«No soy tiktoker, soy humorista, yo no vendo cremas a nadie»
Christian García, cómico granadino, reivindica el stand up clásico y recuerda los escenarios más surrealistas en los que ha actuado
A Christian García lo reconocen por los escenarios, pero también porque sus vídeos empezaron a correr como la pólvora en plena pandemia. Desde entonces, no ... ha parado; teatros llenos, monólogos virales y un humor tan cotidiano como surrealista. Lo suyo es contar lo que vive, desde desayunar un kiwi hasta actuar en un growshop lleno de humo. No soporta que lo llamen 'tiktoker' ni 'influencer', porque, como recalca varias veces, él es humorista «de los de antes, de chiste trabajado y no de baile en redes». Con él se puede hablar de memes absurdos, de camerinos en casas de abuelas, de los peligros de quedarse en blanco en un show y hasta del «escalofrío quete da cuando cagas», que asegura, entre risas, que es de los mejores placeres de la vida.
–¿Qué es lo primero que hace por la mañana?
–Lo normal es mirar el móvil, que es un vicio. Mi mujer me dice que estoy enganchado, así que estoy intentando cambiarlo. Ahora lo primero es beberme un vaso de agua, desayunar y comerme un kiwi para ir bien al váter.
–¿Cuando nadie le ve en casa, ¿qué hace?
–Me pongo partidos de fútbol o de tenis antiguos. Los colecciono. No me da vergüenza, pero es lo que hago cuando estoy solo y aburrido.
–¿Su guilty pleasure más raro?
–El escalofrío que te da cuando cagas. Ese está guay.
–¿Le gusta improvisar?
–No me gusta nada... Soy fiel defensor de que hay que prevenir el trabajo y que la gente trabaje. Valoro mucho la rapidez mental de ese tipo de cómicos, de hecho muchos de ellos son muy amigos míos, y es un don que Dios les ha dado para salir ahí y contestar todo el rato rápidamente con algo gracioso. Me parece increíble, un talento natural. Pero yo, que me he criado en el stand up clásico soy fiel defensor del chiste preparado.
–¿Ese odio a la improvisación es por miedo?
–Que va, a lo que tengo pánico es a que me venga el pensamiento de «se te va a olvidar, se te va a olvidar». Como te entre esa paranoia, se te olvida de verdad. Nunca me ha pasado, pero sí es un temor que llevo dentro.
—¿Alguna vez se ha quedado en blanco en un show?
–Sí. Con mi show «El viaje de mi vida», que duraba dos horas, hubo un momento en el que se me olvidó lo que iba. Salté directamente a los últimos veinte minutos y me comí una hora y cuarto. Mientras hablaba pensaba en cómo recuperar lo perdido para no acabar en media hora. Fue un «tierra, trágame» en toda regla.
–¿Diría que ese fue su bolo más surrealista?
–No, mi bolo más surrealista fue en un growshop. Estaba todo el mundo fumadísimo y no se rió nadie en una hora. La dueña me obligó a hacerme socio para que no la multaran. Me dio un oso de gominola con THC, y yo pensando: «que no quiero esto». Fue como actuar en un universo paralelo.
–¿Y el camerino más raro?
–En Ojíjares. Como no había camerinos, me metieron en casa de una vecina mayor. Estuve hora y media en su patio con ella y sus nietos, escuchando historias de su vida. Luego salí a actuar y, al terminar, volví otra vez a su casa a recoger las cosas. Fue muy entrañable.
–En redes sociales, ¿cómo se lleva con los comentarios?
–Intento no meterme mucho. Si opinas de política o fútbol, te revientan el día. Antes entraba más al trapo, pero ahora paso. En persona nadie te dice nada, pero en internet todo el mundo opina aunque no sepa si eres humorista o pescadero del barrio.
–¿Le han intentado agredir por algún chiste?
–No, nunca. Lo más raro fue salir de actuar y encontrarme el coche rayado. No sé si fue casualidad o por mí.
–¿Qué es lo que más le molesta que digan de usted?
–Que soy influencer o tiktoker. Eso me quema por dentro. Llevo diez años en escenarios, vendiendo entradas y actuando. Para mí, influencer es el que sube un vídeo y vende cremas. Yo soy humorista, como lo fue Chiquito de la Calzada.
¿Es Chiquito de la Calzada su máximo referente en el humor?
–Buenos, me gusta más Manolo Mármol, contando chistes. Y David Navarro, en monólogos. Pasó de ser mi ídolo a ser mi compañero.
–¿Algún chiste que creía que funcionaría pero no ha funcionado como debería?
–Eso pasa, sí. Cuando pruebas las cosas que tú has escrito, lo que me parece más bueno, que yo digo, uf, este es buenísimo. Llega a la gente y calla y al revés. Cosas que tú dices, esto es una mierda y la gente se ríe.. Eso pasa muchísimo. Eso pasa más de lo que la gente cree. Por eso hay que probar.
–¿Cómo empezó en la comedia?
–Yo era recepcionista de hotel. Con la pandemia nos mandaron al ERTE y empecé a hacer vídeos en Instagram. Tenía pocos seguidores, unos cinco mil, pero en esos meses se multiplicaron. Cuando abrieron bares y salas, empezaron a contratarme y dejé el hotel. Desde entonces vivo del humor.
–¿Y si no hubiera sido cómico?
–Me habría encantado ser periodista deportivo.
–¿Con qué meme se siente más identificado?
–Los absurdos. El típico de Malú con mucha luz y luego la misma foto apagada que pone «menos luz». Ese humor tonto me hace mucha gracia.
–¿Cuál ha sido su momento más incómodo en un escenario?
–Cuando no se ríe nadie. Ahora pasa poco, pero al principio era duro. O cuando pruebas un chiste que piensas que es buenísimo y no funciona. En cambio, dices una tontería y la gente se parte. Eso pasa más de lo que se cree.
–¿De dónde saca la inspiración en sus monólogos?
–De mi vida diaria. De mi novia, de mi padre, de mi familia. También de la actualidad. Si sale una noticia surrealista, como que Lamin Yamal organiza una fiesta con enanos, pues ahí hay material. Cuanto más real, más se ríe la gente.
–¿Nunca usa historias de otros como suyas?
No, porque no me hace gracia si no lo he vivido. Alguna vez me han dicho: «te voy a contar algo para que lo uses en el monólogo». Pero no me sirve. Solo he metido una historia que me contó una prima de mi padre porque era realmente buena.
Al terminar la entrevista, Christian suelta una carcajada: «Esta es la entrevista más rara que me han hecho nunca». Lo dice en serio, pero con una sonrisa. Quizá porque, como en sus monólogos, aquí también ha dejado claro que lo suyo no es la pose, ni las etiquetas de moda, sino la comedia real, la de toda la vida.
¿Tienes una suscripción? Inicia sesión