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El último lavadero en pie del Realejo cae en el olvido

Los vecinos denuncian el abandono de la placeta y piden al Ayuntamiento un plan de conservación que frene su deterioro y los botellones | El monumento de origen judío resiste en el Rincón del Sol, sin protección patrimonial, desde su construcción en el siglo XVII

pilar garcía-trevijano valenzuela

Miércoles, 6 de febrero 2019, 13:29

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Nada nuevo bajo el lavadero de la Puerta del Sol y, precisamente, ese es el problema que denuncian los vecinos y defensores del patrimonio. Desde hace años, este enclave del Realejo, testigo material del tiempo y del cambio en el vecindario, sufre los estragos de los botellones y la «inacción administrativa» que provoca el deterioro del que es el único lavadero en pie de la ciudad. Pese a que es el último vestigio de la cultura del agua con estas características en Granada, no figura dentro de los denominados Bienes de Interés Cultural (BIC), ni goza de ninguna protección.

La panorámica de la ciudad desde la placeta, también conocida como puerta de Oriente o Mauror, amanece a diario emborronada por la basura. Botellas vacías sobre la piedra son la seña de que el monumento ha sido escenario de múltiples resacas durante el fin de semana, y las muescas en las cuatro columnas del lavadero recuerdan a los viajeros que registraron en los muros su visita. Así es la estampa desoladora que evidencia el deterioro de un punto histórico del antiguo barrio judío. Grafiteros y vándalos callejeros también se han ensañado con las piedras de Sierra Elvira que, antes de ocupar su actual ubicación, integraban la estructura de un convento desamortizado.

Vídeo. Los vecinos denuncian el abandono de la placeta y piden al Ayuntamiento un plan de conservación que frene su deterioro y los botellones Alfredo Aguilar

Los años tampoco han sabido perdonar al que fue punto de encuentro de la sociedad desde el siglo XVII hasta 1965. Las grietas se han apoderado de la estructura, las tejas han comenzado a desaparecer –en parte porque los jóvenes que utilizan el lavadero para beber saltan al tejado. El techado se enfrentó por última vez a una reparación en 1931, cuando aún las instalaciones se empleaban para lavar la ropa. Ahora, esta tarea sería inimaginable en una estructura que aparece recubierta de grasa con frecuencia.

Más vigilancia

Los asientos untuosos son la nueva estrategia adoptada por algunos residentes para impedir las reuniones nocturnas. Alejandro Corral, presidente de la asociación de vecinos, explica que los inquilinos han cogido la costumbre de rociar con aceite de cocinar el lavadero, deteriorando más la imagen del olvidado patrimonio. Esta versión la confirman los operarios de Inagra que se ven obligados a pasar el hidrolimpiador con más frecuencia. Las batidas de limpieza son habituales en la zona (lunes y jueves), pero insuficientes por el desgaste que los usuarios hacen del mirador. Corral hace un llamamiento a la convivencia entre vecinos y visitantes para evitar perjuicios sobre el patrimonio.

«Reforzar la vigilancia acabaría con el vandalismo. El lavadero exige un plan de restauración»

Alejandro Corral. Asociación de Vecinos

«La Policía dejó de venir. Sólo queremos que la cultura de la ciudad no se pierda»

Asunción. vecina

«No creo que las reuniones de gente sean el problema que más perjudica al monumento»

Valeria Mena. vecina

Cartas sin respuesta y soluciones poco permanentes han convertido la reparación del lavadero en el talón de Aquiles del Realejo. El vecindario ha hecho de la causa el nuevo caballo de batalla de las juntas municipales de distrito en las que su presidente expone al equipo de gobierno la problemática. «Es un desastre. Los vecinos se quejan de las concentraciones y del menudeo de droga. La zona lleva años despoblándose por estos motivos. Quedan pocos residentes de toda la vida y los nuevos inquilinos son personas de paso o estudiantes extranjeros que alquilan las viviendas temporalmente», denuncia Corral. La asociación considera que «limpiar más como se está haciendo no es la solución». Solicitan refuerzo policial en una zona que «está abandonada y descuidada» por su difícil acceso. «Hemos planteado más visitas policiales», asegura el presidenta. «Se podrían instalar cámaras, aunque corren la misma suerte que en el Albaicín y las pueden arrancar».

«Antes llamábamos a la Policía, pero dejó de venir. Sólo queremos que la cultura de la ciudad no se pierda», critica Asunción, propietaria de una casa desde hace 20 años. Asimismo, Valeria Mena, estudiante extranjera y vecina, considera que las reuniones no son el problema que más perjudica al monumento.

Por su parte, Granada Histórica ha presentado varios escritos a la Junta de Andalucía pidiendo un plan de conservación «sin obtener respuesta». La asociación reclama medidas para acabar con el «pésimo estado del lavadero» y la situación originada por «la toma de los vándalos» que tanto desborda a los vecinos. «Es uno de los grandes olvidados y es una lástima porque tiene una gran riqueza cultural», sentencian. El concejal de Medio Ambiente, Miguel Ángel Fernández Madrid, aseguró que el Ayuntamiento pondrá en marcha un programa de recuperación a través de las ayudas al empleo de la Junta. Además, Madrid anunció que destinará al lavadero parte de los 300.000 euros de los fondos de Estrategias de Desarrollo Urbano Sostenible Integrado (EDUSI).

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