Eduardo Martínez de Pisón
El ambientalista, que clausura este sábado el II Congreso Cimas, clama contra el turismo «invasivo e insaciable» que destruye el paisaje
Inés Gallastegui
Granada
Jueves, 7 de noviembre 2024, 00:26
Eduardo Martínez de Pisón (Valladolid, 1937) es catedrático emérito de Geografía de la Universidad Autónoma de Madrid y autor de una extensa obra científica, divulgativa ... y literaria en torno a la montaña. Ha participado como asesor científico en documentales en el Polo Norte, Alaska, Siberia, el desierto de Gobi o el Himalaya. Premio Nacional de Medio Ambiente en 1991, este sábado clausura en Granada el II Congreso Cimas con su conferencia 'Elogio de la montaña'.
–¿Qué nos enseña sobre la relación entre el hombre y la naturaleza la DANA de Valencia?
–Primero una tristeza enorme y después una medida de las cosas imparable. La precipitación y las escorrentías eran gigantescas. La catástrofe ha sido terrible, pero también se está manifestando una gran solidaridad: cuando ves a esos jóvenes por las calles con escobas y utensilios primarios te da confianza en el futuro. Hay que paliar los errores del pasado. Primero, para encauzar y disminuir la potencia de estas tremendas gotas frías de Levante. Muchas veces el hombre se mete en los lugares peligrosos y prevenirlo requiere ordenación territorial, dinero, tiempo y mucha voluntad administrativa y política. Hay que actuar y no esperar a que cada equis años ocurra una catástrofe, sobre todo si van a agudizarse por el cambio climático. La gestión de la tragedia no ha estado a la altura de lo que se requería, y eso ha dado lugar a dolor y frustración. Yo estuve en la riada de Biescas de 1996 y lo recuerdo con espanto. El sufrimiento no se borra en generaciones.
–Usted suele decir que el ser humano debería pasar desapercibido en las montañas. Sin embargo la basura en las cumbres, los selfis en redes sociales o las colas en el Everest hablan de todo lo contrario.
–Hay una turistización de la montaña, de cierto turismo que no tiene freno, insaciable, invasivo, que entra en la montaña y la urbaniza con desprecio absoluto a sus valores naturales y espirituales. Eso ha traído como consecuencia desde un empleo mercantil del paisaje, con instalaciones turísticas o de ocio donde no deberían estar, hasta la invasión de toda esa gente en la 'zona de la muerte', los ochomiles, donde se abandona basura y hasta cadáveres. Eso es muy negativo respecto a algo tan puro, de principios tan nobles, como es el montañismo. El dinero no puede campar sin ningún tipo de freno o control.
–¿Cómo se convirtió en geógrafo y montañero? ¿Una cosa llevó a la otra o fue simultáneo?
–Primero fui montañero y luego geógrafo. La montaña me enseñó a comprender el territorio y a tener interés no solo por vivirlo, sino por explicármelo. He tenido suerte y la gran compañía de buenísimos amigos que me han ayudado a llevar esa vida a la vez profesional y vocacional alrededor de las montañas. Para mí el deporte era solo el instrumento para alcanzarlas. Las montañas son bellas e interesantes.
«Hay un turismo insaciable, invasivo, con desprecio absoluto a los valores de la montaña»
–De las cumbres que ha subido, ¿cuál le ha impresionado más como científico y cuál le ha emocionado más como persona?
–Como científico, el Everest, porque es una montaña grandiosa y tiene un interés científico extraordinario. Pero desde el punto de vista personal, las montañas familiares, mis montañas queridas. Tengo varias, pero viví una temporada larga de mi adolescencia y juventud en Aragón y al Pirineo aragonés le tengo amor. Hay montañas que representan algo vital y te alimentan el espíritu.
–¿Y cuándo sintió la necesidad de, además de estudiar y subir montañas, escribir sobre ellas?
–Desde que estudiaba la carrera empecé a escribir y encontré el enorme placer no solo de entender las montañas, sino de comunicarlas. He sido profesor a lo largo de decenas de años y me ha dado ocasión de explicar las montañas con la voz, en la pizarra, con diapositivas, y eso me llevó a a escribir y seguir enseñando por escrito en revistas y libros. Escribir es como echar una piedra en el mar: a veces no tienes respuesta, pero otras sí y es muy gratificante. A algunas personas les ilumina.
«Sierra Nevada estaba amenazada y la declaración de Parque Nacional fue un acto de civilización»
–¿Cómo descubrió Sierra Nevada y que relación tiene con ella?
–Una relación vieja. A finales de los 50 subí por primera vez al Veleta y el Mulhacén en una larguísima travesía que empezamos en el Veleta y acabamos en Trevélez. Fue un descubrimiento de un mundo que solo fue superado después por el descubrimiento de los Andes. Es una montaña colosal, un gigante, que tiene una belleza desde lejos, como tantos pintores han plasmado, y además una belleza interior muy fuerte: la Alpujarra, esas cumbres desnudas de bosques, desoladas, casi minerales, son de una fuerza notable. Es una montaña muy culta, no solo por tener Granada al lado, sino porque ha tenido muchos viajeros de prestigio que han ido para pintar, estudiar o explorar. Sierra Nevadatiene una biblioteca internacional detrás y además ha tenido estupendos autores que han escrito sobre lo que se ha escrito, como Manuel Titos, que nos ha facilitado a los demás la labor de conocer todo ese bagaje cultural.
–Ha tenido una implicación importante en la gestión de varios parques. ¿Cómo ve el de Sierra Nevada, en este 25 aniversario?
–Sierra Nevada estaba amenazada, había muchos proyectos, incluso en la cumbre del Mulhacén, y la declaración del parque nacional, el más grande de España, ha sido un beneficio en todos los órdenes. Es espléndido cómo se encuentra de cuidada y protegida para la ciencia, la cultura y la vivencia. Este aniversario celebra un acto de civilización.
–En 2023 se pronunció contra la unión de las estaciones de esquí de Astún y Formigal y apostó por un «equilibrio ponderado» entre la actividad económica y el respeto al paisaje. ¿Cree que ese equilibrio existe en Sierra Nevada?
–Ese equilibrio es siempre frágil, inestable, y requiere estar alerta, atento. En Sierra Nevada, y en cualquier otro lugar, siempre habrá gente que presiona en una dirección y habrá que presionar en la otra, salir al paso de cualquier daño a la naturaleza y la vivencia de la montaña. No hay que bajar la guardia.
–En qué va a consistir su conferencia de clausura del congreso , 'Elogio de la montaña'?
–Es un canto. Yo tengo muchos años y a lo largo de los años he tenido la enorme suerte de disfrutar de la montaña, que a mí me ha producido tantos bienes, y quiero contagiar a todo el mundo que sea capaz de ir respetuosamente a la montaña.
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