Rap entre togas y puñetas en Granada: «No lo olvides, estés donde estés camina y vive, 2020, esta es mi movida»
Un chaval que iba a ser encerrado compone una canción para despedirse de su exnovia y el rimado sonó durante la comparecencia en la que se decidió su suerte, en la sala de vistas de los juzgados de Menores de la capital
«Don Emilio, he hecho una canción para despedierme de mi exnovia», dijo el chaval al magistrado Emilio Calatayud, titular del Juzgado de Menores 1 ... de Granada, durante la comparecencia en la que se iba a decidir enviarlo a un correccional, que es el castigo más severo que prevé la ley para los delincuentes infantiles y juveniles.
«Pues muy bien, cántala», le propuso el jurista. Un tanto cortado por la inesperada invitación, el chico se excusó y explicó que era un rap y que así en frío y sin música, sin ese soniquete electrónico sobre el que se acomodan los versos, no iba a quedar la cosa medianamente presentable.
Entonces, una de los educadoras que habían trabajado eon el joven en medio abierto, es decir, cuando estaba cumpliendo la pena en libertad vigilada, dijo que tenía grabada la tonada. Y, por unos instantes, la sede judicial se convirtió en un rimadero. «Querernos bien, sin arrebatos, sin trampas, libres, cuerdos, (...) que nos respetemos hasta que nos queden ganas de querernos...».
El autor de estas estrofas, un adolescente turbuluento (es una redundancia, ¿qué adolescente no lo es?), no era un ejemplo de éxito en la rehabilitación de los menores infractores. La prueba es que ya está encerrado. Pero tampoco era un fracaso. El rap, en el que también aparecen las voces de sus monitores, le ha ayudado a mirarse por dentro sin poner pretextos, a pulso... «Como mi madre me dice, es hora de cambiar las cosas, echar narices, echar raíces, caminar siempre sin dejar cicatrices».
.Admite Emilio Calatayud que ahora mismo es imposible asegurar que el muchacho volverá a las calles reeducado, pero el juez ha visto en sus 'trovos' una luz. «La verdad es que todos los que estábamos en la sala nos quedamos impresionados», recuerda.
Entre togas y puñetas (las puntillas que adornan las bocamangas de sus señorías), la música del barrio alzó la voz. «Esto va a ser duro, pero es la última carta que a mí me puede salvar el culo, porque el siguiente paso ya es el trullo».
Moraleja: La ley de la segunda oportunidad funciona con la gasolina de la esperanza. «No lo olvides, estés donde estés camina y vive, 2020, esta es mi movida».
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