Actores de reparto

En el cine, las estrellas acaparan los focos, pero son los secundarios quienes a menudo sostienen la narrativa y enriquecen la trama. Capturan el cariño del espectador de forma inconsciente por desempeñar su profesión con pulcritud, realizando una contribución fundamental. Algo similar ocurre en el fútbol. Es habitual que en cada plantilla haya jugadores de gran rendimiento y poco protagonismo. Tipos alejados del grosero prototipo de futbolista que ha generado el 'star-system', que mantienen la esencia del icono ochentero y con los que tomarías una caña en la barra de un bar.

En el Granada hay ejemplos recientes de esta estirpe, como Víctor Díaz, Quini y Germán. No es casual que Manu Lama haya recibido tanto cariño, aunque haya jugado poco. La percepción externa es la de un chico que carga con el peso de un apellido ilustre, una mochila de responsabilidad a la que no renuncia, y al que una grave lesión frenó cuando asomaba la cabeza en el fútbol profesional. Ahora, tras ser rescatado del ostracismo, merece más minutos. La afición reconoce y valora la abnegación de quien intenta siempre dar su mejor versión, juegue mucho o poco. Sin quejas ni gestos ni declaraciones estridentes, sino con humildad y estoicismo. Los seguidores sienten cariño por ellos como lo hacen por los secundarios en el cine. Ven a personas normales haciendo cosas extraordinarias, como ellos querrían hacer. Y porque protegen la cultura de sus disciplinas.