proyección de sus laterales y se acumuló en las zonas de incidencia de los malagueños, con especial atención en Ontiveros, un genio que pelea con sus propios demonios. Cada palmo se defendió como una herencia y hasta los saques de bandas se convertían en pura estrategia en los brazos de Luis Hernández, con el mecanismo del resorte incorporado. Pero el Granada se sostuvo con templanza y comprobó lo nervioso que andaba su contrario. Algunos de los jugadores de Muñiz parecían más pendientes de ciertas cuitas y de ser los más bravucones en los rifirrafes que en calmar los ánimos y producir acciones de peligro real. Mera pantomima para calmar a la curva de sus parroquianos, que acabó pidiendo la marcha del entrenador, mosqueada.
Contrastaba esta tensión con la serenidad de los rojiblancos. Su único motivo de preocupación era la poca eficacia de su hombre más adelantado. Ramos lucha y es fundamental en los despejes aéreos en el balón parado, pero ante la meta arruina aquello que intenta resolver solo. Hizo un buen desmarque a servicio de Montoro pero se fue alejando del arco hasta chutar fatal de zurda.
El segundo tiempo se afrontó con dos cambios en los visitantes. Muñiz arriesgó con Mula y Seleznov por el agresivo Bare y un Iván Alejo guerreando sin sentido. Cualquier plan se le fastidió al técnico asturiano cuando N'Diaye paró enseguida a San Emeterio y vio otra amonestación. Con diez y sin pivotes naturales, al Málaga parecía aguardarle un destino terrible.
El rival, con diez
Sin embargo, fue cuando mejor aguantó sobre el césped, ordenado atrás y explosivo en algunos avances al contragolpe, aferrado al imprevisible Ontiveros. El Granada fue paciente, aumentó su posesión del esférico y lo hizo deambular de lado a lado, pero con poca profundidad. Los tiros que intentó salieron despedidos. Munir siguió manteniendo el tipo. Le rebasó otra vez Puertas, aunque en fuera de juego, por lo que el tanto fue anulado.
Fede Vico, deslumbrante por momentos, gambeteando con malicia, pudo derribar al cancerbero marroquí con varios disparos, uno en solitario y otro a pase de Puertas, también cancelado por el asistente. El Málaga aleteó en torno a Rui Silva sin que este perdiera el semblante, aunque algún remate pudo meterle en un jaleo. Para fisurar las grietas y dar descanso a Montoro, Diego tiró de Azeez. Este confirmó que parece más balcánico que africano, pues sabe cuándo toca congelar los acontecimientos y desacelerar.
Adrián Ramos fue desfalleciendo. Vadillo y Rodri, reclutados, no lograron superar la última frontera. La gente, empapada, contenía el aliento por si ocurría una tragedia. No fue así, el corsé se cayó y todo el mundo pudo celebrar la victoria, aunque todos no. Los que subieron por Las Pedrizas bajaron con un chasco de narices a la capital de la Costa del Sol, derrotados por un equipo que tuvo alma y cerebro. Lo que ellos querrían para el suyo.
Granada-Málaga
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