Funeral de Francisco

«Sentimos la llamada del Papa y, sin pensarlo, fuimos desde Granada a Roma»

No solo les ha merecido la pena a la familia Barragán Moreno la espera, la fatiga, las prisas, el nerviosismo, sino que esta peregrinación al Vaticano se ha convertido en uno de los instantes, de las experiencias más importantes de su vida, explican Asun y Manolo, católicos practicantes sin adscripción a comunidad religiosa alguna.

Todo sucedió de repente. «Estábamos en casa, tocaditos por el repentino fallecimiento del Papa. No nos lo esperábamos». Francisco, el día anterior, Domingo de Resurrección, había salido a la plaza de San Pedro a dar la bendición. «En la cena, el lunes, mi marido se puso a buscara billetes y alojamiento en Roma para acudir al funeral. 'Nos vamos', dijimos. Sentimos la llamada del Papa y, sin pensarlo, vinimos a Roma».

Una vez en el Vaticano, en cuanto vieron al Papa, todo mereció la pena. «Hemos sentido mucha emoción. Se te saltan las lágrimas. Sientes que estás aquí en San Pedro de Roma porque sabes que él quería que estuvieras aquí. El Papa estaría feliz de ver tanta gente».

–¿Qué significa para vosotros el Papa Francisco?

–¡Buaaaaah (se oye al otro lado del teléfono)! Es el mejor. Con una mente abierta a todo. Por la capacidad de darse a todo el mundo. Su humildad. Que celebre su velatorio abierto a todo el mundo y que esté como cualquier persona de los que vivimos en el mundo dice mucho de él. También, todo lo que ha dejado por escrito y cómo quiere ser enterrado y, por supuesto, todo el legado de temas que están abiertos y que el próximo Papa tiene que continuar.El conjunto dice mucho de su bondad y humildad y cercanía al gente. Además, lo gracioso que era como buen argentino. Un hombre bueno».

–¿Qué destacáis de su labor pastoral?

–Estar a pie de calle, lejos del boato o los lujos del Vaticano y de todo lo que lo rodea. Quería estar con la calle, con los pobres, visitando cárceles y todo lo que se le pusiera por delante.

La familia Barragán Moreno se compone de siete miembros, de los que cuatro están en Roma, Asun, Manuel y sus dos hijos pequeños, Manolo de 14 años y Marta de 11. «Se han quedado en España mi hija mayor Rocío, de 25, que trabaja en Madrid; la segunda, Laura, de 22, que está de Erasmus en Polonia y Blanca que estudia en Málaga, de 18 años. Se ha quedado con ganas de venir, pero en julio ya le hemos dicho que le toca ir para el Jubileo (Año Santo)».

Tras las emociones, la experiencia religiosa y un viaje trepidante, quedan también para el recuerdo las anécdotas. Por ejemplo, coincidir con algún granadino. «No nos hemos cruzado por los pelos. Cuando estábamos en el primer control de acceso mi chiquitilla me ha dicho que ha visto a un chaval con la camiseta del Granada CF que salía ya, pero con tanta gente no hemos podido saludarnos».

Queda la vuelta a Granada, pero antes irán a misa en la basílica de Santa María la Mayor, iglesia en la que, precisamente, descansará ya para siempre Francisco.