Grupo de Menores de la Policía Nacional
«Vienen niños con una mochila emocional muy cargada, y eso te lo llevas contigo»El inspector del Grupo de Menores no solo investiga delitos; también escucha, orienta y acompaña a niños y familias en sus peores momentos
José María, inspector del Grupo de Menores (Grume) de la Policía Nacional de Granada, llegó hace un lustro a una unidad que no tenía nada ... que ver con lo que había hecho antes. Aquí no solo investiga delitos cometidos por menores o desapariciones, sino que también escucha, orienta y acompaña a niños y familias en sus peores momentos: «Me gusta pensar que mi trabajo sirve», afirma con serenidad.
El inspector reconoce que los inicios en la unidad fueron un choque. «Ves situaciones muy desagradables, vienen niños con una mochila emocional muy cargada, y eso te lo llevas contigo», confiesa. A diferencia de otras áreas policiales donde el límite entre el bien y el mal «está más claro», en su día a día debe convivir con la ambigüedad: «Ves chicos y chicas que, pese a haber cometido errores, entiendes que les rodean circunstancias muy difíciles. Empatizas en cierta manera con ellos».
Sin embargo, también hay luces en medio de tanta sombra. Su mayor satisfacción, cuenta, es encontrar a un menor desaparecido. «Cuando estás buscando a un niño o a una niña, barajas desde que esté con un amigo hasta lo peor. Cuando aparece sano y salvo, te da una alegría enorme». En otras ocasiones, la gratitud llega de forma inesperada: una carta de una madre agradecida o una joven que vuelve a saludar años después para decir «gracias a vosotros soy quién soy ahora».
Más allá de las investigaciones, que en general no suelen ser muy complejas, el inspector destaca que la clave está en el trato humano. A menudo, el Grume se convierte en un lugar de escucha y orientación, incluso para casos que no les corresponden directamente. «Aquí han venido mujeres maltratadas, padres desbordados y jóvenes perdidos. Y a todos se les atiende en la medida de lo posible», explica. Cuando se le pregunta por las experiencias más desagradables que recuerda, lo tiene claro: «Lo peor es ver sufrir a un niño, o a una familia rota por dentro. Eso, aunque lo intentes aparcar, te lo llevas a casa».
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