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«Cargaron conmigo durante tres horas y luego fueron a verme a la UCI, se lo debo todo»
Un montañero gallego que resultó herido muy grave en noviembre en Sierra Nevada agradece a la Guardia Civil que le salvara la vida en el primer día que ha vuelto a pisar la calle
Ángel ha podido por fin volver a pisar las calles de Vigo, su ciudad. Atrás quedaba una convalecencia de más de cuatro meses y por ... delante, un largo calendario de rehabilitación y médicos. Para su desgracia, este gallego de 52 años se convirtió en noticia el pasado 27 de noviembre de 2019. Al atardecer de ese día, una ráfaga de viento huracanado le dio un puñetazo en Sierra Nevada y se despeñó. A partir de ese crítico instante, comenzó a funcionar una 'cooperativa' pensada para salvar vidas. Su compañero de escalada, un grupo de voluntarios y los agentes del Sección de Rescate e Intervención en Montaña (Sereim) de la Guardia Civil de Granada se conjuraron para que Ángel pudiera contarlo. Y aquí está su testimonio.
«Mi amigo y yo somos aficionados a la montaña. Habíamos estado en los Montes de León y otros sitios, pero no conocía Sierra Nevada. Vinimos a Granada a un congreso y planeamos una escapada de un par de días a la Sierra. Teníamos unos amigos que tenían una casa en Bubión y nos la dejaron. El tiempo era bueno. Nos informamos y los pronósticos decían que iba a seguir así. Íbamos bien equipados. La idea era llegar al Refugio de La Caldera y, al día siguente, subir al Mulhacén. Eran las seis o las siete de la tarde y ya era prácticamente de noche. Nos quedaban 300 metros para llegar al refugio, pero antes teníamos que atravesar el Paso de los Franceses (un punto negro de Sierra Nevada en el que fallecieron seis alpinistas franceses en 1989)«.
«Antes de pasar, mi amigo se detuvo y se puso los crampones. No tuvo problemas. Hacía viento y había hielo, pero yo no me puse los crampones. Fue un error. Un golpe de viento me hizo resbalar y me caí, pero tuve la lucidez de poner el brazo antes de chocar contra las rocas. Si no llego hacerlo, habría muerto. Sufrí una fractura abierta en el codo. El hueso estaba al aire. Fue dantesco. Tenía muchas costillas rotas, pero no perdí el conocimiento«.
«Mi amigo, que ya estaba a las puertas del refugio, vio que yo no llegaba y fue a buscarme. Yo no podía moverme, pero no sentía demasiado dolor. En cuanto llegó junto a mí, me abrigó con sacos y fundas. El viento soplaba muy fuerte. Después, llamó al 112, pero no encontró cobertura y tuvo que ascender para poder contactar. Yo ahí ya no me enteraba de nada. Él volvió junto a mí y me dijo que debíamos esperar un rato hasta que llegase la ayuda. Era de noche y el helicóptero no podía volar. Mi amigo no se separaba de mí. Me salvo la vida«.
«Primero llegaron media docena de montañeros que venían del refugio del Poqueira. Entre ellos estaba el encargado del refugio. Se portaron fenomenalmente, pero no tenían medios para el rescate«.
«Llevábamos ya unas seis horas allí cuando llegaron los guardias del Sereim. Son unas personas espectaculares. Lo primero que me dijeron fue: 'Vas a salir de aquí' y yo ya me dejé llevar. Me vi salvado. Me dieron unos calmantes para que los chupara y me colocaron en la camilla. Todos sabíamos que el helicóptero no podía venir y que me iban a sacar a pulso. Y eso fue lo que hicieron. Cargaron conmigo, que entonces pesaba más de 90 kilos, durante tres horas y en unas condiciones muy difíciles: hielo, viento, barro... Fue increíble lo que hicieron por mí. Me llevaron hasta el refugio del Poqueira y allí ya esperamos a que me trasladaran hasta el hospital. Sé que algunos de ellos incluso tenían el día libre, pero pidieron participar en el rescate. Se lo debo todo«.
«Me llevaron al Hospital de Traumatología de Granada, donde también tienen un personal excepcional, y me ingresaron en la UCI. Los guardias vinieron a verme allí. Me emociono al recordarlo. He aceptado contar mi historia para que todo el mundo sepa que son unas personas extraordinarias. También quiero que mi testimonio sirva para que siempre tengan los medios que necesiten. Yo no quiero protagonismo«.
«En cuanto pueda, me he propuesto volver a Granada para estar con ellos y pagarles unas cervezas. Y hablar... Aquella noche, quedamos unidos para siempre«.
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