La última paciente covid de la UCI del Clínico: «Ojalá no entre nadie más nunca»
María Yrayzoz, de 48 años y sin vacunar, ha pasado cinco días en la unidad al borde de ser intubada
Al pensar en los ingresados en las Unidades de Cuidados Intensivos (UCI) corremos el riesgo de imaginar un perfil concreto. Persona muy mayor con patologías ... previas podía ser lo primero que se nos viene a la mente, pero nada más lejos de la realidad. María Yrayzoz, una canaria que lleva 30 años viviendo en Salar, ha sido la última en abandonar esta unidad en el Hospital Universitario Clínico San Cecilio. Tiene 48 años y es «de esas personas que nunca enferman». Sin embargo, aquella sensación de ahogo no la abandonaba y tuvo que ingresar en ella el pasado 21 de octubre.
Han sido cinco los días que ha pasado allí. Los describe con una palabra: «horribles». Ahora se recupera ya en planta de una enfermedad que apareció de puntillas, pero fue a más. «Di positivo por covid a principios de mes y los síntomas que tenía eran resfriado y afonía, al principio los médicos pensaron que era una bronquitis. Estuve en casa bien, dentro de lo que cabe, hasta que la tos empezó a ir a más y me ahogaba. Me ingresaron en planta, pero no duré ni un día: me daban ataques de tos y fui trasladada a la UCI», explica.
Días «desesperantes»
María no ha temido por su vida, pero se ha visto en el fondo del pozo durante días. Estuvo al borde de ser intubada, de no ser por una máquina «más potente de oxígeno» que la ayudó a mejorar e impidió ese temido siguiente paso. «He recibido una atención exquisita, los médicos estuvieron a punto de hacerlo, pero gracias a Dios no hizo falta», afirma. La canaria, que se confiesa evangelista, se ha refugiado en la fe para afrontar su estancia hospitalaria. «Los días eran desesperantes. Las horas se me pasaban más rápido escuchando alabanzas, me ha dado fuerza», recalca.
Paradójicamente, una sobrina de María estuvo ingresada en la UCI por covid a la misma vez que ella. También se encuentra ya en planta, después de sufrir un trombo pulmonar que lo complicó todo, y ha sido un gran apoyo para la canaria entre aquellas cuatro paredes. «Estaba situada lejos de mí, así que hablábamos por WhatsApp. Me ha ayudado mucho», relata la paciente.
María Yrayzoz no estaba vacunada, «no por falta de conocimiento de que hay que hacerlo», sino por «dejadez». «Lo fui aplazando por tonta, escuchas unas cosas y otras y te lo piensas, también fue por esperar la vacuna española. Si hubiera sabido lo que iba a pasar no lo habría dudado», asegura la canaria, que invita a los rezagados a que reciban el pinchazo. «Merece la pena», advierte. Además, admite la inmensa satisfacción que siente por haber sido la última en salir por la puerta de esa UCI. «Estoy muy alegre, ojalá no entre nadie más nunca. Mi deseo es que yo haya sido la última de todos y no ingresen más», manifiesta María.
Esperando el alta
Ella, tan poco acostumbrada a que le falle la salud, le ha visto las orejas al lobo. Como no, también su familia ha sufrido este duro golpe. «Todo esto me ha venido grande y tampoco los que están a mi alrededor se esperaban que me iba a poner tan mala. Lo han pasado fatal», admite. Si todo evoluciona favorablemente, los médicos le han comentado que esta semana podría recibir el alta.
A corto plazo, María desea volver a respirar sin dificultad y dejar atrás esa insoportable tos que le recuerda el infierno del que aún está saliendo. A medio plazo, cuando esté recuperada, su gran ilusión es irse a comer con la familia y disfrutar de sus cinco nietos, a los que echa increíblemente de menos. «Pienso comérmelos a besos», asegura. No es para menos: no todos los días la abuela sale de la UCI tras una titánica lucha por sobrevivir.
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