«Vimos la polvareda y no sabíamos si había caído una bomba»
Los vecinos de Beas de Guadix cuentan cómo vivieron los últimos desprendimientos
Los restos de tierra procedentes de las rocas que cayeron el pasado sábado del cerro del Castillejo, en Beas de Guadix, aún se extienden por ... la calzada. Fue la primera vez que las rocas se desplomaron con tanta fuerza y alcanzaron la vía pública, pero la novena o décima ocasión en la que sus vecinos han visto desprenderse los montones de tierra desde lo alto de la ladera. El rugido se extendió por todo el pueblo y el temblor se sintió en algunas casas. «Vimos la polvareda y no sabíamos si había caído una bomba», dice Julio, que tiene su casa justo debajo del cerro. Los desprendimientos de la pasada primavera fueron a dar a su patio trasero, razón por la que lo ha desalojado y ahora impide jugar a sus nietos en este lugar. «Tenemos miedo constante a que la tierra caiga de un momento a otro», dice.
La tarde en la que se produjeron los derrumbes no había llovido. Ahora, el ambiente es húmedo. La tierra huele a mojado por las precipitaciones de las últimas horas, lo que aumenta aún más su temor. «Cuando el cielo se nubla, salimos corriendo de aquí para dormir en un sitio a salvo», relata. Es la rutina que siguen desde hace diez años. Lo único que quieren es poder dormir tranquilos en sus hogares sin mirar las previsiones meteorológicas.
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