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No se creen aún que Víctor Manuel Silveira Sanguino no vuelva a Granada. Que no llegue a su puesto de trabajo en el laboratorio del Centro de Investigación Biomédica del Parque Tecnológico de la Salud (PTS). El joven falleció este fin de semana en un accidente de tráfico en Badajoz. Víctor era egresado del grado en Nutrición Humana y Dietética de la Facultad de Farmacia de la Universidad de Granada (UGR), y actualmente investigador del grupo Bionit del departamento de Bioquímica y Biología Molecular II. Aún hablan en presente de su compañero en el departamento. Ayer lunes hubo un minuto de silencio en el Centro de Investigación Biomédica en su recuerdo.
Natural de Cáceres, se formó en la institución universitaria granadina. Terminó su grado en Nutrición Humana y Dietética en julio de 2024. Antes, logró una beca de iniciación a la investigación. La catedrática Concepción Aguilera lo tuvo como alumno en una asignatura optativa del grado y le ofreció que pidiera una beca de iniciación de investigación. Fue su 'descubridora' en este campo de la investigación. Este lunes estaba en 'shock'. Contaba que iba a empezar ahora también un máster en bioinformática en la Universitat Oberta de Catalunya.
Víctor iba a compaginar su formación con un contrato con cargo a proyecto con Carmen Piernas, llamado Cadimed. El extremeño estaba coordinando la captación de voluntarios para investigar sobre cómo disminuir su riesgo de enfermedades cardiovasculares relacionado con el consumo de alimentos como las carnes rojas. Iba centro de salud por centro de salud, hablaba con médicos de atención primaria y con Lourdes, compañera de investigación; acudía también al hospital a recoger las muestras.
Carmen Piernas contaba este lunes que en el trabajo científico Chávez Alfaro y Víctor hacían una pareja perfecta. «Muy difícil de replicar», lamentaba. Esta investigadora solo tiene palabras de reconocimiento para Víctor. En julio de 2024 defendió su trabajo de fin de grado. Víctor obtuvo un diez. «Hizo un trabajo excepcional», relataba mientras puntualizaba que no había visto nunca un trabajo tan bien hecho. Desarrolló unos patrones dietéticos con la investigación de Concepción Aguilera de niños con obesidad.
Siempre estaba dispuesto a tender la mano. No solo a su grupo de investigación, también al resto. «Es muy difícil encontrar gente así, que esté dispuesta a ayudar y con una gran capacidad de aprender», valoraba. «Víctor siempre quería ir un paso más», explicaba. Siempre queriendo aprender más.
Aguilera anotaba que fue un estudiante «excelente» con un expediente muy bueno. Era «muy inquieto» y con una proyección en el campo de la investigación muy importante.
Mireia Bustos Aibar
Compañera de investigación
Mireia Bustos Aibar, compañera de Víctor en el grupo de investigación, comentaba este lunes que «siempre ha sido y será el mejor compañero y amigo que pueda llegar a imaginarse o desearse». Decía de él que es «atento, empático, respetuoso y siempre lleno de alegría, iluminando con su enorme sonrisa y su característico sentido del humor todo lo que había a su alrededor».
Mireia precisa también que «además de ser sumamente inteligente e infinitamente apasionado a nivel académico, era la persona más inteligente emocionalmente que he conocido nunca. Siempre se preocupaba por el bienestar de todas las personas que lo rodeaban, porque estuviéramos felices, cuidáramos nuestra salud y descanso y, en caso de que esto último se nos hiciera complicado, ahí estaba con la mano tendida para ayudarnos del modo que fuera posible o sencillamente escucharnos con cariño».
Lourdes Chávez Alfaro enviaba un mensaje a este periódico expresando que «me cuesta mucho escribir en pasado sobre Víctor, tanto como me cuesta aceptar que ya no lo veré más. Más que un compañero de trabajo, fue un amigo, una persona increíble: inteligente, proactivo, cálido, empático, curioso y siempre alegre, con un sentido del humor excepcional».
Comentaba Lourdes también que Víctor «tenía una pasión inmensa por compartir y aprender. Hablar con él siempre era divertido e interesante, podía conversar sobre cualquier tema -música, deportes, cultura, política, ciencia- y, por supuesto, cocina. ¡Cómo cocinaba! Estoy segura de que, de no haberse dedicado a la investigación, hubiera sido un gran chef, como alguna vez lo soñó».
Para quienes lo conocieron fue un «regalo» y ahora se despiden de él con gran tristeza y la promesa de recordarlo siempre con «cariño y admiración».
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