La venta de la leche a pérdidas arruina a las últimas 27 vaquerías granadinas
La escalada de los costes de producción hace un agujero de 2,8 millones a los ganaderos, que llevan casi un año no solo sin beneficios sino pagando por trabajar
Para comprender por qué los ganaderos granadinos han llegado al límite de quemar neumáticos a las puertas de la industria láctea basta con echarle un ... vistazo a las cuentas de la Granja ganadería El Pilar, de Santa Fe. De la explotación, que tiene 93 cabezas de ganado vacuno (43 de ordeño y el resto crías) salen 30.000 litros de leche al mes. Los gastos de producción que suman los piensos para los animales, la electricidad, el gasoil, las semillas o fertilizantes para la avena se elevan a 12.000 euros este último mes y por la leche le han pagado 9.900 euros. El resultado es que después de haberse matado a trabajar, José Miguel Rodríguez, propietario de la granja santafesina, ha perdido 2.100 euros.
Y un mes malo se aguanta, pero llevan así, resistiendo y vendiendo a pérdidas, casi un año. De ahí la desesperación de este ganadero, que es también la de las restantes 26 explotaciones que quedan en la provincia. Se están viendo arruinadas por la escalada de los costes de producción, agravada este año por la disparatada subida de la electricidad, los fertilizante para producir la avena, los piensos para la alimentación del ganado o el gasoil, mientras que el precio en origen de la leche se mantiene invariable.
«No aguantamos más. Estamos trabajando para arruinarnos», resume el propietario de esta explotación familiar. Y no lo dice en vano o por exagerar sino que corrobora su lamento poniendo, tras una, las facturas de su granja sobre la mesa.
Por los mismos 150.000 kilos de silo de maíz que comen sus vacas durante el pagó 7.032 euros en 2020 y en este 2021, un 8.078 euros, 1.046 más. El gasto en el silo de avena que producen ellos mismos, a partir de la plantación que tienen en la granja, se ha disparado por los precios de los componentes. El fertilizante ha pasado de costarle 840 euros a 1.880 euros, las semillas de 830 euros a 1.123, la urea de 126 euros a 274... Y así suma y sigue con el gasoil (de 286 euros por los 500 litros que gasta cada dos meses a 440 euros) o el gasto eléctrico de la explotación, que ha pasado de 250 a 400 euros cada mes.
Los cálculos del sector que corrobora la organización agraria ASAJA es que producir cada litro de leche de vaca en este año 2021 les ha costado una media de 0,40 céntimos a los ganaderos mientras que la están vendiendo a 0,33 euros, según los precios que se fijaron en los contratos principios de año, antes de la gran escalada de los costes de producción.
Entre las 27 explotaciones de vacuno de la provincia producen 41 millones de litros de leche al año por lo que las cuentas son fáciles y dramáticas: no solo no están viendo beneficios este año sino que entre todas van a perder unos 2,8 millones de euros.
El futuro
«Nuestro futuro depende de la negociación de los precios de 2022, si no conseguimos que sean justos y garanticen una mínima rentabilidad, no podremos seguir», asume José Miguel Rodríguez.
Aparejador de formación, José Miguel trabajó de jefe de obras durante una década y a raíz de la crisis del ladrillo, en 2012 buscó refugio en la explotación familiar que montó su abuelo en 1963 y que luego continuaron su padre y su tío. «Mi hermano y yo lo hemos mamado desde pequeños por eso nos gusta, pero este trabajo no lo quiere nadie, está mal pagado y mal mirado», explica.
Y es que la ganadería es la actividad más dura del ya sacrificado sector primario. Un agricultor puede tener algún día de tregua si llueve pero a las vacas de José Miguel hay que ordeñarlas y darles de comer los 365 días del año, llueva, truene, sea Nochebuena o 15 de agosto.
La crisis de un sector que llegó a tener 300 granjas en Granada
En la década de los Setenta en la provincia llegó a haber trescientas vaquerías, muchas de ellas concentradas en la Vega, al calor de la gran industria láctea granadina Puleva. En los primeros Noventa, la instauración de las cuotas lácteas al entrar España a la Comunidad Económica Europeasupuso una primera criba en el sector. La falta de relevo generacional y el crecimiento de Granada y el Área Metropolitana que urbanizó zonas donde estaban las vaquerías fue mermando el sector que en los últimos seis años arrastra una crisis de rentabilidad, por el bajo precio de la leche en origen, que ha cerrado explotaciones en Chauchina o Alhama. Hoy resisten 27 en Granada.
Sacar adelante la explotación supone muchas horas de trabajo que compartía con su hermano, pero a la vista de los números de este año «ha tenido que buscarse la vida y cogerse otro trabajo fuera porque no podíamos asumir dos sueldos», lamenta. O la situación da un giro de 180 grados o el final de las últimas 27 vaquerías de Granada está escrito. «Nosotros vamos a caer y cuando la industria tenga que importar la leche de vacuno de fuera, entonces sí subirán los precios al consumidor y nos acordaremos de nuestros ganaderos», comenta con pena. «La industria exige calidad, bienestar animal y se les da, pero no lo pagan», apunta.
La leche que se produce en Granada la comercializa la cooperativa que aglutina a los ganaderos, Alba productores, que tiene como principal cliente al Grupo Lactalis. Por eso están realizando movilizaciones para presionar a esta empresa. Por el momento le han arrancado una subida «de un céntimo de euro» por litro al precio de venta.
El secretario de ASAJA Granada, Manuel del Pino, denuncia de forma rotunda los «abusos de la industria y la gran distribución que frenan la subida del precio que percibe el productor para utilizar la leche como producto reclamo». «La única solución para los ganaderos granadinos es doblar el pulso a Grupo Lactalis por dos caminos», advierte Del Pino. El primero, según señala, es que acudir a la vía judicial para intentar que se revisen los contratos que se firmaron a principio de año, cuando las condiciones de los costes de producción eran muy distintas. «Si ya entonces eran leoninas ahora, son ruinosas», subraya.
La segunda es exigir un precio realista en los contratos en función de los costes de producción mediante un valor oficial que determine el Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación para negociar con mayores garantías y que se cumplan las obligaciones de la Ley de la Cadena Alimentaria.
«El Ministerio no puede permitir que se sigan firmando contratos por debajo de 0,40 euros que son los costes de producción. Está siendo cómplice y mirando para otro lado», sentencia.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión