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Una mujer que ejerce la prostitución espera a clientes junto a un centro comercial RAMÓN L.PÉREZ
«No vienes a cuidar un señor, vienes a prostituirte»

«No vienes a cuidar un señor, vienes a prostituirte»

Las instituciones se unen contra la trata de mujeres y niñas con fines sexuales

ángela morán rico

Jueves, 1 de enero 1970

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Llegan a Granada aterrorizadas y acaban prostituyéndose para que el 'Yuyu', un conjunto de rituales y maldiciones amenazantes que sufrieron en Nigeria, su país de origen, no les cause daño a ellas y a sus familiares. La superstición es, en el caso de las mujeres africanas, el arma que usan las mafias de la trata para proporcionar chicas a los burdeles.

Esta fue una de las revelaciones que se dieron a conocer ayer en la sede del Instituto Andaluz de La Mujer (IAM), en cuya sede se reunieron mujeres representantes de la Junta de Andalucía, Sandra García; el Gobierno central, Inmaculada López, el Ayuntamiento y la Diputación para debatir e informar sobre la trata de mujeres con fines de explotación sexual. España ocupa el segundo puesto –por detrás de Italia– en recepción de mujeres y niñas martirizadas por esta situación de abuso.

En la jornada se destacó que no se trata de un problema lejano, afecta directamente a Granada, entre otras razones, por la cercanía a la frontera marítima, vía de acceso de muchos traficantes. En lo que va de año, se han registrado 161 casos de prostitución en Granada, de los que más de un 80% correspondía a mujeres extranjeras. Nigeria y Rumania presentan las mayores tasas de migración y, desde las instituciones piden sensibilización con el fenómeno.

Los proxenetas ven vía libre en los países pobres, donde las mujeres se encuentran con falta de oportunidades y una importante desigualdad de género. Las expertas destacaron que una de las soluciones reside en la educación a los pequeños, que al crecer con unos valores de igualdad, pueden hacer disminuir el número de víctimas.

Uno de los temas que más preocupó en el encuentro fue la identificación del problema. «Hay que ponerse las gafas para detectar un caso de trata de personas», citó Clara Corbera, abogada y una de las ponentes que mostró su punto de vista desde una perspectiva jurídica.

Nombró varios casos en los que ella participó y se percató de que todavía hay mucho camino por recorrer para lograr una reforma del Código Penal que proteja por completo a las víctimas.

La especialista contó anécdotas que denotaron la falta de medios con las que se encuentran las chicas al llegar a España. «Una clienta declaró con ayuda de un intérprete, éste no entendió nada y trasmitió lo que le pareció» contó la abogada, uno de los muchos problemas que se le presentan a las que escogen el camino legal.

También dijo que cada vez es más fácil que declaren a las afectadas como testigos protegidos, que se usen las videoconferencias o que se coloquen biombos en las salas de los juzgados. «Aún así, hay muchas veces que las ponen a los pies de los caballos», dijo. El proceso de denuncia es complicado y largo, pero se alegra de que se incrementen las facilidades para hacerlo.

Las instituciones presentes recalcaron la importancia de conocer, detectar e identificar la trata de mujeres y no confundirlo con explotación sexual o violencia de género.

En ocasiones, las chicas llegan acompañadas por 'lover boys' –hombres que se identifican como sus parejas–, lo que crea confusión en las comisarías. Se declaran como casos de violencia de género pero en realidad es tráfico de personas.

«Si eres víctima, estas identificada y tienes derechos», reiteró Clara. Es un problema de identificación que se debe solucionar desde las instituciones.

«No compres sexo»

La jornada, que se celebró ayer junto con la campaña municipal contra la trata de mujeres con fines de explotación sexual con el lema 'La esclavitud existe en Granada. No compres sexo', son las armas con las que la ciudad quiere concienciar y paliar el drama.

Algunas chicas son conscientes de que vienen a prostituirse, pero cuentan con unas comodidades que al llegar al destino son inexistentes y otras piensan que vienen a trabajar en el cuidado de personas mayores. «No vienes a cuidar un señor, vienes a prostituirte», citó Clara al explicar la situación que se les presentó a algunas de sus clientas.

La trata vulnera numerosos derechos humanos y no solo se trata de explotación sexual, las mujeres y niñas pueden tardar varios años en llegar al destino y por el camino sufren violencia, viven en condiciones insalubres e incluso les practican abortos forzados.

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