«Secuestré 'El 12' dos años antes que Manuel Vital, que luego secuestró 'El 47'»

Dos años antes, en julio de 1976, Maruja Ruiz Martos, una granadina que nació en una cueva de Guadix el 21 de noviembre de 1936, llevó a cabo el secuestro de un autobús para exigir transporte público en su barrio Nou Barris (Nueve Barrios, también en Barcelona). Sin saberlo, inspiró acciones posteriores como la de Manuel Vital, puesto de actualidad por la película 'El 47',

Comunista y activista que sigue residiendo en el mismo distrito de Nueve Barrios, concretamente en Prosperidad, también protagonizó junto a otras compañeras otra protesta popular en julio de 1976, cuando se encerraron en la iglesia de Sant Andreu de Palomar para apoyar a sus maridos, trabajadores de Motor Ibérica. Ellos trabajaban. Ellas protestaban.

Sigue firme. Al pie del cañón. El Ayuntamiento de Barcelona le otorgó la Medalla de Oro de la Ciudad en 2011. Maruja la rechazó en protesta por los recortes en sanidad y educación de la Generalitat catalana.

Maruja es chiquitilla, mide 1,55, pero matona. Lo prueba su intensa actividad que le lleva de un sitio para otro. Lo mismo da una charla en un instituto que atiende a una televisión, prepara el disfraz de la fiesta de carnaval que recoge medicamentos y diversos materiales que en verano llevará a Cuba. No ha perdido sus raíces y llama 'nene' a todo el mundo, «como era mi costumbre en Granada».

Explica su ritmo de vida tan agitado por la necesidad. «Las desigualdades aún existen, ¿o no?». Es también la presidenta del casal de su barrio (como las asociaciones de vecinos), logrado al cabo de 17 años de lucha que cuenta con su correspondiente junta y 45 personas voluntarios.

Sobre la película 'El 47', responde rápidamente que «esa película está muy bien para quien no lo haya vivido. Pero si has vivido junto con Vital todos los problemas que hemos tenido en el barrio, donde todo era consensuado mediante asambleas con las asociaciones de vecinos, ¿por qué ahora aparece una persona sola?», se pregunta.

«Vital era de mi partido y hemos sido militantes, yo aún lo soy del PSUC y del PC en el estado español, y hemos luchado en Torre Baró, barrio que se hizo en aquella época en una montaña que se ve que no se podía edificar y luego querían derribar las viviendas. Hemos luchado por ellas, por el agua, por el autobús porque la gente tenía que bajar no sé cuántos kilómetros para coger el tranvía, Yo secuestré el autobús 12 dos años antes que Manuel Vital, que luego secuestró el 47. Estoy contenta porque han hecho esa película pues Vital se lo merecía, como muchos del barrio, pues había una solidaridad increíble. No teníamos colegios ni guarderías. No teníamos ná».

Su conclusión quita brillo a la película. «Es una película comercial que no refleja toda la realidad. Él tuvo solo un hijo y aparece una hija, pero es buena la difusión que se le está dando, pero no puedes personalizar sobre una sola persona». «No estoy en contra de la película, pero conociendo a Vital, al que yo quería con delirio, de haber vivido se hubiera hecho la película, pero de otra manera. Él era un tío de CC OO, del PSUC, comunista hasta la médula».

Maruja explica que aunque ha sido detenida muchas veces y ha estado en comisaría, nunca ha entrado en la cárcel. Su azarosa existencia ha sido recogida por su buena amiga Antonina Rodrigo en sus 'Mujeres granadinas represaliadas', donde le dedica un capítulo en el que se incluyen varias fotos con personalidades con las que se ha codeado, desde Rafal Alberti a Julio Anguita, además de Camacho o Raúl Castro.

Tenía previsto venir a Granada para celebrar con Antonina Rodrigo su 90 cumpleaños, pero se lo impidió una operación de cataratas, «por lo que no pude estar con esta gran luchadora con todo el dolor de su corazón».

La lucha social de Maruja es incontestable, por lo que le han hecho muy popular en su tierra de acogida. Se encerró con trescientas mujeres y niños en la iglesia de San Andreu durante 28 días, lo que le valió un amplio reportaje en una televisión sueca. También los 31 años que lleva viajando a Cuba con una brigada y gente «que se pagan su billete» para llevar material. Le ha valido la Medalla de la Revolución de Cuba y la llave de la ciudad de La Habana.

Sí decidió asistir al homenaje organizado por la Universidad de Barcelona el pasado 23 de enero. «Este reconocimiento ha sido fundamental, que a mí una Universidad me dé esa placa por el movimiento vecinal y contra la represión ha sido un orgullo».

Maruja -confiesa- sigue soñando. «Otro mundo es posible», asegura. Ya jubilada, vive de su pensión y le gustaría ser recordada como «una luchadora y una comunista». Se siente recompensada por todos sus años de lucha simplemente porque la gente le saluda cuando va por la calle. Y sigue ofreciéndose a todo el mundo por si necesita algo, menos dinero.

«Abandoné Guadix con mi madre y mi hermana pequeña, donde tenía todo, mi cueva tan blanquita, mis amigos... pero la situación económica hacía que pasáramos hambre. Ahora sigue habiendo migrantes, pobrecitos por tener que abandonar su tierra. Esto no los sabe nadie más que quienes lo hemos hecho».