«Sobreviví a las pateras y a la explotación sexual, y soy una ciudadana»
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El testimonio de una víctima de la trata de seres humanos que fue explotada en Granada y, tras ser liberada por la Policía, fue acogida por la Fundación AmarantaMe llamo Joy y soy una mujer joven de Nigeria. En mi país, vivía en un pueblo pobre. Soy la mayor de cinco hermanos, lo ... que me convirtió en la candidata para emigrar en busca del 'sueño europeo'. Una vecina me comentó que tenía un contacto en España que me adelantaría los gastos del viaje y me buscaría un empleo cuando llegase. No me dijeron de qué iba a trabajar. Pensé que podía ser en la prostitución, porque era lo que les había pasado a muchas mujeres nigerianas. Pero confiaba en la vecina que me buscó el contacto y me convencí de que ese no sería mi destino. Estaba equivocada.
Antes de iniciar el camino, sellamos un acuerdo con un ritual mágico que comprometía a mi familia y a mí a devolver el dinero prestado y a no desvelar jamás cómo y quiénes nos habían ayudado a llegar a España.
La deuda era de 50.000 euros, pero nosotros no lo sabíamos porque hicieron el cálculo en nairas (la moneda oficial de Nigeria) y no en euros.
Partí desde mi pueblo con una pesada carga, pero lo que me aguardaba iba a ser mucho peor.
Éramos un grupo de veinte mujeres y salimos de mi país en 2008. Atravesamos Níger y Argelia hasta llegar a Marruecos. El camino fue muy duro física y psicológicamente. Sufrimos violencia sexual.
En Marruecos viví en Oujda y en Tánger, entre otras ciudades. Estuve en ese país casi dos años y mi vida allí fue especialmente penosa.
En septiembre de 2010, la red de trata me contactó para que me embarcase y llegué a España, a la Costa de Motril. De allí me llevaron a un centro en Málaga y, cuando salí, la red me dijo que volviese a Granada. Desde entonces he estado aquí. He sido explotada sexualmente por la red que me trajo a España. Las condiciones eran terribles. La falta de medidas sanitarias era total y no podíamos utilizar métodos anticonceptivos porque así estabas más cotizada en el mercado del sexo.
Durante los años de explotación sexual, sufrí continuas agresiones físicas, amenazas y coacciones familiares por parte de los tratantes. Había conseguido abonar 24.000 euros, pero todavía seguía teniendo una gran deuda económica con la red.
Después he sabido que era portadora del VIH.
Tras una intervención policial, logré salir de la explotación y fui acogida por la Fundación Amaranta, que son mi familia aquí.
Estoy aprendiendo español, me he formado y obtuve varios certificados de profesionalidad, lo que me permitió conseguir un trabajo en el servicio doméstico con un contrato de un año. Después, me hicieron fija.
Ahora puedo apoyar económicamente a mi familia en Nigeria y vivir dignamente en España. Sobreviví a las pateras y a la explotación sexual, y soy una ciudadana.
Me llamo Joy.
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