«Ir solo por el Albaicín es un peligro»
Los vecinos se organizan en patrullas ciudadanas para acompañar a los residentes a sus casas y hacerse notar ante los episodios de violencia en el barrio
En Plaza Nueva todo es sombra a las 19.30. No asoma ni un rayo de sol a la hora en la que se reúne ... la patrulla ciudadana del Albaicín, de ahí que sea fácil distinguir a lo lejos los brazaletes fluorescentes que identifican a quienes harán ronda por las calles del barrio. Caminar en solitario por el laberinto de casas blancas se ha convertido, por la delincuencia, en «una actividad de riesgo». Por ello, una docena de residentes queda cada tarde desde el inicio de esta semana para hacer ver que los vecinos están unidos y dispuestos a proteger a quienes residen en sus calles.
La patrulla es pacífica:por ahora, se dedican a acompañar a sus casas a los mayores y mujeres, el objetivo, cuentan los 'agentes ciudadanos', de los vándalos que desde que los turistas desaparecieron de la histórica colina la han tomado con los vecinos. El visitante era, hasta el mes de marzo, la diana de la delincuencia menor en el barrio. El coronavirus expulsó a los viajeros y, por primera vez en décadas, el Albaicín fue para los vecinos del Albaicín. Y de ellos empezaron a vivir los pequeños grupos de jóvenes de origen extranjero que están detrás de los asaltos de los últimos meses. Lo que empezó como una oleada de robos callejeros ha pasado a ser un problema sostenido en el tiempo.
Lo cuentan los vecinos mientras ascienden desde Plaza Nueva hasta la Plaza de San Gregorio, ya divididos en un par de grupos que, a su vez, se fragmentarán aún más al adentrarse en el barrio. Nada más alcanzarla, advierten: «Si les queréis hacer una foto, por ahí vienen. Es el momento».Y señalan a dos chavales con atuendo llamativo –pañuelos, cadenas– que suben desde la calle de las teterías –Calderería Nueva– con caminar airado y sin cruzar mirada con nadie. Ellos son dos de los jóvenes que han pasado de robar y vender droga a los turistas a asaltar, en las calles o en sus casas, a los residentes del Albaicín.
Es la tesis que sostienen los componentes de esta patrulla, que en el jueves tarde se adentra por la Cuesta de San Gregorio hacia el corazón del barrio. Hacen parada en Carvajales. Aquí, la delincuencia no es una inquietud achacable a la pandemia. Los vecinos sufren desde hace años las molestias por los botellones de una plaza escondida, a la que la policía no puede llegar en coche, ajena al turista medio, pero que goza de unas vistas de la Alhambra casi tan privilegiadas como las de los miradores de San Nicolás o San Cristóbal. Hay tardes en las que se convertía en un pub al aire libre. En el momento en el que la brigada vecinal llega a la plaza todos los bancos están ocupados.
Para que se asusten
Este es uno de los puntos de reunión de los alborotadores del barrio. Mientras atienden a este periódico, los vecinos, que patrullan durante dos horas, se reorganizan.Algunos apuestan por dividirse, mientras que otros abogan por mantenerse en un único grupo para ser más visibles ante los delincuentes, «para que se asusten», añade uno de los congregados. En medio de ese debate llega otro residente que advierte de que ha visto a uno de los presuntos delincuentes asomarse por la ventana de una vivienda.
«Esta iniciativa surge a partir de varios episodios de violencia en el barrio», introduce Lucas, uno de los promotores de la idea, que prefiere omitir su apellido e imagen. Los vecinos empezaron a organizarse por Whatsapp. Aunque algunos apostaron por una patrulla que hiciese las veces de policía –y entre la brigada hay alguno que defiende que hay que hacer demostración de fuerza–, finalmente optaron por un modelo pacífico de acompañamiento o advertencia a los vecinos que transitan en solitario por el Albaicín.
A través de estos foros en Whatsapp han compartido sus experiencias. Uno de los grupos reúne a los vecinos del entorno del mirador de Carvajales. En él alertan de asaltos en plena calle o entradas a viviendas y restaurantes. En el otro, que aglutina a los residentes en Calle Elvira, Correo Viejo o Beteta, hay más de 60 participantes. En general, los vecinos coinciden en que ante la aparición del problema en los medios de comunicación, los agentes de Policía Nacional y Local tienen más presencia en el barrio. Pero insisten en que deben ir de paisano y a pie, vigilando cada ángulo, cada recoveco del barrio.
La presencia policial se ha incrementado, pero los vecinos piden que los agentes vayan a pie y una comisaría permanente
La presión en las juntas municipales de distrito por parte de la asociación de vecinos ha surtido efecto. El presidente del colectivo, Antonio Jiménez, también certifica que la presencia policial es más constante y visible en las últimas semanas. Pero no han atajado el problema.
«Básicamente, violencia y delincuencia es lo que hay. Puedes ir por la calle solo y si te llegan estos chavales te sacan la navaja. Intentamos acompañar a los vecinos para que no se sientan solos al ir a sus casas. Porque ir solo, hoy día, es una actividad de riesgo. La idea es no plantarles cara, nosotros no creemos que esa sea la forma de atajar el problema.Nosotros no somos policías, nuestro cometido no es detenerlo, sino denunciar, para que esto cambie y la policía ponga más medios», relata Lucas. Los vecinos reclaman presencia a pie de los agentes y una comisaría de barrio, «y nada de eso ha llegado». «Pasan furgones, pero no callejean, no conocen las calles y van uniformados». El Albaicín parece diseñado para la delincuencia callejera –oscuridad, calles intrincadas, estrechas y solitarias– y la única forma de vigilarlo es pateando su empedrado cada día.
En el breve debate en Carvajales, uno de los vecinos de mayor edad –predominan los jóvenes– sugiere mantener la unidad para hacerse ver. Yen grupo ascienden hasta el Huerto delCarlos. Allí hay más ambiente incluso que en Carvajales. El de los botellones es otro asunto por resolver. Por ahora, elAlbaicín protege al Albaicín contra los robos violentos.
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