Vecinos de Cartuja protestan por la falta de mantenimiento en sus parques y arbolado
Los usuarios piden al Ayuntamiento que retire la suciedad y aumente los columpios del barrio, actualmente destrozados
Los restos de cristales cubren casi todo el terreno del Parque 28 de febrero, en Cartuja. Los bancos de hormigón se sostienen a duras penas ... y presentan una superficie deforme por el desgaste del paso del tiempo. Es casi imposible sentarse en ellos. Apenas hay cuatro balancines en el espacio y los columpios están rasgados. «Que alguien nos diga si este es lugar para traer a nuestros hijos a jugar», lamenta la presidenta de la asociación de vecinos de Nueva Cartuja, Rosario García. Esta misma imagen comparte el espacio infantil situado en la puerta del centro cívico de distrito Norte. El material que cubre el suelo para proteger a los menores de las caídas está totalmente levantado y casi no hay sillines en los balancines. «No entendemos este abandono», señalan los afectados.
A la impotencia de ver que no pueden disfrutar de los parques en su barrio se suma la preocupación de que los niños sufran algún percance por la falta de mantenimiento que se observa a simple vista en las instalaciones. El firme tiene socavones y hay numerosas arquetas descubiertas. La suciedad es otro de los inconvenientes. No queda ni un metro sin cristales procedentes de botellas rotas, plásticos o incluso ropa, razón por la que solicitan al Ayuntamiento de Granada que limpie y mantenga el lugar. Han llevado la causa a las juntas de distrito en numerosas ocasiones, aunque, según aseguran no han conseguido respuesta. Agradecen la labor de Inagra que hace un «gran trabajo», pero piden el refuerzo de actuaciones.
Hace cuatro años solicitaron también a la administración que «no dejase morir el parque» por su mal estado
Antecedentes
El parque se inauguró hace ya cuatro décadas y es considerado el corazón de Cartuja. Sus usuarios no entienden por qué no se mantiene. Un gran muro en la parte central da la bienvenida a un paseo que contempla más de 3.000 metros, pero que los vecinos han solicitado que se elimine ya que solo sirve para que personas hagan sus necesidades a altas horas de la madrugada. «Aquí, en el barrio, no tenemos a donde ir», dicen. La situación provoca que muchas familias acudan a otros parques de Granada para que sus hijos puedan jugar.
Acogen con pena y resignación esta decisión y solicitan medidas que les permita conciliar también su vida en un barrio en el que llevan toda la vida y que se niegan a abandonar. «Queremos las mismas condiciones que el resto de espacios», argumentan. La única fuente del Parque 28 de febrero no funciona y no entienden por qué ni siquiera cuentan con «servicios mínimos».
Los usuarios denunciaron por última vez hace cuatro años la decadencia del parque y solicitaron que «no lo deja morir». Esta misma demanda se extiende al arbolado. Desde la asociación de Nueva Cartuja insisten en que hace cinco años solicitaron por primera vez la poda de ramas que llegan hasta las ventanas de algunos edificios y que caen en plena vía, por el peligro que esto supone para los ciudadanos y por la reducción de alumbrado público que provocan. Aunque dicen que el Ayuntamiento les anunció en mayo que actuaría en el barrio, indican que aún no han ejecutado ningún trabajo.
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